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CRÍTICA

'Guerrera (Sangre y honor)': La culpabilidad en el nazismo moderno

David Wnendt dirige 'Guerrera (Sangre y honor)', que llega después de 5 años desde su estreno en Alemania. Protagonizada por Alina Levshin, Jella Haase y Gerdy Zint.

Por Diego Alfonso Pizarro Da Costa 19 de Noviembre 2016 | 18:51

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Uno de los grandes miedos en la sociedad actual es que se vuelvan a cometer los terribles errores que en épocas pasadas se han producido. Una de ellas es el nazismo, que todavía a día de hoy tiene algunas secuelas irreparables. La industria cinematográfica alemana ha echado mano de esta época histórica no solamente en formato de película biográfica o contando qué pasó en aquellos momentos, sino mostrando al público que también puede ocurrir en la actualidad. Ya en 2008 llegaba a los espectadores la sobrecogedora 'La ola', en la que pudimos ver cómo los jóvenes podrían ser perfectamente la base de un nuevo fascismo. David Wnendt nos muestra una nueva perspectiva con 'Guerrera (Sangre y honor)', donde se concentrará en su protagonista, Marisa y cómo influye esta tendencia política en su vida.

La película nos transporta a Alemania, donde una joven de 20 años, Marisa, vive totalmente inmersa en un grupo de neonazis que no les tiembla el pulso a la hora de realizar actos vandálicos contra personas de otros países. La violencia, el sexo y el alcohol son su rutina, que solamente se ve rota cuando acude a visitar a su abuelo al hospital. A la vida de Marisa llegarán dos personas que harán que su realidad se complique. Por un lado la llegada de Svenja, una adolescente de 15 años dispuesta a entrar en el grupo y por otro, Rasul, un joven afgano que provocará problemas con el novio de Marisa, Sandro.

 'Guerrera (Sangre y honor)'

A diferencia de la película 'La ola', 'Guerrera (Sangre y honor)' busca una introspección directa en cómo influye esta doctrina política en las personas que la profesan abierta y activamente. El guion de Wnendt se focaliza en los sentimientos y vivencias de Marisa, realiza un análisis profundo de su personalidad y de cómo ha llegado hasta ese punto. La evolución de su personaje está realizado de forma muy positiva, dado que la coherencia narrativa se va plasmando de una manera fina que permite que sin darnos cuenta hayamos conectado totalmente con Marisa. Esto es un punto a favor para la realización del personaje, dado que a primera vista, teniendo en cuenta su personalidad, no es un personaje que parezca que va a empatizar con el público y mucho menos causar simpatía, por esta razón es de aplaudir la manera en que se produce una metamorfosis, que permite mostrar a los espectadores que no se ha caído en el cliché y va más allá.

Alina Levshin da una de las mejores interpretaciones de su carrera, dotando de humanidad al personaje de Marisa. La manera en la cual cuida los pequeños detalles que hacen de Marisa una protagonista real, es que no escatima en mostrar aquellos sentimientos necesarios para comprender su historia. Lo bueno de Levshin es que pese a una evolución notoria, no quita esa personalidad fuerte que tiene su personaje, lo que se podría decir que aunque las diferentes situaciones de vida te cambien, Levshin no se olvida en ningún momento de la esencia principal de Marisa y mantiene lo necesario para que no parezca otro personaje dibujado. Por esta parte, Jella Haase, Svenja en el film, queda opacada totalmente por Levshin. Su contribución es correcta pero no da una interpretación magistral, apenas hay un atisbo de personalidad que permita conectar con su historia, pese a estar en ella la transformación hacia el nazismo. Tal vez hubiera sido más positivo que Haase hubiera quitado esa coraza visual que aparece en algunas escenas.

 'Guerrera (Sangre y honor)'

El proceso de transformación es una de las piezas claves de la película. Encontramos una doble metamorfosis y en direcciones totalmente contrarias que se encuentran en un punto medio para finalmente, después del encuentro, separarse definitivamente. Por un lado, Marisa pasa de ser una ferviente creyente de Hitler y su doctrina de racismo y violencia a una joven que decide ayudar a un afgano, del cual se siente culpable por un ataque realizado por ella misma. Esta conversión es lo que consigue dotar de dinamismo y personalidad de Marisa y atraiga al público. Por otro lado, la conversión también se da en Svenja, una joven de 15 años que únicamente en un primer momento tiene problemas por su adicción al tabaco. Con una vida asfixiante, encuentra cariño en el grupo de neonazis del que forma parte uno de sus affaires. Tanto como Marisa como Svenja quedarán unidas en un momento, pero más tarde las dos evolucionarán en un lado opuesto que culminará con la catarsis más importante del film.

Las historias paralelas en torno al personaje de Marisa, Svenja y Rasul apoyarán la premisa principal, que de esta manera no se encuentra vacía sino acompañada. Por un lado, la historia del abuelo que nos permite conocer en mayor profundidad la realidad de Marisa y el porqué de la relación tan nefasta con su madre. Por otro, Svenja y su familia, en especial su padre, un monstruo vestido de hombre que únicamente busca el control absoluto de su casa y por último, Rasul, envuelto en la realidad dura de un inmigrante, que pierde a su hermano y debe buscar una solución para poder reunirse con su familia en Suecia. Estas tres vertientes consiguen dar mayor ritmo y complejidad a la historia original, lo que es todo un acierto para la estructura del film.

 'Guerrera (Sangre y honor)'

A fuego lento

Uno de los problemas más notorios de 'Guerrera (Sangre y honor)' es la dificultad que tiene para arrancar durante la primera parte del film. Tal vez esa llegada a su realidad suburbana y punk se extienda demasiado en el tiempo, lo que hace que al principio se piense que estamos no ante una película de descubrimiento, sino una que aborde de lleno cómo funcionan este tipo de bandas criminales. A consecuencia de esto, el desenlace de la película se presenta de una manera más rápida y en ocasiones abrupta, con lo que hubiera sido un acierto poder desentrañar más ese lado sentimental y ese dilema moral que se presenta en los diferentes personajes del largometraje.

Por último, pese a que el acompañamiento de las historias paralelas están bien construidas, sí hubiera sido un acierto adentrarnos en conocer más sobre personajes que se convierten en decisivos al final del film. Un poco más de peso para el personaje de Winnie Böwe, la madre de Marisa, o conocer por qué Melanie no termina de conectar con el grupo de neonazis del qué forma parte. Son tramas que quedan un poco flojas, pero que pese a ello, no influyen tanto como para que la película haga aguas, aunque sí deja con ganas de saber lo qué hay detrás. En conclusión, 'Guerrera (Sangre y honor)' es una película que no solamente nos habla de una realidad que existe, dura y triste, sino también de la humanidad, de la moral, de la culpabilidad y sobre todo, del amor. En cines desde el 19 de noviembre.

Nota: 7/10

Lo mejor: La construcción y evolución del personaje de Marisa.

Lo peor: La falta de dinamismo y lentitud durante la primera parte del film.

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