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CRÍTICA

'Tierra firme': Carlos Marqués-Marcet sigue navegando aguas profundas

El director de '10.000 Km' se reúne con Natalia Tena y David Verdaguer, a los que se unen Oona y Geraldine Chaplin.

Por Javier Pérez Martín 24 de Noviembre 2017 | 09:52

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Carlos Marqués-Marcet ganó un Goya demostrando que se podían contar cosas muy grandes en pantallas pequeñas. '10.000 Km', su reflexión sobre la comunicación, la distancia y las relaciones de pareja, cumplía con un cliché que por manido no deja de ser cierto: con una buena idea y buenos actores tienes lo suficiente para hacer una buena película. La vi en un ordenador portátil en un trayecto largo en autobús, y en aquel momento me pareció el contexto perfecto para entender lo que Marqués-Marcet estaba contando.

'Tierra firme'

Para ver 'Tierra firme', su segunda película, no me he ido a un barco en los canales de Londres. Aunque es allí donde viven los personajes de la historia, una pareja de mujeres y su mejor amigo, un español descarriado que no parece muy preocupado por planear su futuro. Son Kat (Natalia Tena), Eva (Oona Chaplin) y Roger (David Verdaguer), y están a punto de tener un hijo juntos.

La premisa anuncia que, aunque el barco está placenteramente anclado en calmadas orillas, se avecina marea alta. Aquí no son kilómetros lo que separa a la pareja protagonista, sino algo más difícil de atravesar: el deseo irreprimible de procrear de Eva y el total desinterés de Kat al respecto. Por su parte, Roger se deja llevar por las olas, dispuesto a ceder su semen sin pensar mucho en las consecuencias.

El director abre bastante el espacio; ya no estamos en un pequeño piso en Los Ángeles en constante conexión via Skype con otro pisito en Barcelona. El barco anclado no es un palacio, pero seguimos a los personajes por una variedad más amplia de escenarios y localizaciones. Probablemente porque ha habido más dinero esta vez.

'Tierra firme'

Pero el corazón siguen siendo los personajes y su conflicto. 'Tierra firme' se pregunta cuánto somos capaces de ceder ante la exigencia del otro, cuánto terreno podemos desocupar por amor sin dejar de ser nosotros mismos. Y lo hace con un tono desenfadado que deja respirar las ideas.

A ese tono contribuyen mucho Verdaguer y Geraldine Chaplin, que interpreta a la madre de Eva (su hija en la vida real). El sentido del humor y la despreocupación de Roger alivian la tensión entre la pareja, y el excéntrico personaje de la madre insufla algo de absurdo al conjunto.

Mirándose en el espejo

Quizá se podría recriminar a Marqués-Marcet y su coguionista Jules Nurrish el dejarse flecos sueltos. Roger es un personaje práctico, utilitario, con un conflicto interno que solo llegamos a atisbar. Por suerte, Verdaguer no es solo el alivio cómico, gracias a su capacidad para contar cosas sin decirlas, con su mirada y su tono de voz. Y podríamos pedirle que hubiera mostrado el viaje que hacen Eva y Kat de una forma más fluida y progresiva.

'Tierra firme'

Pero estaríamos pidiéndole otra película que no es esta. En 'Tierra firme' lo que tenemos es a tres actores entregados a las manos de un director dispuesto a zambullirse en las aguas profundas de las relaciones. Todos salen airosos de la expedición, también el espectador, pero por el camino nos hemos mirado en un espejo. Ese es el talento de Marqués-Marcet. Qué hagamos con el reflejo que nos hemos encontrado ahí abajo, eso ya es cosa nuestra.

Nota: 7

Lo mejor: Sus tres protagonistas, su entrega y su talento

Lo peor: No es una propuesta tan compacta y potente como '10.000 Km'... ¿pero qué tiene que ver eso con esta película?