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CRÍTICA

'Las hijas de Abril': La maternidad no se perdona

Emma Suárez se pone en la piel de una madre inestable en 'Las hijas de Abril', un drama familiar donde la maternidad no se perdona.

Por Sandra Sánchez Guerra 20 de Octubre 2017 | 13:10

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Una mujer española deja su vida atrás para reunirse con los restos que dejó encallados en la bahía. Más o menos, es el viaje que ha hecho Emma Suárez para rodar 'Las hijas de Abril' en Puerto Vallarta, México, durante dos meses, poniendo a un lado el vértigo de interpretar el personaje de múltiples capas que ha creado Michel Franco para transformarlo en provocación en pantalla.

 'Las hijas de Abril'

La historia del cineasta mexicano, que dirigió un relato sobre el acoso escolar en 'Después de Lucía' o 'Chronic', una trama de personajes enfermos, arrastra aquí también cierto "vicio", el que lleva consigo Abril y ocasiona un arco de transformación incómodo e inquietante. Fruto, sobre todo, de los quistes emocionales adheridos a su piel.

Suárez es el centro de la cinta, aunque la premisa es el embarazo de su hija adolescente, Valeria, interpretada por la debutante Ana Valeria Becerril. Cuando Abril viaje a México para acompañar y apoyar a su hija en su maternidad, la situación comenzará a desbordarse, con el bebé actuando como una bomba de relojería que empuja a los protagonistas.

A la crítica francesa, Franco ha vuelto a sorprenderles con su nueva película, proyectada en la pasada edición de Cannes con el Premio del Jurado de la sección Una cierta mirada bajo el brazo. Su propuesta irradia luz cálida y la naturalidad de seguir, con la noción de casi un documental, a los actores que está dirigiendo, con la cámara estática en buena parte de las escenas interiores para leer a los personajes y el ambiente viciado que se genera entre ellos.

 'Las hijas de Abril'

Así mismo, el guión no intenta vestir este drama de lo que no es, jugando con la principal baza actoral, de la mano de Emma Suárez, para atraer al espectador. Por eso y por el resto del elenco, que suma a una segunda hija (Joanna Larequi) con kilos de más y a Mateo (Enrique Arrizon), que aún es un crío, pero es el padre del futuro bebé, no cuesta entrar en el juego familiar. Se tocan temas interesantes como la rivalidad entre madre e hija o el "capricho", el deseo, que va rondando de unos personajes a otros.

La maternidad entre nosotras

Es precisamente lo que no nos dan de forma explícita en el diálogo lo que más ayuda a conectar con los actores de la trama, algo necesario de hilvanar para seguir dentro de la historia cuando se desencadene lo que viene después. El pasado, las heridas que ha provocado en cada una de las mujeres de esa familia, especialmente en Abril, es el responsable de que, al final, los personajes se vayan distanciando, se hagan egoístas y empiecen a pensar en su individualidad, en lo que quieren hacer en el futuro o no pudieron hacer en el pasado.

 'Las hijas de Abril'

Ni con esas, sin embargo, va a resultar fácil encontrar una coherencia para el comportamiento de Abril que, como madre y mujer, empieza a desdoblarse en beneficio propio y a causa de su desequilibrio. Resulta por eso confuso el cinismo de Abril cuando se profundiza en su personaje, harto complejo. Quizá el problema reside en que los personajes principales son bastante pasivos. Abril es la que va componiendo los cambios en la trama, moldeando la red de los obstáculos y cuesta ver las reacciones de los demás ante el calibre de situaciones dramáticas importantes.

La película se queda a medias al retratar a una familia disfuncional y una relación insana que no suena del todo descabellada en la vida real. La apatía en el tono de la narración le resta fuerza a la historia en muchas ocasiones a pesar de su naturalidad.

Nota: 6

Lo mejor: Escenifica una relación maternofilial no perfecta e interesante apoyándose en las actrices, sobre todo en Emma Suárez.

Lo peor: La necesidad de entender mejor a Abril y terminar de "creer" lo que está pasando.