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CRÍTICA

'El niño y el mundo': La saudade de la infancia

Premio a la Mejor Película y Gran Premio del Público en el Festival de Annecy, premio Annie al Mejor Largometraje Independiente y nominada al Oscar al Mejor Film de Animación.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 28 de Febrero 2016 | 16:08
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Ya lo dijo Ana María Matute: "A veces la infancia es más larga que la vida". Si algo sorprendió en las nominaciones de los 88 premios Oscar fue la inclusión del segundo largometraje del brasileño Alê Abreu, 'El niño y el mundo', en la categoría de Mejor Film de Animación. Aunque se trata de una sorpresa muy grata, ya que la flamante ganadora del premio al Mejor Película y al gran Premio del Público en el Festival de Annecy y el primer filme que se ha alzado con el Annie a la Mejor Película Independiente es un caleidoscopio lleno de color.

Cierto es que Abreu ha logrado hacer de un relato aparentemente sencillo, una interesante reflexión sobre la realidad de su propio país y que puede entenderse más allá de las nacionalidades. Un niño ve cómo su padre decide irse a la ciudad para buscar un empleo, dejando al pequeño con su madre. Sin embargo, el muchacho no quiere dejar de ver a su padre. Por eso, un día decide ir en su busca, adentrándose en un mundo diferente y fantástico, lleno de color... pero también de extraña melancolía. Todo es visto con esa mirada que sólo puede tener la infancia.

El niño y el mundo

Exotismo experimental

Sorprende ver a un cineasta atreverse a crear cine experimental, cercano al surrealismo, enfocado para un público tremendamente joven. De hecho, su actitud puede calificarse de vanguardia. Puesto que hace tiempo nadie se había atrevido a crear este tipo de animación dedicado a la infancia. De hecho, su técnica es asombrosa. En una misma película, Abreu combina un tipo de animación llena de color en la que el público apreciará la belleza artística del Brasil, divertida y completamente animada por la música y la danza. Para que después el cineasta deje las acuarelas y se enfoque en líneas cercanas a las pintadas por los niños, de estilo minimalista y con intención de enfocar todo en las sensaciones que trasmiten sus personajes y, así, evitar la dispersión.

Con lo cual, resulta muy difícil clasificar el tipo de animación que muestra Abreu, nada tiene que ver con el estilo europeo, que dejó obras importantes como 'El lienzo' o 'Un gato en París'; o con el independiente estadounidense. La mirada reflexiva y metafórica de Abreu recuerda a los cortometrajes del realizador suizo Georges Schwizgebel, especialmente en esas escenas teñidas de oscuridad y saudade. La complejidad de Jan Svakmajer también puede percibirse.

El niño y el mundo

La melancolía de la niñez

Si bien, la mirada de Abreu es más amable y enfocada en la infancia. Esto convierte a 'El niño y el mundo' es una excepcional joya de la animación. Su difícil elaboración saca a la palestra un tipo de animación diferente y que apuesta por darle cabida a lo abstracto. Y todo con las miradas de los niños, aquellos que tienen su propio entendimiento a lo que ven. Ya lo dijo Rousseau: "La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras". Un pequeño puede ver el color y lo animado de la vida, pero también las miserias y el dolor que puede padecer la gente.

Con lo cual, Abreu mezcla la saudade propia brasileña, con el realismo mágico iberoamericano, creando una propuesta diferente y muy atrayente. 'El niño y el mundo' es unión de los colores de acuarelas, ceras y crayolas, una experiencia visual única. Si en ediciones anteriores, los Oscar dieron a conocer a Tomm Moore, Sylvain Chomet o Marjane Satrapi, este año es el momento de Brasil con Alê Abreu, con permiso del japonés Hiromasa Yonebayashi con 'El recuerdo de Marnie'. Sin duda, una verdadera maravilla.

Nota: 8/10

Lo mejor: Su animación, entre el surrealismo y la vanguardia.

Lo peor: Es abstracta, puede que algún espectador no la comprenda.

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