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CRÍTICA

'Valerian y la ciudad de los mil planetas': Una preciosa nave con exceso de carga

Luc Besson intenta recuperar el mojo de 'El quinto elemento' en una película que tiene un apartado visual alucinante, pero que su historia intenta abarcar demasiado y a la vez es demasiado arquetípica.

Jesús Agudo
Por Jesús Agudo Más 15 de Agosto 2017 | 17:22
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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La inspiración de 'Star Wars'. Eso es mucho decir. Puede que 'Valérian y Laureline' no esté ocupando el lugar que merecería en la cultura pop, pero no se puede negar que el cómic de Pierre Christin ha influido mucho en la ciencia ficción tal y como la conocemos ahora. Su adaptación cinematográfica ha tardado en llegar bastante, pero lo hace desde su país natal, Francia, y con un director que supo darle una vuelta a eso de las aventuras espaciales: Luc Besson.

Valerian y la ciudad de los mil planetas

Quien conozca al cineasta galo sabrá que no es muy dado a la sutileza, así que 'Valerian y la ciudad de los mil planetas' parecía perfecta para él, visto lo que logró con 'El quinto elemento' (que defenderé a capa y espada). Sin embargo, con lo excesiva que resultaba aquella, demuestra estar todo mucho más equilibrado que en 'Valerian'. Vamos a desgranar el porqué. La película parte desde un planeta con playas afrodisíacas y seres humanoides parecidos a los Na'vi de 'Avatar', que viven en armonía recolectando perlas, multiplicándolas gracias a unos bichitos adorables que tienen ese poder, y devolviendo a la naturaleza parte de lo que han cogido. Pero un día su planeta se ve amenazado por unas naves alienígenas que parecen dejarlo completamente destruido.

Este inicio deja ya patente una cosa, el punto fuerte de 'Valerian': su apartado visual. Besson ha aprovechado que "la ciudad de los mil planetas" que da título a la película es un crisol de culturas de distintos puntos del universo para desatar su imaginación y darnos un festín colorista de escenarios, planetas, naves y razas, a cada cual más loco, a cada cual más impresionante. Aunque a veces se note el ordenador más de la cuenta, todo el diseño de producción es una delicia visual, un espectáculo que merece verse en pantalla grande. Desde la propia ciudad titular, una serie de estaciones espaciales unidas que han dado lugar a una urbe con distritos adaptados a las necesidades de cada especie, a una especie de zoco virtual, de los aliens que se encargan de las finanzas a los glotones Boulan-Bathor, el equipo de Besson ha trabajado muchísimo para hacer de 'Valerian' una cinta rica en colores y en creatividad, y el resultado no podía ser mejor. Aunque hayan tenido que meter con calzador decenas de escenas para "justificar" los cambios de vestuario de Cara Delevingne.

Valerian y la ciudad de los mil planetas

Porque si el apartado visual de la película es lo más trabajado, por desgracia lo que menos luce de esta aventura es el guion. De nuevo, por exceso más que por defecto. Digamos que Besson no ha podido decantarse entre una aventura y un romance, y ha querido darnos las dos cosas. Pero aunque muchas aventuras derivan en romance, esta vez ambas parten desde el principio de la historia, con un Valerian declarándose a Laureline antes de empezar su nueva misión. Esto, cuando no conocemos a los personajes, hace que lo que podría haber sido una emocionante aventura que, probablemente, habría terminado con un poco de amor, se convierta en una aventura entorpecida por el típico tira y afloja de una futurible pareja y por unos comentarios o acciones que resultan absurdas cuando, técnicamente, el destino del universo está en sus manos. No ayuda tampoco que, además, la química entre los dos actores protagonistas sea más bien tirando a nula.

