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CRÍTICA

'Nuestra hermana pequeña': La firmeza del alma

Hirokazu Kore-eda acierta de nuevo con un relato delicado e intimista. Una obra presentada en el Festival de Cannes y que se alzó con el Premio del Público en el Festival de San Sebastián.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 22 de Marzo 2016 | 13:45
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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D.W. Griffith, considerado padre del cine moderno, dijo: "Lo que el cine necesita es belleza, la hermosura del viento moviéndose entre las hojas de los árboles". Además de Akira Kurosawa, el cine japonés tenía esas dos grandes figuras del cine japonés que son Kenji Mizoguchi y Yasujirô Ozu. Éste último es el claro representante del cine clásico japonés, y del que Hirokazu Kore-eda parece ser un ávido pupilo. Tras propuestas como 'Kiseki', 'Still Walking' o 'De tal padre, tal hijo', llega 'Nuestra hermana pequeña', premio del público en el Festival de San Sebastián.

Sachi, Yoshino y Chika son tres hermanas que viven juntas en Kamakura, en la antigua casa de su abuela, que cuida de las tres. Un día, llega una carta que les informa de la muerte de su padre, que las abandonó cuando eran niñas. Indecisas, finalmente las tres aceptan ir al funeral de su progenitor al que no ven desde hace 15 años. En el sepelio conocerán a Suzu, la hija que tuvo su padre con su primera amante. La chica es una adolescente de 14 años que se ha quedado sola, debido a que su madre murió hace unos años y la tercera esposa de su padre no la quiere. Finalmente, las tres hermanas decidirán cuidar a la pequeña y llevársela a vivir con ellas.

Nuestra hermana pequeña

El amor por la vida rural

Basada en el manga 'Umimachi Diary', de Akimi Yoshida, Kore-eda decide volverse un narrador de una historia de hermanas, de mujeres que han salido adelante solas. Sin duda, todo un acto de rebeldía en un Japón conservador. Más allá de esta imagen, elegante y sutil, el director parece poseído por Ozu gracias a una narrativa pausada, constante y claramente costumbrista. Se trata de un íntimo relato, de cuatro hermanas que desean ser felices, que se quiere y apoyan. Los sentimientos de estas chicas tienen como escenario bellos paisajes del mar, la montaña, los cerezos en flor, todo cuidado al mínimo detalle.

Como hiciese Naomi Kawase con 'Aguas tranquilas' y, en menor medida, con 'Una pastelería en Tokio', Kore-eda muestra cómo la vida y las relaciones tienden a disfrutarse de manera más natural en las zonas de pueblo, alejadas de la impostación de las metrópolis. En esto es todo un experto Isao Takahata, que lo mostró en obras maestras como 'Recuerdos del ayer' o 'El cuento de la princesa Kaguya'.

Nuestra hermana pequeña

Espíritu femenino inquebrantable

No es fácil relatar una sucesión de hechos que son resueltos con espontaneidad. Kore-eda demuestra que se está ante uno de los narradores actuales del cine japonés, con permiso del vetusto Yoji Yamada. Este retrato de la feminidad, fuerte y valerosa, podría considerarse una cara de la misma moneda que mostró recientemente Deniz Gamze Ergüven con 'Mustang'.

Al igual que la propuesta de la realizadora turco-francesa, Kore-eda muestra a cuatro heroínas del día a día, en el que su fuerza reside en un espíritu inquebrantable. Cierto es que comete un error de metraje y que no está al nivel de la desgarradora 'Nadie sabe', pero eso no quita que se está ante uno de los filmes más bellos del último año. Una película que desprende calidez y que invita a tener una sonrisa durante toda su duración. ¿Alguien es capaz de resistir a la belleza de los fuegos artificiales durante la fiesta del Tanabata?

Nota: 8/10

Lo mejor: Su cuarteto de actrices, que desprenden calidez y amor.

Lo peor: Su metraje, en el último acto, resulta algo excesivo.

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