å

CRÍTICA

'Madre sólo hay una': La identidad y los lazos familiares

Anna Muylaert dirige 'Madre sólo hay una', premio a la mejor dirección y al mejor actor en la 61ª edición de la Seminci de Valladolid y presentada en la Sección Panorama del 64º Festival de Cine de Berlín.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 2 de Diciembre 2016 | 16:41
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

Comparte:

¡Comenta!

Napoleón Bonaparte dijo: "El porvenir de un hijo es siempre obra de su madre". La figura materna y, por extensión, el valor de la familia ha sido una constante en el cine de Anna Muylaert. Las relaciones con los progenitores no son nada fáciles y pueden servir de metáforas hacia la propia sociedad. Como ya ocurrió con la magnífica 'Una segunda madre', Muylaert vuelve con 'Madre sólo hay una', premio a la mejor dirección y al mejor actor en la 61ª edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) y que fue presentada en la sección Panorama del 64º Festival de Cine de Berlín.

Madre sólo hay una

Pierre tiene 17 años y está en una edad complicada y en la que está definiendo su personalidad. Su padre murió hace unos años y vive con su madre, Aracy, que lo quiere y lo protege, y su hermana pequeña, a la que adora. Sin embargo, toda su vida se tambalea cuando descubre una terrible verdad: Cuando era un bebé fue robado del hospital por su supuesta madre, como también hizo con su hermana pequeña. Esto provoca que Aracy sea detenida y debe enfrentarse a una nueva realidad, a una nueva familia. De esta manera descubre que su verdadero nombre es Felipe y que sus madres, Gloria y Mateus, llevaban esperándole desde hace 17 años, como su hermano pequeño Joca. Su nueva situación familiar no será fácil.

Ruptura de esquemas

Para su quinta película, la cineasta retoma la relación materno-filial que ya se vio en 'Una segunda madre'. Sin embargo, con 'Madre sólo hay una', la directora rompe sus propios esquemas al rodar el filme de una manera completamente diferente, de manera casi caótica y enfocada en el hijo y no en la progenitora. Esto hace que el estilo visual del largometraje sea completamente distinto a lo ya visto tanto en la ya citada 'Una segunda madre' como 'Durval Discos' o 'Prohibido fumar'.

Madre sólo hay una

De manera, que la directora, y también guionista, hace que el espectador entre de lleno en la vida de Pierre gracias a ciertas escenas rodadas con planos secuencia de forma que lo que se percibe es la complicada mirada del chico adolescente. Porque, más que un drama sobre "niños robados", el caso tiene base real, se trata de la identidad personal de un joven y los lazos afectivos que tiene en su vida. De ahí, que Muylaert haya acertado poniendo a la actriz Dani Nefussi con el doble papel de madre afectiva y madre biológica, un detalle apenas perceptible pero dotado de una gran fuerza.

Los lazos que unen

Cierto es que la cinta no es tan redonda como 'Una segunda madre', pero sí demuestra la magnífica habilidad de Muylaert de romper con sus propios esquemas y ofrecer propuestas con temática similar pero rodadas de una manera innovadora, de forma que logre atrapar al público y la crítica gracias a un cambio de enfoque. También acierta con la elección de Naomi Nero, premio al mejor actor en la 61ª Seminci, un personaje más de expresiones internas y es muy difícil de catalogar, una apuesta por mostrar la diversidad afectivo-sexual que hay tanto en la orientación como en la identidad sexual.

Madre sólo hay una

Esto provoca que 'Madre sólo hay una' sea una estupenda propuesta para deconstruir y levantar tanto los lazos afectivos familiares como los relacionados con la orientación sexual y la identidad de género. Dentro de su aparente caos, Muylaert crea un drama familiar comprometido, arriesgado y con sello propio. Una evidencia más de que se está ante una de las grandes cineastas brasileñas del momento, heredera de la mirada de la juventud de cineastas como Téchiné y contemporánea a Céline Sciamma, maravillosa.

Nota: 8

Lo mejor: Su apuesta por lo queer y lo diverso de manera espontánea y su reflexión sobre los lazos familiares.

Lo peor: No hay sorpresas en su ejecución.