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CRÍTICA

'Mi amiga del parque': De la frágil maternidad a la libertad del ser

Crítica de 'Mi amiga del parque', película dirigida por la argentina Ana Katz, que trata los miedos e inseguridades de la maternidad.

Por Amanda Gil Conesa 29 de Julio 2016 | 16:45

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"Cuándo será el día que nos juntemos todos para defendernos como gallinas que defienden a sus pollitos", Nicanor Parra.

Ana Katz e Inés Bortagaray firman un guión, que lejos de presentarnos la maternidad como acostumbramos a ver en la gran y pequeña pantalla, se asemeja más a la realidad. Con sus miedos e inseguridades. Así vive Liz, (interpretada a las mil maravillas por Julieta Zylberberg), metida en una burbuja desde que nació su hijo Nicanor. Una burbuja de la que no sabe cómo salir hasta que le explota en la cara.

Julieta y Ana

'Mi amiga del parque' nos presenta un relato sobre el viaje que realiza todo ser humano cuando de repente es responsable de la vida de otro. Para ello, sin dar demasiadas respuestas a todas las preguntas que propone por el camino, se sirve del surrealismo con tintes de thriller. Una película inclasificable llena de metáforas y personajes estereotipados que contrastan entre ellos.

Como un reflejo de la sociedad en la que vivimos, encontramos en el parque a todo tipo de padres. Esos que se critican entre ellos, los que se apoyan o los que son criticados. Ahí entra Rosa, interpretada por la propia Katz, una de las hermanas R (luego aparecerá Renata), que viene a desmontar el frágil mundo de Liz, construido entre una niñera que se toma la libertad de criar a Nicanor a su manera y un marido fuera de casa.

Hacia la libertad del ser

Liz tiene miedo, pero no del que paraliza. Tiene de ese del que te hace seguir las pistas hacia lo desconocido, y el público sigue el camino de baldosas amarillas con ella, intentando descubrir qué les pasa por la cabeza a Rosa y Renata, de dónde viene ese comportamiento extraño que a veces hace sacar a nuestro "yo" más protector e inseguro. Lo que no sabemos es que el motor de las hermanas es la libertad.

Mi amiga del parque

Ambas guionistas han sabido construir un viaje hacia lo salvaje. Hacia la esencia más pura de las personas, descubriéndonos que todos juzgamos a primera vista y así, perdemos los detalles más bonitos, incluso algunas de las amistades más extrañas pero fructíferas. La división entre clases y demás estereotipos está más que presente, mostrándonos cómo los seres humanos, en vez de juntarnos como gallinas que defienden a sus pollitos, solemos dividirnos.

La cinta, además del extraordinario guión que sigue, está dirigida desde dentro de la historia. Y se nota cuando aparece Katz en pantalla, pues la complicidad entre la cámara y los personajes es más que evidente. De hecho, parece desaparecer y nos obliga a transformarnos en una especie de "voyeur" que sigue los pasos y movimientos de nuestras protagonistas. Sin entenderlas, pero queriendo saber más de ellas.

Un viaje en coche que termina en la libertad del ser. Pistolas de juguete y cambios de chaqueta. Dinero prestado. Pero sobre todo, la capacidad de compresión hacia la multitud de familias y formas de crianza son la clave de esta cinta que no solo dirige, también protagoniza y co-guioniza la argentina Ana Katz.

Nota: 7

Lo mejor: El guión de la película.

Lo peor: Que el público se quede en la superficie de la historia.

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