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CINE ESPAÑOL

Festival de San Sebastián, día 6: Fernando Franco y Marian Álvarez repiten el éxito de 'La herida' con 'Morir'

'Morir' y 'El secreto de Marrowbone', dos películas que se han quedado fuera de la competición y que se nos antojan dos posibilidades radicalmente opuestas de hacer cine en España.

Por Antonio Miguel Arenas Gamarra 29 de Septiembre 2017 | 19:01

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Como es habitual, el cine español siempre acaba siendo uno de los grandes protagonistas del Festival de San Sebastián. A concurso en Sección Oficial este año se encuentran 'La vida y nada más' de Antonio Méndez-Esparza, 'El autor' de Manuel Martín Cuenca y la producción vasca 'Handia', por no hablar de la ficción propia de Netflix ('Fe de etarras') y de Movistar (los dos primeros episodios de 'La peste' se han visto fuera de concurso y la serie 'Vergüenza' lo ha hecho de manera íntegra a competición en Zabaltegi-Tabakalera), así como del resto de presencia española en diferentes secciones o eventos paralelos.

En esta crónica abordaremos dos películas que se han quedado fuera de la competición, pero que despiertan nuestro interés porque se nos antojan dos posibilidades radicalmente opuestas de hacer cine en España. Y ante todo de entenderlo. Hablamos de 'El secreto de Marrowbone', en Sección Oficial fuera de concurso, cuyos constantes giros argumentales parecen despreciar la inteligencia del espectador, y de la proyección especial de 'Morir', que nos enfrenta a la muerte con un rigor narrativo encomiable.

'Morir' es la segunda película dirigida por Fernando Franco, que se mantiene fiel a todas las constantes de 'La herida' y nos adentra en el seguimiento exhaustivo de una enfermedad terminal desde el seno de una pareja. Está protagonizada de nuevo por una Marián Álvarez que sostiene la película sobre sus hombros, acompañada esta vez por Andrés Gertrudix interpretando a su pareja, en un papel muy poco agradecido pero al que se enfrenta con estoicismo. Y es que 'Morir' no pretende engañar a nadie precisamente con su título.

Rigor narrativo frente a giros argumentales

La película se construye con coherencia en torno a dos preceptos fundamentales: En primer lugar el guion se divide en segmentos narrativos muy cerrados cuyas elipsis nos transportan a diferentes fases del proceso, lo que nos permite vislumbrar en mayor medida el imparable avance de la enfermedad así como sus consecuencias en la relación de pareja. Por otro lado, el rigor en la puesta en escena de Fernando Franco le obliga a trabajar renunciando a la música extradiegética y desde la unidad en tiempo y espacio. Algo que resuelve con largos planos secuencia en los que las interpretaciones y los movimientos de cámara ejecutados por el director de fotografía Santiago Racaj no tratan de exhibir músculo ni pericia técnica, están calculados para adecuarse con sensibilidad a cada situación dramática. Porque si algo se debe reconocer a 'Morir' es que pese a mirar a la muerte a los ojos, nunca humilla a sus personajes, los respeta e incluso les concede respiros en los que la comedia hace presencia como vía de escape al sufrimiento. Uno ante el que no es en absoluto complaciente y con el que deja huella.

'Morir' y 'El secreto de Marrowbone'

De una propuesta tan seca, depurada y desoladora, pasamos a todo lo contrario, una gran producción de Telecinco Cinema sin personalidad, que imita convenciones de Hollywood y que pese a estar rodada en Asturias, realmente simula el paisaje de California. Con 'El secreto de Marrowbone' Sergio G. Sánchez no se sale de los esquemas de sus anteriores guiones escritos para J.A. Bayona. De hecho, podría decirse que es una mezcla poco inspirada de todos ellos, una suerte de fórmula perfecta que si bien anteriormente pudiera funcionar de cara a la taquilla, en esta ocasión carece de solidez argumental y se deshace con facilidad.

La acumulación de giros y trampas narrativas con las que su director y guionista envuelve la historia, finalmente desdibujan las acciones y el desarrollo de sus personajes, una familia de hermanos que se ocultan de su terrible pasado en una casa abandonada en la costa de California. Su elegante dirección y la banda sonora de Fernando Velázquez amenizan lo que no deja de ser una sugestión difícil de tomar en serio, de la que en todo caso podemos rescatar un pasaje a ritmo de Wouldn't It Be Nice de The Beach Boys o la solvencia a la hora de ejecutar secuencias de terror. Otra cuestión es que esta historia fuera de terror en algún momento, no simplemente la coartada de género para poder venderla internacionalmente.