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CRÍTICA

'Truman': el mejor amigo del hombre

La última película de Cesc Gay ('Krampack') convierte a dos actores de primera división, Ricardo Darín y Javier Cámara, en protagonistas de una cinta sobre la amistad.

Por Javier Pérez Martín 27 de Octubre 2015 | 11:22

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"Lo importante en esta vida son las relaciones", le dice Julián (Ricardo Darín) a Tomás (Javier Cámara) en una de las primeras escenas de 'Truman', la nueva película de Cesc Gay ('Krámpack', 'Una pistola en cada mano'). Es una frase directa, sencilla y sincera, recitada por Darín con naturalidad, sin pretensión. Y así es 'Truman', en pocas palabras: una película honesta e inteligente, emotiva pero no lacrimógena ni facilona, con dos actores protagonistas perfectos.

Javier Cámara y Ricardo Darín en 'Truman'

Y tiene mérito lo de Gay, que además de dirigir, firma el guion junto con Tomás Aragay, como viene siendo habitual, porque con estos ingredientes la receta podría haber sido muy diferente: un hombre con cáncer decide dejar de luchar, no recibir tratamiento, y su mayor preocupación es la de encontrar un nuevo dueño para su perro, un Bullmastiff tan viejo como bonachón y leal. Con esta sinopsis, y con otros actores, 'Truman' podría haber sido otra cosa menos interesante (de hecho, he de confesar que el tráiler me dio esa sensación).

Pero claro, Darín y Cámara son palabras mayores, el rey del cine argentino y uno de los actores más importantes del nuestro, que se ha cocinado una carrera a fuego lento y enamora a público y crítica ya sea en comedia o drama. Ambos géneros están en 'Truman', que podría haber sido una tragedia (al estilo de 'Mi vida sin mí' de Isabel Coixet), pero echa mano de grandes dosis de humor (a veces negro, siempre irónico, agudo, certero, muy argentino, Darín es mucho Darín).

Javier Cámara y Ricardo Darín en 'Truman'

La clave es que Cesc Gay usa el cáncer de Julián un poco como macguffing, como punto de partida para reunir a estos dos viejos amigos cuyo pasado nunca veremos ni sabremos, pero notaremos en cada escena, en cada mirada, en cada puya cariñosa. Y así 'Truman' se convierte en una oda a la amistad, a la de verdad, de ese tipo que, con suerte, tenemos un puñado en cada vida, y no más. El reencuentro entre Julián y Tomás es silencioso pero intenso, conmovedor, y sin mediar palabra, explica al espectador cuál es la relación entre los dos protagonistas: de las que no se olvidan, no se pierden con el tiempo y la distancia. Lo importante en esta vida son las relaciones, y si Julián está a punto de irse al otro barrio, la amistad entre ellos no se va a morir.

Mucho más que un cáncer

Gay aborda en 'Truman' varios temas, algunos de ellos tangenciales al cáncer, otros no. Está ahí el debate de la muerte digna y la capacidad de decisión, el derecho a tomar el control sobre la muerte de uno. Ricardo Darín interpreta a un hombre valiente y honesto, que enfada y frustra a los que le rodean con su testarudez. Pero sus decisiones están justificadas, con detalles y con el trasfondo.

Javier Cámara y Ricardo Darín en 'Truman'

'Truman', en realidad, es la historia de dos amigos que son hombres, en este estricto orden. No habría sido la misma película si uno de ellos fuera una mujer, o directamente ambos. Gay aprovecha la relación entre Julián y Tomás para explorar la masculinidad, el rol que el patriarcado da a los hombres, los límites de su expresión y su comunicación: hay varias escenas en las que el silencio dice más que las palabras, y los personajes más tarde admiten que no dijeron lo que querían porque no se atrevieron.

Julián y Tomás solo se permiten llorar, realmente explotar en llanto, en dos escenas, y para ello piden privacidad. "Déjame solo, tengo que llorar", dice Darín dando la espalda a la cámara, mientras que Javier Cámara aprovecha la oscuridad de la noche y la vulnerabilidad de un orgasmo para liberar su dolor. Los hombres también lloran, pero en privado.

Cameos de lujo

'Una pistola en cada mano' fue una película mucho más coral, fragmentada, y Cesc Gay ha optado ahora por una fórmula más nuclear, enfocada casi exclusivamente en sus dos protagonistas. Pero alrededor de Darín y Cámara hay una sucesión de secundarios y cameos de primera división. Dolores Fonzi convence como la prima de Julián, cansada y enfadada, pero es eclipsada por las apariciones de Eduard Fernández, Elvira Mínguez o Susi Sánchez, que emocionan o divierten con pocas líneas, o Silvia Abascal, que casi sin decir nada, brilla (da gusto volver a verla en pantalla). También se dejan caer Javier Gutiérrez, Pedro Casablanc, Nathalie Poza o José Luis Gómez, en una película que tiene lo mejor de cada casa. Para sentirnos orgullosos de nuestro cine.

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