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'Suburbicon': George Clooney se muda al vecindario de los Coen y la casa se le cae encima

George Clooney no es capaz de dar personalidad a un guion de los hermanos Coen, ni rodeado del mejor elenco posible.

Por Luisa Nicolás 8 de Diciembre 2017 | 13:10

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Para su sexta película como director, George Clooney lleva a la gran pantalla un guion de Joel y Ethan Coen escrito en los 80 en el que también han participado Grant Heslov y él mismo. Su 'Suburbicon' puede sonar y puede parecer una película de los hermanos Coen, pero no lo es y si tenemos que señalar el problema principal que hace descarrilar toda la obra, es su director. Es difícil no preguntarse cómo habría sido en manos de los responsables de 'El gran Lebowski'.

'Suburbicon' nos adentra en un idílico barrio residencial del interior de Estados Unidos en la década de los 50 para contarnos dos películas: una comedia negra sobre la inmoralidad que oculta la fachada de excelencia americana, en casas blancas con perfectos jardines y familias perfectas; y un melodrama social sobre la intolerancia. Cuando la primera familia afroamericana se muda al tranquilo pueblo familiar de Suburbicon, los vecinos ven amenazada la hegemónica (y conveniente) escala social que separa a blancos y negros. A la vez que se suceden las revueltas y protestas contra los nuevos inquilinos, la familia de Gadner Lodge (Matt Damon), aparentemente perfecta, se hunde en una red de mentiras, chantaje y asesinato.

Fotograma de 'Suburbicon'

Sobre el papel, lo que Clooney tenía entre manos podría haberse convertido en una interesantísima metáfora de la historia misma de Estados Unidos a través de las dos familias vecinas. Por un lado, con la llegada de los Myers, se destapa la cara más racista y peligrosa de los americanos, materia de triste y vigente actualidad. Mientras, en la casa de al lado, se desata un autentico 'Fargo' cuando una pareja de matones entra a cobrar una deuda y termina asesinando a Rose Lodge (Julianne Moore). Por suerte, su gemela, Margaret (Moore también, evidentemente), decide quedarse a ayudar a su cuñado y su sobrino mientras poco a poco, tinte incluido, va ocupando el vacío de su hermana como su versión sumisa e ingenua, justo lo que Gadner Lodge desea. El principal nexo de unión entre ambas familia es el hijo de Lodge, Nicky (Noah Jupe), que se hace amigo del chico nuevo y es testigo como su padre, un estafador con las manos manchadas de sangre, tiene mayor estatus social que una familia honrada, solo por el color de su piel. Un 'Fargo' meets 'Rebeca' + 'Los asesinatos de mamá' con alegato antiracista. Demasiado.

En la práctica, es una comedia negra que no hace gracia y un drama que no emociona. No es que estemos ante una mala película, pero Clooney no arriesga en ningún aspecto, empezando por basar la crítica social únicamente en una mirada al pasado hasta una dirección perezosa que no cuida lo suficiente la música, los silencios o los encuadres, dejando la sensación de ser, como en la propia película, la hermana humilde de una de los Coen. George Clooney parece tener casi como único sello de identidad su fuerte interés por analizar la estructura de la sociedad americana y la relación política entre los ciudadanos y la Historia.

Fotograma 'Suburbicon' 2

Las caras de siempre

Cuando tienes amigos así no necesitas buscar más, así que Clooney ha reunido a un elenco de compañeros y rostros recurrentes en el cine de los Coen. Damon y Moore saben darle a sus interpretaciones la chispa justa de perversión para resultar crípticos y desequilibrados. Pero es Oscar Isaac, con un excéntrico agente de seguros, quien roba todo el protagonismo pese a sus pocas apariciones en pantalla. Su personaje, junto a una excesiva banda sonora de Alexandre Desplat fuerzan el tono de alocada comedia sangrienta que falta en el resto de la película.

Con la tensión y el disparate in crescendo, 'Suburbicon' brilla más cerca del final, cuando deja de resistirse y se une a la corriente de demencia y falta de ética de sus personajes. El resultado, insistimos, no solo no es terrible, sino que tiene bastantes virtudes (las interpretaciones, la ambientación y la fotografía entre ellas) pero sí peca de convencional. Con solo 105 minutos de metraje y un montón de giros coenianos, el espectador no tiene tiempo ni motivos para aburrirse, aunque probablemente se le repita la misma sensación de decepción al vislumbrar lo que pudo ser y no fue.

Nota: 5

Lo mejor: Un Oscar Isaac desatado.

Lo peor: Una dirección perezosísima y un exceso de tramas que no terminan de encajar.