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CRÍTICA

'El héroe de Berlín': ¿Dónde está la pasión?

Lo que prometía ser una gesta que asombraría al mundo, en su salto a la pantalla queda como una anécdota de fin de semana, este Jesse Owens no da la talla.

Por Daniel Lobato Fraile 15 de Abril 2016 | 19:13

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Estamos en los años 30, un negro especialmente dotado para el atletismo se enfrenta a todos los prejuicios raciales imperantes en los EEUU de la época (viendo los informativos, cualquiera diría que la situación ha cambiado mucho), y logra hacerse respetar en la pista. Por si fuera poco, se le da la oportunidad de darle una bofetada al nazismo en toda la cara, en su casa, en los JJOO de Berlín. Ingredientes de película que son una historia real, la de Jesse Owens.

Jesse Owens

Lo que promete ser un aguerrido relato a favor de la igualdad racial y sobre la superación personal, se revela como un biopic insípido, de buenas intenciones pero sin pasión. Stephen Hopkins construye con 'El héroe de Berlín' una película funcional que ante un enemigo atroz (el régimen nazi), olvida mirar en casa. Lo insinúa, sí, y de hecho algunos pasajes de la cinta hablan directamente del tema, pero no deja der ser un tanto condescendiente al respecto. No vaya a ser que moleste mucho a quien no se deba, ni que se sugiera que determinadas actitudes de las autoridades políticas norteamericanas no difieran tanto de las prácticas del gobierno de Hitler.

Si la película evita incomodar, lo que le queda es centrarse en el relato deportivo, en la historia de valor y superación personal que protagonizó Jesse Owens. Pero como cinta acerca del ascenso del atleta (arranca con sus inicios en la Universidad de Ohio y termina con su monumental triunfo en los Juegos de Berlín), tampoco muestra excesivas virtudes.

Falta de épica

Ojo, tampoco grandes defectos. La carrera de este cinematográfico Owens es la del eterno segundón, nadie se acuerda de él una vez terminada la competición. En eso se resume la película. Una vez salidos de la sala ya empezamos a olvidarnos. La cinta carece de grandes momentos que nos inspiren o transmitan el valor de la gesta a la que estamos asistiendo.

Jesse Owens

Valga aquí la comparación con 'Invictus', de Clint Eastwood (por citar un ejemplo más o menos cercano en el tiempo). No faltan las semejanzas entre los dos títulos, interesados en mostrar a unos héroes que deciden enfrentarse a un país y unas autoridades que, en el mejor de los casos, no les toman en serio, dos títulos en los que la cuestión racial no es solo un telón de fondo, y dos títulos en los que el deporte sirve como vehículo para contar un pedazo de las vidas de sus protagonistas y de la historia contemporánea. Pero mientras que Eastwood lograba transmitir la épica y la fuerza del deporte como arma contra el odio, Stephen Hopkins no es capaz de despertar excesivas emociones. Ni siquiera en el que debería ser uno de los momentos cumbres, de esos que tendrían que ponernos la piel de gallina, el estadio olímpico de Berlín en pie, rendido a la gesta de Owens tras conquistar sus cuatro medallas de oro.

Bien es cierto que una carrera de 100 metros tampoco es muy cinematográfica, al menos a priori. Son 10 segundos de pura fuerza explosiva que no ofrecen demasiado material (en comparación con un partido de rugby o baloncesto) con el que jugar tanto en set como en montaje. Esa limitación, con ciertas reservas (estrujándonos el coco se nos pueden ocurrir buenas ideas para hacer más "atractivas" estas carreras, como jugando con la edición de sonido), podemos aceptarla. No así en pruebas como el salto de longitud o los 4x100.

Al final todo se resume al poco esfuerzo puesto por los autores (o por quienes pusieran el dinero). 'El héroe de Berlín' no es más que un biopic al uso, carne de sobremesa que es incapaz de exprimir el potencial que tiene de base, confiándolo todo al buen hacer de su reparto. Pero si el guion y la realización no sorprenden, limitándose a mostrar lo evidente, sin aportar matices... ni el mejor intérprete del mundo hará vibrar al público.

Nota: 5/10

Lo mejor: Dar a conocer la gesta de Jesse Owens a las nuevas generaciones

Lo peor: La falta de ambición de la propuesta