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CRÍTICA

'Passengers': Jennifer Lawrence, Chris Pratt y su lujosa y predecible claustrofobia

La química entre Jennifer Lawrence y Chris Pratt salva una superproducción con un buen diseño y apartado visual, pero con un guion cuyos giros se ven venir demasiado. En cines el 30 de diciembre.

Jesús Agudo
Por Jesús Agudo Más 15 de Diciembre 2016 | 15:00
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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'Passengers' parece una de esas películas que están diseñadas al milímetro para convertirse en pelotazos. Además de contar con, posiblemente, la actriz y el actor más solicitados del momento, nos presenta lo que apunta a ser un intenso romance en un escenario muy llamativo como es una lujosa nave espacial. 'Passengers' quiere aspirar a ser la 'Titanic' del espacio. ¿Pero consigue llegar a puerto o naufraga por el camino?

La película, dirigida por Morten Tyldum ('The Imitation Game (Descifrando Enigma)'), nos presenta a Jim y Aurora, dos pasajeros del Avalon, un crucero espacial que lleva a unos cuantos miles de personas a un nuevo planeta que colonizar después de un viaje de 120 años. Pero Jim y Aurora han despertado de su hibernación demasiado pronto, 90 años antes concretamente. Si no encuentran la forma de solucionarlo, no llegarán vivos a su nuevo hogar. Y ese es solo uno de sus problemas, porque la nave entera corre peligro y, si no consiguen arreglarla, no solo morirán ellos, sino toda la tripulación.

Passengers

'Passengers' empieza de forma muy sólida. Nos presenta a estos dos personajes, que gracias al carisma de Chris Pratt y Jennifer Lawrence conectan rápidamente con el espectador. Jim es un ingeniero que, ahora que la Tierra es todo automatizado y desechable, quiere sentir cómo es construir su propia casa, ayudar a que una civilización se asiente en un nuevo lugar. Aurora es periodista que vive bajo la sombra de su padre, un famoso reportero que vivió un sinfín de aventuras y tuvo mucho éxito. Ella quiere seguir sus pasos y se embarca en un viaje de ida y vuelta en el Avalon, sacrificando toda su vida anterior, ya que cuando ella regrese a la Tierra, todos llevarán muchísimo tiempo muertos. Tenemos, al igual que 'Titanic', el caso de un hombre de pocos recursos y una mujer que está acostumbrada a vivir muy bien. Gracias a ellos descubrimos que el Avalon no rompe con las barreras de las clases sociales, mimando a los que se lo pueden permitir, y coartando bastante la libertad de los "pobres", aunque sea solo en no poder elegir más allá de un desayuno básico.

El escenario principal, la nave, recuerda bastante a la Axioma de 'Wall-E'. Es todo un complejo lleno de comodidades y lujos, desde restaurantes de distintas partes del mundo (cada uno con robots "customizados" a la japonesa o la mexicana), a pistas de deporte, cine, piscina con vistas al infinito universo o una gigantesca máquina de baile. Porque Jim y Aurora no están gordos como los señores de Pixar, ellos son atléticos, guapos, ideales. Como toda la película. El diseño de la nave, el vestuario de ellos, todo está diseñado para ser deslumbrante. Y a ese respecto no se nota mucho si hay cosas hechas a ordenador, incluso el androide camarero interpretado por Michael Sheen da mucho el pego, y es un gran personaje complementario gracias al trabajo del actor. Es un alivio cómico necesario en una película que se apoya casi todo el tiempo en dos personajes.

Passengers

Chris Pratt y Jennifer Lawrence también hacen un buen trabajo como el centro de la trama. Resulta muy convincente su ansiedad inicial al darse cuenta de que pueden estar condenados a pasar lo que les queda de vida encerrados en la nave teniéndose solo el uno al otro, cómo acaban pasando a la resignación y a intentar aprovechar las posibilidades que les da la Avalon, cómo va surgiendo la atracción y cómo regresa la desesperación cuando todo se tuerce. Particularmente interesante es el personaje de Pratt, que llegamos a conocer un poco más en profundidad que el de Lawrence, y tiene capas que darán para conversación (más allá de su trasero, que también). Eso sí, son el prototipo de protagonistas perfectos: son ideales, guapísimos, y siempre encuentran la solución a todo, aunque sea en el último momento. Tienen suerte de que el carisma de ambos se haya traducido en una gran química, porque sin ella esta película se encontraría completamente a la deriva. Su historia es de lo más interesante que ofrece 'Passengers', una relación que pasa de la luz a la oscuridad y nos muestra muchas caras de la pasión (aunque se quede en los límites del PG-13, por mucho que hayan cacareado sobre la escena de sexo).

De la pasión al desastre

El guion, sin embargo, no conseguirá engancharnos tanto como Pratt y Lawrence. Al principio de la cinta, Tyldum se centra más en la parte del romance que en lo que es la acción, y va a buen ritmo. Luego vamos viendo cómo poco a poco la Avalon va llegando a un punto crítico. Cuando entramos ya en el punto en el que Jim y Aurora son plenamente conscientes de que algo va muy mal, el último arco de la cinta, Jon Spaihts empieza a volverse más descuidado, empieza a contar todo de una forma más caótica y se toma demasiados atajos, como el que representa el personaje de Laurence Fishburne. En pocos momentos se genera una tensión real, pero no es culpa de ellos sino de los vago que es el guion. Si conectamos con los momentos 'Gravity' de 'Passengers' es gracias a que habremos cogido cariño a los personajes, pero todos los giros de guión se ven venir y la resolución de la película llega tan a trompicones que la sensación final es menos espectacular de lo que debería ser. El gran punto flaco es, precisamente, ese, que no inventa nada y que vemos hacia dónde van en todo momento. Aunque han incidido mucho en que no desvelemos las sorpresas del guión, lo cierto es que no es necesario, porque son demasiado fáciles de pillar. También os insto a que si no habéis visto el tráiler, os lo ahorréis, así a lo mejor alguno de los giros sí consigue pillaros desprevenidos.

Passengers

En general, 'Passengers' se disfruta bastante. Sobre todo gracias a Lawrence y Pratt, y a un apartado visual muy "blockbusteriano" pero muy efectivo, con buenos efectos especiales. Probablemente no se quede grabada en nuestro cerebro por mucho tiempo una vez hayamos salido de la sala, pero al ser algo menos de dos horas, es un perfecto escape de nuestro mundanal ruido, y los dos protagonistas, sus pasado, sus aspiraciones de futuro y la relación que forjan, resultan muy interesantes. Pero es una historia que podría haber dado mucho más de sí si no hubiera optado por un desarrollo tan predecible o si hubiera sido todo lo valiente o pionera que sí son sus dos protagonistas.

Nota: 6

Lo mejor: La química entre Chris Pratt y Jennifer Lawrence. Lo ideal que es todo visualmente.

Lo peor: La trama se ve venir a kilómetros y un tercer acto muy descuidado no dejan el sabor de boca que debería.