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CRÍTICA

'La región salvaje': El trágico motor de la Historia

Amat Escalante regresa a las salas con 'La región salvaje', una incursión en el cine de género que no renuncia al rigor de su autor.

Por Alberto Hernando Asensio 15 de Septiembre 2017 | 09:55

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Las portadas de los periódicos siempre ocultan lo que en la realidad pasa. Como el día a día y las tragedias anónimas debajo de un ajuste de cuentas o de una explosión de violencia a causa de las drogas, como en 'Heli'. Amat Escalante siempre ha tratado de mostrar esa realidad sepultada bajo la prensa mexicana. Cuando es necesario, con pelos y señales. Con la fascinación hipnótica de un film fantástico cuando se requiere.

A la mitad de 'La región salvaje' aparece una de estas portadas de periódico. Ha habido un asesinato escabroso con algunos detalles de sexo, engaños familiares, clases sociales y violencia que debieron hacer las delicias en el periódico sensacionalista de esa pequeña ciudad de México donde el machismo y la homofobia están a la orden del día. De principio a fin, la película cuenta la tragedia cotidiana que hay detrás de esa portada, que sólo la refleja y distorsiona cuando explota la violencia y emerge a la escena pública.

Protagonistas de 'La región salvaje'

Todo comienza con un meteorito suspendido en el espacio; un elemento extraño en estado puro. Después, una escena sobre el placer y la violencia de una misteriosa mujer penetrada por un tentáculo; hemos bajado a la tierra donde la realidad se abre a ese elemento extraño y fantástico. En adelante, nos encontramos en el realismo más cotidiano de una pequeña ciudad de México cualquiera. Sigue una escena de sexo dentro de un matrimonio sin pasión y estancado en la rutina y, posteriormente, otra de sexo homosexual que muestra la pasión entre el mismo marido de la escena anterior y el hermano de su mujer. Aunque en adelante el elemento sobrenatural quede fuera de campo y se infiltre lentamente en la realidad hasta volver a entrar en él, las cartas están desde el inicio sobre la mesa. Todo en 'La región salvaje' refiere a ese elemento extraño que no es otro que el deseo: el verdadero motor de la Historia que vemos en los periódicos.

La historia, que acabará oculta en los periódicos donde solo quedará el escándalo, consiste en dos tramas sexuales que confluyen. La primera de ellas podría dar para una película de realismo social sobre un hombre reprimido por la cultura machista en que creció y la pequeña burguesía hipócrita a que pertenecen sus padres, que se casa con una mujer de mirada esquiva y termina enrollándose en una relación destructiva con el hermano de ella. La segunda, en cambio, pertenece al cine de género: una misteriosa mujer mantiene sexo en una cabaña del bosque -como las de los cuentos y terrores infantiles- con una criatura con tentáculos propia de una fantasía oriental, llega a la vida de esta familia, seduce al hermano primero y a la hermana después y les pone en contacto con la parte más primitiva de sí mismos, con ese deseo inextinguible. La primera de ellas se basa en la represión, la segunda en la entrega total al deseo que nos consume. Ambas están destinada a chocar irresolublemente con las consecuencias que salen en la prensa. De manera que la dinámica entre ambas tramas, el deseo y la represión, funciona como la intrahistoria y explicación de la sociedad mexicana y de aquellas portadas que atraviesan el charco.

hombre protagonsita de 'La región salvaje'

La tragedia cotidiana

Que la represión produce monstruos es cosa sabida por el cine por lo menos desde que Buñuel andaba en México dando forma realista al surrealismo. Y el choque entre la civilización y el deseo que desemboca en tragedia como motor de la Historia es metafísica de primero; igual que en antropología lo es la idea de una esencia del hombre atávica, irreprimible, hermosa y destructiva a un tiempo. Pero 'La región salvaje' tiene el mérito no sólo de filmarlo con la maestría de un asceta, sino de lograr introducir esta tragedia sobrenatural o, mejor, metafísica, dentro del realismo más riguroso y de la cotidianidad de sus personajes, gentes corrientes de la sociedad mexicana. Una trama convive en los pliegues de la otra de manera que la misma madre que acaba de acostarse con un monstruo con tentáculos puede recoger después a sus hijos del colegio. Porque para Escalante la tragedia entre la civilización y el deseo no desemboca en una catarsis que sea punto y aparte, sino que la vida sigue antes y después repitiendo sin fin el ciclo en aquello que llamamos el día a día, el de México al menos. Una rutina que emerge violentamente y distorsionada en la portada de los periódicos.

Nota: 7

Lo mejor: Que la tragedia pertenece estrictamente al territorio de lo cotidiano.

Lo peor: Que al convertirlas en metafísica niega a México la superación de sus contradicciones.

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