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ENTREVISTA ECARTELERA

Carlos Zaragoza ('Emoji: La película'): "En España te llaman artista de forma peyorativa"

Hablamos con el diseñador de producción de 'Emoji: La película' acerca de los retos de crear un mundo original y sobre el estigma con el que cargan los artistas en España.

Por Alejandro Rodera Herrero 9 de Agosto 2017 | 18:16

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El talento español fluye por las venas de Hollywood. Normalmente nos fijamos sólo en los compatriotas que dirigen o escriben grandes producciones estadounidenses, pero entre los engranajes de esos proyectos hay más creativos españoles de lo que podría parecer a simple vista. El madrileño Carlos Zaragoza es uno de ellos. Desde hace una década este pintor reconvertido a director de arte y diseñador de producción trabaja en el campo de la animación en la meca del cine.

Justo antes de emigrar recibió el premio del Gremio de Directores de Arte de Estados Unidos por su trabajo en 'El laberinto del fauno' y, tras colaborar en numerosas ocasiones con DreamWorks, ahora ha debutado como jefe de equipo en una película animada con 'Emoji: La película'. En una de sus ocasionales visitas a Madrid, el artista nos recibió para contarnos cómo fue el intenso proceso de llevar a la gran pantalla unas imágenes a las que recurrimos a diario para expresarnos.

Carlos Zaragoza

eCartelera: Cuando te llamaron y te dijeron que estaban desarrollando una película protagonizada por emojis, ¿qué fue lo primero que te vino a la cabeza?

Carlos Zaragoza: Lo mismo que a casi todo el mundo: qué idea tan absurda y ¿qué es esto? Realmente allí estás acostumbrado a estas cosas. Yo antes trabajaba en imagen real y hacía películas sobre narcotraficantes, politoxicómanos, prostitutas... Y desde hace diez años hago cine de animación y es todo muy familiar, seguro... Y este tipo de ideas son algo bastante habitual. Por otro lado, hice la entrevista con el director, Tony Leondis, que me hizo un pitch muy breve de la historia y me pareció muy interesante. Desde el punto de vista del diseño, era crear un mundo que no existe desde cero, algo absolutamente imaginario. Entonces me lancé encantado.

eC: Hace unas semanas T.J. Miller dijo que asistió al pitch de la película simplemente para saber "cómo coño se podía hacer una película sobre emojis." Y entre el público también ha habido una reacción de incredulidad, ¿cómo ha sido el reto de sacar adelante una película que ha despertado tal curiosidad entre la gente?

CZ: El reto más gordo es convertir una serie de pictogramas o iconos en personajes y contar una historia con la que los espectadores empaticen y se emocionen. Porque al fin y al cabo son iconos con expresiones limitadas. Entonces ha sido todo el proceso de convertirlos en personajes de verdad.

eC: Como diseñador de producción, que es una tarea un tanto desconocida para buena parte del público, ¿en qué ha consistido tu trabajo dentro de la película?

CZ: Es desconocida, aunque aquí en España ya se empieza a utilizar más, pero tradicionalmente el jefe de equipo era el director de arte y luego había ayudantes de decoración, que es como hice todas las películas en las que trabajé aquí. Ahora en las películas más grandes hay varios directores de arte y un diseñador de producción que supervisa a los demás. Lo bueno es que en animación el trabajo es infinitamente más creativo que en imagen real, y lo más emocionante para mí es coger el tratamiento de la historia del director, que me cuente su visión y, en esta película, empezar desde cero con un brainstorming de ideas y hacerles propuestas. Cuando al principio estás solo frente al guion, es lo más interesante.

eC: Has trabajado en varios proyectos de DreamWorks y otros títulos de animación relevantes, ¿cuál ha sido la principal diferencia entre aquellos trabajos y el que has desempeñado en 'Emoji: La película'?

CZ: Este era mi primer proyecto en animación como diseñador de producción. En los otros proyectos fue un trabajo fascinante, pero para mí era hacer de nuevo lo que ya había hecho en acción real, pero en animación. A mí me encanta hacerme cargo de una sola secuencia o un escenario, pero con el trabajo de diseñador de producción estás en el meollo creativo, trabajando con el director y los escritores desde el principio. Y lo echaba de menos, es lo que más me ha gustado.

'Emoji: La película'

eC: Como has dicho antes, cuando estabas en España trabajabas en acción real, ¿prefieres ese ámbito o el de la animación?

CZ: Me gustan los dos, siempre que sea un proyecto interesante. Obviamente, me gusta hacer ciencia ficción, fantasía, películas históricas... Está muy bien hacer un drama contemporáneo que transcurra en una oficina, pero todo lo que implique diseñar e imaginar cosas desde el principio es lo mejor.

eC: Al marcharte a Estados Unidos, ¿cómo te adaptaste a ese nuevo entorno donde tu cargo no se encuentra tan diluido como en España?

CZ: Hay una gran diferencia en muchos sentidos, pero lo bueno es que he conocido el mundo de la animación en España desde fuera, encontrándome con los profesionales en Londres, en Canadá, aquí. Y creo que ha cambiado mucho y ahora están más actualizados y al tanto de lo que sucede en cualquier otro sitio. Ya no es tan diferente, pero el tratamiento sí. Hay una cosa que es importantísima, que es el respeto que se tiene tanto en Inglaterra como en Canadá o en Estados Unidos al trabajo de los artistas. Sé que es un tema recurrente, pero es muy real. Aquí cada vez que alguien me llamaba artista, la mitad de las veces era de forma peyorativa. En cambio, en Londres y en Estados Unidos saben que estás haciendo un trabajo muy duro, muy intenso, al que le dedicas un montón de horas y con el que te implicas emocionalmente.

eC: ¿A qué referencias habéis recurrido para dotar de tridimensionalidad emocional a los emojis?

