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CRÍTICA

'Macbeth': el ruido y la furia

Crítica de 'Macbeth', nueva adaptación de la tragedia de Shakespeare dirigida por Justin Kurzel y protagonizada por Michael Fassbender y Marion Cotillard.

Por Pedro Gómez Alberdi 24 de Diciembre 2015 | 21:00

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Se estima que Shakespeare escribió 'Macbeth' a principios del siglo XVII, aunque no existe consenso a este respecto. El argumento de esta obra de teatro escrita por el genial inglés, toma el personaje histórico real de Macbeth, un barón escocés, para componer una historia ligada a la realidad pero que amplía, desvirtúa y exagera su naturaleza sin pudor. El resultado es una exquisita tragedia de resonancias griegas, que durante siglos ha cautivado invariablemente a audiencias enteras y que muy probablemente seguirá haciéndolo para las generaciones que están por venir.

Fábula sobre la ambición desmedida, 'Macbeth' arranca con una batalla en la que el personaje que da título a la obra se alza vencedor frente a los invasores noruegos e irlandeses. Macbeth lo desconoce pero a oídos de Duncan, rey de Escocia, han llegado alabanzas sobre sus proezas. En el camino de vuelta a casa, Macbeth es abordado por tres brujas, las cuales primero se dirigen a él como thane (barón) de Glamis, luego como thane de Cawdor, y finalmente como rey. Cuando un heraldo le comunica que el rey se propone nombrarle barón de Cawdor en recompensa por el servicio prestado a Escocia, Macbeth tiene la certeza de que el resto de la profecía se cumplirá y de que un día será rey. Lady Macbeth recibe en Inverness una carta de su marido, anticipándole su llegada inminente y relatándole el encuentro con las brujas y la corona prometida. La mujer comenzará entonces a maquinar un plan para asesinar al rey, y embaucará a Macbeth para ayudarla. Una vez el asesinato ha sido cometido, Macbeth será coronado rey y desde ese momento se precipitará a un torbellino de locura y violencia que sacudirá los cimientos del país y que lo abocará a un desgraciado e inevitable destino.

 Michael Fassbender 'Macbeth'

De la historia poderosamente cautivadora concebida por Shakespeare se beneficia esta nueva adaptación al cine del director australiano Justin Kurzel. Adaptar al dramaturgo inglés no debe ser tarea fácil, si tenemos en cuenta que hasta ahora tan solo tres directores se han atrevido a contar por medios cinematográficos esta tragedia universal. Y no es que los nombres de estos directores sean precisamente desconocidos: Orson Welles, Akira Kurosawa y Roman Polanski. Además, cuando estos cineastas decidieron hacer sus versiones de 'Macbeth' ya gozaban de cierto prestigio, por lo que es aun más llamativo el hecho de que esta nueva aproximación a la obra venga firmada por un completo desconocido.

¿Quién es Justin Kurzel?

'Snowtown' y 'The Turning' son los nombres de dos películas que, además de probablemente no decirte nada, también son los dos primeros trabajos del director: la primera es una película que ha cosechado algún que otro discreto premio en algún festival independiente, mientras que la segunda es una película de episodios de varios directores, y de la cual, por tanto, Kurzel solo sería autor en parte. Que la siguiente película en la filmografía del cineasta sea 'Macbeth' resulta, cuanto menos, sorprendente. Supone pasar del completo anonimato a tomar las riendas de un proyecto con gran proyección internacional, con nombres de la talla de Michael Fassbender o Marion Cotillard en el equipo artístico. Así que en cierto modo esta película es la verdadera carta de presentación de Justin Kurzel a la industria, y una declaración de intenciones. Una suerte de debut que se antoja osado y casi temerario, en la medida en que una adaptación de 'Macbeth' puede conducirte tanto al estrellato como sepultar para siempre tu carrera. Afortunadamente Kurzel sale airoso del reto.

Parece que no soy el único que piensa que en la dirección de Kurzel hay cierto nervio, cierto temperamento más propio de un veterano que de un debutante, además de una mirada especial con la que ha sabido dotar a 'Macbeth' de una atmósfera original e hipnotizante. El director ya ha sido contratado para dirigir uno de los proyectos más ambiciosos que se estrenarán en los próximos años; la adaptación del videojuego 'Assasin´s Creed' para la que volverá a contar con el fantástico Michael Fassbender. Esta adaptación ya ha despertado el escepticismo de muchos cinéfilos y el pavor de muchos fans del videojuego original, y si bien es cierto que la película corre el peligro de convertirse en una gran decepción -pues es raro cuando una adaptación de videojuego deja satisfechos a los espectadores- estoy seguro de que su aproximación al material original no dejará indiferente y que visualmente será absolutamente estimulante.

Hago mención al apartado visual, porque creo que es uno de los puntos fuertes de 'Macbeth'. Una fotografía de una plasticidad tosca, de una belleza sucia, una perfecta composición pictórica, los decorados y paisajes, el vestuario... ayudan a hacer de Macbeth una experiencia sensorial inmersiva a cuyo magnetismo es dificil resistirse.

 Marion Cotillard 'Macbeth'

He de decir que la película también destaca gracias a unas interpretaciones centrales magistrales ejecutadas por Michael Fassbender y Marion Cotillard, de quienes se podría decir que llevan toda la vida hablando el lenguaje denso pero de incontestable belleza de Shakespeare. Algún secundario como Sean Harris también realiza una interpretación deslumbrante.

En resumen 'Macbeth' es una estimable película, de resultado irregular pero admirable en su exotismo. Por momentos adolece de arritmia y su montaje me pareció confuso y caprichoso - esas ralentizaciones tan gratuitas-. Con una banda sonora sugerente y unas localizaciones realmente arrebatadoras, la película transmite la sensación en todo momento de que en definitva no es más que un vehiculo para el lucimiento del director. Mi asombro lo ha conseguido, pero también me deja con la ligera sensación de que el conjunto rezuma un aire de pretenciosidad. A 'Macbeth' le reconozco la capacidad encomiable de transmitir belleza en medio de tanto ruido y furia, y para inducir a un trance al que por lo menos yo regresaría con mucho gusto.

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