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CRÍTICA

'Dead Slow Ahead': El viaje a ninguna parte

Mauro Herce debuta en la dirección con un potentísimo viaje sensorial que navega entre géneros.

Por Iván Ginés Fernández 28 de Octubre 2016 | 13:07

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Después de pasar por un gran número de festivales y cosechar grandes éxitos en algunos de ellos, entre los que destacan el Premio Especial del Jurado (Cineasti del presente) en el Festival de Locarno y una Mención Especial en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, se estrena en cines 'Dead Slow Ahead', la ópera prima del director de fotografía Mauro Herce, conocido por su trabajo en 'Mimosas', el film de Oliver Laxe que ganó el Premio Semana de la Crítica en el pasado Festival de Cannes.

Esta es la carta de presentación de un cineasta que se aleja de la narrativa convencional para ofrecernos una experiencia sensorial única, una inmersión en un fantasmal carguero cuya tripulación es en su mayoría filipina. Un acercamiento sumamente personal a la ciencia ficción, con determinadas e interesantes reflexiones sobre el mundo en el que vivimos, pero despojado de etiquetas y ataduras; un viaje en el sentido literal de la palabra.

'Dead Slow Ahead' #1

Sin una línea argumental que seguir, ni fina ni gruesa, y haciendo uso de las armas más potentes con las que cuenta el séptimo arte desde su nacimiento, la imagen y el sonido, Mauro Herce experimenta con las infinitas posibilidades que ofrecen y realizar un trabajo en el que se evidencia su experiencia como director de fotografía; la textura, los colores y el movimiento de sus imágenes llenan de vida el interior de un carguero deshabitado, pues su tripulación se confunde con los engranajes, las piezas y las máquinas que los prolongados planos fijos nos muestran. Como una especie de ensoñación o una experiencia bajo los efectos de sustancias alucinógenas, 'Dead Slow Ahead' navega entre el documental, la ficción y la ciencia ficción de un modo inclasificable.

'Dead Sloe Ahead' #2

El individuo frente al cosmos y en su interior

Si bien es evidente que no existe una narración tal y como la conocemos, la película presenta -detrás de las imágenes y el excelente diseño sonoro, sus verdaderos motores- una interesante visión sobre la alienación y las consecuencias del capitalismo, que nos somete y esclaviza en viajes de no retorno, en un continuo estado de duermevela -el poder narcótico de algunas imágenes nos atrapa aun extenuados- donde nuestra importancia es prácticamente nula.

Las conversaciones entre los miembros de la tripulación del Fair Lady y sus familias, además de transmitir la monotonía de su trabajo mecánico y la temporalidad de la diégesis, contextualiza el viaje e introduce un trasfondo tan obvio como nimio dentro de la obra. Al fin y al cabo, parece que las intenciones finales de Herce no se materializaron durante el rodaje en el carguero sino en la sala de montaje. Por lo tanto, la mirada crítica y social es insignificante en comparación con la recepción sensorial, la percepción única e irrepetible de cada uno de nosotros.

'Dead Slow Ahead' #3

Hay sitio para un cine importante

'Dead Slow Ahead' es uno de esos trabajos patrios que marginamos sistemáticamente, los cuales tienen que encontrar su lugar en festivales extranjeros. En España, la plataforma idónea para las voces emergentes de nuestro cine debería ser el Festival de Málaga, pero está claro que su existencia está más relacionada con la presencia de determinados rostros que con el objetivo de promover y promocionar el talento de nuestros cineastas.

Este fantasmagórico relato se nutre de un ritmo que se crea a partir de la satisfactoria combinación entre las imágenes -algunas del interior del barco, otras del océano que atraviesa- y los sonidos del propio carguero, convirtiéndose por momentos en una terrorífica pesadilla. Este viaje hacia ninguna parte concluye con una especie de salto a otra dimensión, que no representa el final del trayecto para la tripulación sino para nosotros mismos, remitiendo a una obra maestra como '2001: Una odisea del espacio'. En esta excepcional sinfonía de movimientos es obligatoria la implicación del observador, de quien depende por completo la significación final de una obra invaluable, inclasificable e inimitable.

Nota: 7

Lo mejor: El excelente diseño sonoro que envuelve y complementa a las imponentes imágenes de este trayecto sin retorno.

Lo peor: Que el disfrute es directamente proporcional a la implicación del espectador.

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