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CRÍTICA

'Boi Neon': Naturalismo y lirismo con aroma de Brasil

Gabriel Mascaro dirige 'Boi Neon', Premio del Jurado en la sección Horizontes en el 72º Festival de Venecia. Protagonizada por Juliano Cazarré, Maeve Jinkings, Josinaldo Alves y Samya De Lavor.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 16 de Septiembre 2016 | 18:03
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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El salto del documental a la ficción del realizador brasileño Gabriel Mascaro se alabó muy positivamente con 'Vientos de agosto', su primer largometraje de ficción que logró una mención especial en el Festival de Locarno de 2014. En 2015 dio el salto a certámenes más conocidos como el de Venecia con 'Boi Neon', que logró el Premio Especial del Jurado en la sección Horizontes y que también se pudo ver con éxitos en los festivales de Gijón y Río de Janeiro.

Boi Neon

Iremar vive en Pernambuco y trabaja en las Vaquejadas, un tipo de rodeo propio de la zona noreste de Brasil. El joven no tiene casa como tal, vive en el camión donde transporta a las vacas y toros y que comparte con su mejor amigo, Zé. Una amiga suya, Galega, es la conductora del camión y trabaja como bailarina exótica, durante este viaje les acompaña Cacá, la hija preadolescente de Galega, que está de vacaciones. Sin embargo, Iremar siempre ha soñado con ser diseñador de moda, de hecho, siempre es el encargado de arreglarle los trajes a Galega y crearle nuevos modelos. La llegada de una industria textil a la región incentiva en Iremar su sueño.

Belleza y fiereza visual

El cine de Mascaro no es fácil de visionar, ya en 'Vientos de agosto' dejó bien claro que, pese a tratarse de ficción, realmente lo que busca es el mostrar una realidad concreta de su país, un lugar en el que los sueños se entremezclan con la dura posición social, que vive en constante cambio y que puede mostrar su lado más amable y también el más salvaje. En el que caso de 'Boi Neon', el joven Iremar, interpretado estupendamente por Juliano Cazarré, es la contradicción de los sueños y las aspiraciones reales. Por un lado se gana la vida con las Vaquejadas, por otro lado sueña con ser diseñador de moda. Ambas realidades se entremezclan con la llegada de la industria textil. No es que Iremar se convierta en diseñador pero, al menos puede tocar la tela, algo con lo que se conforma.

Boi Neon

Ahí está la parte más crítica de la propuesta de Mascaro, que está hecha con una extraña mezcla de delicadeza y rudeza, entre la elegancia de los caballos y la bravura del toro. El filme sabe sacar partido de sus tonalidades rojizas, de la arena y el contraste con el verde de la flora del país. Cierto es que no llega al lirismo de 'Vientos de agosto', pero 'Boi Neon' sí consigue mostrar una parte de la sociedad brasileña, siempre con un enfoque entre costumbrista y documental.

El lirismo de la realidad de Pernambuco

Cierto es que la cinta, como pasó en su propuesta anterior, carece de una narración clara, en lo que evidencia la intención del cineasta de crear una propuesta cercana a su fuerte, el documental, más que a la ficción en sí. Mascaro puede estar cerca el cine de la excepcional Naomi Kawase, con un punto entre el lirismo del realismo mágico propio sudamericano con el ejecución pausada y lánguida de la aclamada realizadora.

Boi Neon

Con lo cual, 'Boi Neon' se convierte en una estupenda propuesta en la que, una vez se logra entrar, se disfruta gracias a su potente apartado visual como también unas interpretaciones fehacientes que acercan al espectador a la dura realidad de las clases bajas de Pernambuco. Una mirada adulta y más oscura de lo que fue la magistral 'El niño y el mundo'. La poesía y belleza de la cruda realidad.

Nota: 8

Lo mejor: Su belleza y lírica visual.

Lo peor: La falta de una narrativa concreta.

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