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CAMINO A LOS OSCAR

'La boda de Rachel', carrousel de emociones

Jonathan Demme se enfunda la piel del Dogma para ofrecernos una historia coral repleta de altibajos, si bien resulta noptable en algunos de sus aspectos.

Por Óscar Martínez 20 de Febrero 2009 | 10:14

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Dirigida por Jonathan Demme y protagonizada por Anne Hathaway, Debra Winger, Rosemarie Dewitt, Billy Irwin, Tunde Adebimpe, Anna Deavere Smith, Anisa George y Mather Zickel, 'La boda de Rachel' opta al oscar por la Mejor Actriz Principal.

La película cuenta la historia de Kim, Kym, una joven que se ha pasado los últimos 10 años entrando y saliendo de centros de rehabilitación, y que regresa a casa durante un fin de semana para la boda de su hermana Rachel. A pesar de su juventud, Kym tiene un largo historial de crisis personales, conflictos familiares y estancias en clínicas para rehabilitarse. La boda de Rachel se presenta como la ocasión perfecta para volver a la casa familiar de los Buchman, y limar así las asperezas del pasado. Sin embargo, lo que prometía ser un fin de semana festivo junto a los parientes y amigos de los novios, se complica cuando salen a relucir viejas tensiones. Kym, con su mordacidad habitual, contribuye a ello, formando un retrato familiar algo extraño.

Carrousel de emociones

Irregular película, aunque notable en muchos aspectos, la que nos ofrece Jonathan Demme, cineasta surgido de la factoría Corman que nos ha brindado títulos como 'El silencio de los corderos' o 'Philadelphia', si bien su filmografía contiene títulos más que dudosos como 'Algo salvaje', por poner un ejemplo al azar.

El director de Long Island se transmuta en esta ocasión en heredero del movimiento Dogma y nos ofrece una historia con ínfulas indies, conformando una historia coral con saturación multicultural incluida, tan en boga en estos tiempos que corren. De este modo, los primeros compases de 'La boda de Rachel' transcurren forzados y torpes, con una cámara en mano excesivamente nerviosa, primeros planos, desenfoques grauitos... Por suerte, a medida que el film avanza y se centra en sus protagonistas y su historia, Demme parece olvidarse de su obsesión por radicalizar su estética y nos ofrece un drama familiar notable en líneas generales, si bien peca de cierto efectismo y lágrima fácil.

'La boda de Rachel' es una constante sucesión de introspecciones y giros emocionales (el brindis, la batalla del lavavajillas, etc...), pasando del drama a la comedia con soltura, y brindándonos unas interpretaciones notables, sobretodo en cuanto a personajes secundarios se refiere, siendo Rosemarie Dewitt, Mather Zicke y, por encima del resto, un maravilloso Billy Irwin los principales responsables del éxito general del film.

Por contra, la película de Jonathan Demme peca de cierto exceso tanto de metraje como de vistosidad, dilatándose en exceso en varios pasajes y forzando ciertas situaciones que llegan a no resultar creíbles a pesar de su constante búsqueda de carga dramática. Por su parte, Anne Hathaway firma con solvencia un papel que adquiere una mayor complejidad y verosimilitud gracias al extraordinario elenco de secundarios que la rodea, si bien su constante búsqueda de la introspección monográfica resulta irónicamente paralela a la de su propio personaje.

Con ello, 'La boda de Rachel' es una película digna, impactante en una lectura superficial, pero que oculta muchas carencias de fondo, resultando excesivamente condescendiente consigo misma en más de una ocasión.