CZ: Tony y yo somos muy diferentes. Tony viene del mundo tradicional de animación, para él las referencias vienen sobre todo del entorno de Disney y Pixar. Para mí es diferente, porque no vengo de ese mundo y tengo un concepto más abierto, pero he aprendido mucho de él en ese sentido: qué funciona y qué no, cómo hacer que un personaje que es básicamente una pelota transmita emociones al público. Yo cada vez que empiezo una película lo hago de cero, no quiero mirar a un lado y a otro. En esta película he trabajado con un montón de gente y hay que elegir los diferentes equipos. Allí gran parte de los artistas tienen unas influencias muy claras de Pixar, Disney, DreamWorks... y lo que he intentado es hacer una combinación de artistas que vienen de mundos diferentes. Por ejemplo, contraté a un character designer llamado Maroto y él no viene de ese mundo tradicional. También ha participado un diseñador que está en Francia y viene del mundo de los videojuegos. Por eso les pido que no vayan a lugares comunes y que piensen en lo que les sugiere la historia. A lo mejor están viendo 'Juego de Tronos' mientras trabajan, pero yo siempre les impulso a diseñar de forma original. Los estudios tienen un bagaje de autohomenaje y repetición muy gordo, y yo prefiero buscar mi inspiración en la vida real y otros medios que no sean la animación.

'Emoji: La película'

eC: Hace años la gente fue un tanto escéptica con el anuncio de que se haría una película centrada en LEGO, y ahora se está desarrollando una franquicia. 'Emoji: La película' tuvo una recepción similar, al igual que los proyectos sobre Minecraft o Monopoly, ¿crees que hoy en día se puede hacer una película sobre cualquier cosa?

CZ: Aquí en Europa gran parte del cine, aunque sea una industria, se hace porque queremos contar historias y porque sí a veces. Y eso en Hollywood es absolutamente inédito, es una industria al cien por cien. Hay que juntar a gente con talento con unos intereses comerciales. Disney es el representante absoluto de esto. El negocio de 'Cars' no está en la película, sino en el merchandising. En el caso de los emojis es diferente, porque no están registrados, entonces cualquiera puede hacer una película. Lo que está registrado son los diseños específicos, así que hemos trabajado con el departamento legal todos los días. Hemos tenido que hacer mil versiones de todo. Pero sí, ahora cualquier idea tiene que ser trendy, actual y funcionar como un producto. Yo tengo ese conflicto de forma permanente, tengo que entender que es una industria y al presentar una idea a los ejecutivos hay que tener eso en cuenta.

eC: ¿Y a la hora de diseñar algo en una película piensas ya en si eso se podrá comercializar?

CZ: No, eso no. Lo primero que piensas es en que cuente la historia. Luego ya piensas en cómo venderías eso. Pero mi proceso es al revés, primero va la historia y después ya valoras cómo puedes sugerir que eso puede ser vendible de alguna manera. No tengo ningún interés por el merchandising, pero claro, los estudios lo necesitan para promover las películas. Esa limitación te va a venir posteriormente, pero de entrada no te lo puedes plantear.

eC: Como le sucede al protagonista de 'Emoji: La película', que se siente extraño por poder expresar más de una emoción en un mundo en el que los personajes tienen funciones muy definidas, ¿crees que a las películas de Hollywood les pasa algo parecido? Que muchas se limitan a expresar una única cosa para que la gente no se pierda.

CZ: Hay parte de razón en eso. Hay una necesidad por parte de los productores de Hollywood de que la audiencia entienda perfectamente la historia. Yo estoy totalmente en contra de eso. Creo que hay algo fantástico en que cada uno interprete una historia de una manera, que tú y yo vayamos a ver la misma película y saquemos conclusiones totalmente diferentes, con unas ciertas limitaciones, claro [Risas]. Pero en general el cine en el mundo, no solamente en Hollywood, se encuentra en ese punto en el que todo tiene que estar muy bien explicado y los actores dicen algo que la cámara ya está enseñando. El espectador no participa, no tiene que hacer ningún ejercicio. Es una tendencia que vive el cine internacional de estudio.

eC: ¿Cuando estás trabajando en una película comercial tratas de incrementar el grado de polisemia?

CZ: Siempre. A mí lo que me gusta es que una imagen me puede sugerir una historia. Pero a veces hay que simplificar un concepto para que la idea llegue. Siempre intento hacerlo más rico, porque creo que eso, incluso subconscientemente, es mucho más interesante para quien lo ve. Tienes una lectura inmediata, pero luego tienes otra cuando piensas más tarde sobre ello.

eC: Y cuando le decías a tu familia y amigos que estabas trabajando en una película sobre emojis, ¿cómo reaccionaban y cómo trataste de convencerles?

CZ: No he intentado convencer a nadie [Risas]. Hay que aceptarlo. Lo que me gusta es que he podido hacer algo muy surrealista y muy absurdo con el diseño de la película y el concepto es así. Mis padres no tenían ni idea de lo que era un emoji, con eso ya he desistido. La gente era muy amable en general. La primera reacción de mis amigos después del shock era: 'Bueno, pero no tiene por qué ser malo, ¿verdad?' Pero obviamente es algo marciano para la mayoría de la gente hacer una película sobre iconos. Lo de los iconos es simplemente una excusa, una metáfora que viene muy bien para esta historia. Creo que es una película que va a sorprender a la gente, porque es algo mucho más complejo y sofisticado que el concepto con el que se anuncia.

'Emoji: La película' llegará a los cines españoles el próximo 11 de agosto.