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CRÍTICA

'Júlia ist': Matar al yo con una beca Erasmus

Cuando Júlia traslada toda su vida a Berlín tras aceptar una beca Erasmus, se encontrará vacía y tendrá que rehacerse a sí misma.

Por Sandra Sánchez Guerra 16 de Junio 2017 | 09:38

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El viaje de Júlia no es fácil. Nace de los agravios inconscientes y los silencios que se crean a ambos lados de una pantalla de ordenador durante una conversación por Skype cuando se acepta una beca Erasmus y continúa con la búsqueda de uno mismo y el despertar. Sufre con los obstáculos que ponen a prueba la madurez tardía y se eleva con esa sensación de libertad que da una primera experiencia en el extranjero, perjudicada por la necesidad de un anclaje emocional.

 'Júlia ist'

A Elena Martín, directora y protagonista de 'Júlia ist', le apetecía hablar de su estancia como Erasmus en Berlín, desmitificar todos esos fuegos artificiales que envuelven en la gran pantalla esta beca de estudios como una montaña rusa sólo de subida. La opera prima de Martín, que fue una de las protagonistas de la aclamada 'Las amigas de Àgata', se rodó en los huecos libres que tenía la directora novel, a caballo entre Berlín y Barcelona para dar forma a su trabajo de fin de carrera de Comunicación Audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra. El resultado ha impresionado en la sección ZonaZine del Festival de Málaga.

Que los inicios son duros, Martín te lo muestra de una forma naturalista, una máxima de menos es más que reina a lo largo de todo el largometraje y que es el principal punto a favor de su propuesta en la gran pantalla. Júlia, una estudiante de arquitectura natural de Barcelona, deja su vida acomodada para embarcarse en la mayor aventura que un universitario puede vivir: una beca Erasmus. Aterriza en Berlín, alejada de todas sus raíces, familiares y sentimentales, y empieza a darse cuenta de que nada era como se esperaba. Adaptarse al país le cuesta, seguir el ritmo de las clases también, y de integrarse y hacer amigos ya ni hablamos. Su propio piso de emancipada universitaria le parece una cárcel y hablar con su novio Jordi por Skype se torna poco a poco en una rutina pesada y nada apetecible.

 'Júlia ist'

Tras el caos instantáneo al cambiar de aires, Júlia empieza a aclimatarse al frío inherente de Berlín y echa a volar, se aleja del nido para crearse a sí misma, pero lo hace sin dirección, a ciegas. Realmente está perdida y ese sentimiento de desorientación emocional queda perfectamente transmitido ante la cámara dando lugar a un filme que respira verdad, que se detiene en los momentos oportunos a reflexionar y, sobre todo, que se aprovecha de los silencios y los convierte en su mejor aliado.

'Júlia ist' no busca impresionar y su mayor mérito es que lo consiga con un punto de vista naturalista, sin artificios y abogando por la cotidianidad de la vida sin complejos: de una habitación llena de trastos pero vacía, de una iluminación que emana de una pantalla de ordenador, de un menú de comida rápida en plena calle... Se apoya durante buena parte del metraje en el movimiento de cámara en mano para seguir al personaje principal, así como en una temporalidad dada por el montaje que recoge los vacíos a los que se enfrenta Júlia.

 'Júlia ist'

Es sutil y certera, y da en el blanco con el espectador al hablar de la continua necesidad de adaptación a la que nos vemos abocados hoy en día. La llamada resiliencia apesta, era tan sólo un cuento chino, y es una caída en picado que puede costarte la vida o, al menos, lo que solías llamar vida y te había condicionado como persona.

En su imperfección reside la fuerza. No porque incurra en fallos o en contradicciones que perjudiquen a la historia, sino porque, por ejemplo, en la preproducción del largometraje Elena Martín buscaba a una protagonista que fuese capaz de improvisar en alemán. Son esas licencias creativas lo que, sumado a una narración correcta de los acontecimientos fílmicos y de unos comedidos recursos sonoros, estimulan la importancia y la pureza del personaje principal en un entorno sin filtros.

Nota: 8

Lo mejor: La intimidad y la verdad que encierra una película tan honesta.

Lo peor: Los detalles inconclusos de la trama que, aún siendo intencionados, te crean la necesidad de saber más.

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