Otro problema que tiene la película es, precisamente, la pareja protagonista. Dane DeHaan hace todo lo posible por salvar los muebles, pero no resulta nada creíble como un héroe intergaláctico con un pasado de rompecorazones, le falta sangre en las venas para ello. Cara Delevingne sigue con sus limitaciones a la hora de actuar, pero al menos su personaje deja algún que otro buen momento por ser una chica con bastante desparpajo, a pesar de que, por supuesto, tendrá que ser rescatada en alguna que otra ocasión. La conclusión es que cuesta creérselos como líderes de un intento de franquicia como la que tienen entre manos (más todavía como estrellas de un romance), y si los protagonistas no funcionan... Y la cosa es que, por muy variopinto que sea el plantel de secundarios (un pasado de rosca Ethan Hawke, un tosco Clive Owen, tres patos alienígenas que son claramente la "inspiración" de Jar Jar Binks...), casi todo el peso de la película cae en los hombros de DeHaan y Delevingne. Y no son lo suficientemente fuertes como para llevarlo sin tropezar. Hablemos de Rihanna. La cantante interpreta a una glamópoda llamada Bubble, un alíen que tiene el poder de transformarse en cualquier criatura o "absorber" la apariencia de otro. Se nos vendió como un personaje clave, cuando en realidad tiene un momento "artístico" estilo el de la diva de 'El quinto elemento', y por desgracia no es ni la mitad de épico que el de la cantante de piel azul. Es un cameo, vistoso, con momentos divertidos, sí, pero un cameo que no aporta mucho a la película y que lo único que hace es alargarla sin motivo.

Valerian y la ciudad de los mil planetas

Porque la película se hace larga, por desgracia. Y eso no sería problema (porque larga es, dura más de dos horas) si no se notase perfectamente dónde se podría meter la tijera y acortar bastante su metraje. La historia es un poco confusa al principio, pero a lo largo de la cinta hay dos escenas en las que se nos repite qué ha pasado hasta ahora (incluso con imágenes a veces, no vaya a ser) para que nadie se pierda. Explicaciones innecesarias que parecen tomar al espectador un poco por tonto y que suman minutos, cuando se acaba cogiendo el hilo de la trama rápido y luego todo se ve venir bastante fácilmente. Un prólogo muy bonito pero demasiado largo. Un final también bastante dilatado. Es realmente una pena que la acción luzca bien, que el vestuario tenga personalidad, que incluso haya algún easter egg de 'El quinto elemento' que deja claro que Besson se ha preocupado por esta película tanto como con su superproducción espacial previa. Al final el exceso de querer contar muchas cosas y a la vez caer en todos los clichés del género, de cuidar mucho lo visual y no tanto lo que envuelve, hace que 'Valerian' no consiga sorprender tanto como debería. Incluso pasando por el aro del humor, aunque a veces resulte un poquito sonrojante.

Adelantado por la derecha

También es cierto que el tiempo le ha acabado jugando una mala pasada. 'Valerian y Laureline' marcó en los 60 muchos de los puntos clave de un género como el de la ciencia ficción. Pero su película llega muchas décadas tarde, muchas películas de 'Star Wars' tarde, y por desgracia el público conoce la novela gráfica ni lo que supuso, pero sí conocen la historia de los Skywalker, más todavía ahora. Luc Besson ha tardado mucho en hacer la película porque, al igual que a George Lucas con las precuelas o Peter Jackson y 'El Señor de los Anillos', la tecnología no había abarcado lo suficiente para hacer una adaptación digna del material original. Esta película es, técnicamente, dignísima del material original. Pero la historia no ha envejecido igual de bien, y los espectadores han vivido muchas aventuras espaciales. Y muchas que son mucho más complejas y satisfactorias que 'Valerian'. El problema que tiene ser la película independiente más cara de la historia es que la inversión en el cascarón visual es robusta y daría para muchas películas en sus localizaciones, pero debería haber tenido una historia de presentación muchísimo más sólida para asegurar una franquicia. Las prioridades no han estado claras esta vez y los agentes del Servicio Espacio-Temporal Valerian y Laureline van a tenerlo complicado para salir de nuevo en una misión.

Nota: 5

Lo mejor: El diseño de los planetas, naves, aliens... es impresionante.

Lo peor: La historia es demasiado típica y se hace larga. Los excesos de Luc Besson no funcionan.