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CRÍTICA

'Ocho apellidos catalanes': Misma fórmula, mismo resultado

La esperada secuela de 'Ocho apellidos vascos' regresa repetiendo la misma fórmula pero cumpliendo con su propósito: hacernos reír.

Por Héctor Alabadí Toledo 16 de Noviembre 2015 | 21:11

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Pocas veces una película española consigue convertirse en un fenómeno. Nadie podía presagiarlo antes de su estreno, ni siquiera Telecinco Cinema. Pero 'Ocho apellidos vascos' logró convertirse en el largometraje español más visto de la historia con 9,5 millones de espectadores y 56,2 millones de recaudación. Un éxito de tales dimensiones no podía terminar sin más. Tan solo año y medio después de su estreno, llega a los cines su secuela, 'Ocho apellidos catalanes'.

 'Ocho apellidos catalanes'

A pesar de que la trama de la primera entrega tenía un final cerrado, han encontrado la forma de volver a ponerlo todo pasta arriba. Tras la ruptura de la pareja protagonista, Koldo (Karra Elejalde) descubre que su hija Amaia (Clara Lago) va a casarse con un catalán, Pau (Berto Romero), y decide acudir en busca de Rafa (Dani Rovira) para que le devuelva un amuleto familiar que le regaló. El sevillano decidirá acompañarle para intentar impedir el matrimonio y recuperar el amor de su amada vasca. Pero ahora ya no juegan en Andalucía o el País Vasco, su nuevo destino es Cataluña. Esta es la premisa inicial de esta disparatada comedia, de nuevo dirigida por Emilio Martínez-Lázaro ('El otro lado de la cama').

Las prisas nunca son buenas aliadas para crear un guion consistente, coherente y con la frescura de su primera entrega. Aún así, Borja Cobeaga y Diego San José lo han vuelto a conseguir, la comedia funciona, aunque no haya riesgo. No pasará a la historia por su valor cinematográfico, pero cumple con lo prometido. Como es lógico, la secuela apuesta por repetir las señas de identidad que catapultaron a su antecesora. El choque cultural entre vascos y andaluces tiene un nuevo frente: los catalanes. Si en 'Ocho apellidos vascos' Rafa se veía obligado a hacerse pasar por vasco, ahora le toca ser un catalán de pura cepa. Si en la anterior apoyaba a los independentistas vascos, ahora se muestra totalmente entregado con la independencia de Cataluña. La historia se repite, con gags similares aunque más diluidos, intentando divertir y entretener al público sin importunar a las comunidades parodiadas. Las segundas partes suelen ofrecernos doble dosis de los elementos que funcionaron en su predecesora y así ocurre aquí. No solo tendremos más chistes sobre tópicos españoles, también habrá doble ración de comedia romántica. En esta versión cañí de 'La boda de mi mejor amigo', el sentimentalismo invade a sus protagonistas, a todos, y profundiza un poco más en la relación entre las diferentes parejas involucrados en el enlace matrimonial.

El proyecto consigue salir airoso, en parte, gracias al excelente trabajo de su reparto. El gran Karra Elejalde consigue llevar el peso del film con un personaje redondo que funciona exactamente igual de bien con los catalanes. Sin olvidarnos de su inseparable Carme Machi, que sigue demostrando que su Goya es más que merecido, y el carismático y fresco Dani Rovira. Incluso, los tres nuevos fichajes son un gran acierto. El insoportable hipster catalán de Berto Romero nos regala algunos de los mejores momentos de la cinta junto a su abuela, una Rosa María Sardá en todo su esplendor. Aunque tiene menos presencia de la que nos gustaría, Belén Cuesta, que interpreta a la wedding planner, pisa cada vez con más fuerza y se postula como una de las grandes actrices españolas con una capacidad innata para la comedia.

Good Bye, Dani

El sorprendente éxito de 'Ocho apellidos vascos' es complicado que vuelva a repetirse, aunque 'Ocho apellidos catalanes' aterriza en un oportuno momento. El removido contexto sociopolítico del proceso de independencia de Cataluña está en su momento de máxima actualidad y ciertas tramas del film resultan especialmente desternillantes al contar con un fuerte paralelismo con la situación actual que atraviesan. Tal y como ocurrió con el caso vasco, Martínez-Lázaro prefiere no mojarse en los temas más conflictivos, pasando con cuidado para intentar no meterse en un berenjenal. Para parodiar el tema de la independencia recurre a una trama que nos recuerda 'Good Bye, Lenin!', donde Pau hace creer a su abuela que Cataluña se ha independizado, caracterizando el pueblo como si hubiese ocurrido realmente.

A pesar de las críticas negativas que está recibiendo respecto a su antecesora, ni aquella era tan buena ni su secuela es una gran cagada. 'Ocho apellidos catalanes' no ofrece demasiadas novedades, por no decir ninguna salvo Cataluña, pero consigue sacarnos unas cuentas carcajadas y entretenernos durante 99 minutos. Los espectadores que no conectasteis con 'Ocho apellidos vascos' no vais a hacerlo con su secuela. Sin embargo, aquellos que no parasteis de reír con la primera entrega, volveréis a hacerlo de nuevo. La película se estrena el 20 de noviembre en las salas de cine españolas.