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CRÍTICA

'El mar nos mira de lejos': Retorno a Tartessos

Aclamada en el Festival de Berlín y de Sevilla, se estrena la ópera prima de Manuel Muñoz Rivas, una de las películas recientes más sugerentes del cine español de no-ficción.

Por Antonio Miguel Arenas Gamarra 19 de Enero 2018 | 09:40

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La sospecha de que en el campo de la no-ficción se encuentran los nuevos logros del cine español se confirma gracias a la existencia de películas como 'El mar nos mira de lejos', ópera prima de Manuel Muñoz Rivas. Porque aunque en sus imágenes en constante búsqueda haya siempre algo inasible, sus influencias en cambio son rastreables y nos demuestran que este extraordinario debut en el largometraje no deja de ser fruto del proceso por el que, a lo largo del nuevo siglo, el cine español se ha ido acercando a otras sensibilidades, difuminando los límites entre documental y ficción de forma cada vez más estimulante.

'El mar nos mira de lejos'

Manuel Muñoz Rivas fue co-guionista y montador de 'Arraianos', 'Slimane' y 'Dead Slow Ahead'. Tres obras que expandían las posibilidades del documental y con las que además de compartir director de fotografía (nos quedan pocas dudas de que Mauro Herce ha sido clave en el resultado final de la película), ilustran cómo, exclusivamente a través de los mecanismos de la puesta en escena, ha convertido Doñana en un no-lugar fascinante.

De 'Arraianos' ha trasladado su punto de vista etnográfico, que permite suspender el tiempo para que mito y tradición se fundan, pero también su forma de retratar a los últimos lugareños, los ancianos del lugar, ya sea en primeros planos que nos invitan a surcar las arrugas de sus rostros o encuadrados dentro su hogar, un espacio desde el que otean un cada vez más amenazante paisaje exterior. De 'Slimane' en cambio introduce su riesgo por incorporar elementos de ficción, ofreciendo indicaciones a sus protagonistas que finalmente trascienden lo meramente observacional, presentando sugerentes esbozos de posibles ficciones que no tendrán lugar. Mientras que de 'Dead Slow Ahead', además del trabajo con el sonido como un ente vivo, encontramos un extrañamiento semejante al contemplar un espacio que aunque nos resulta cercano, nuestra percepción es capaz de convertir en un enclave de otro mundo.

El mar nos mira de lejos

Doñana, otra leyenda del tiempo

Plasmar en imágenes la idea de que bajo la arena de una playa de Doñana se encuentran los restos de la civilización más antigua de Occidente, los Tartessos, de la que sus actuales pobladores, que resisten en sus chozas a abandonar su modo de vida, podrían ser sus últimos habitantes, solo podría conseguirse desde el equilibrio entre todos los elementos formales. No hay un abuso de la voz en off ni de material de archivo, que se introduce con acierto al inicio y aparece en determinadas ocasiones, siempre en clave poética, pero nunca con didactismo ni con la finalidad de puntuar las imágenes, sino para añadir nuevas capas a la representación. Todo emerge en su precisa medida, tanto las imágenes más contemplativas como aquellas que plantean una mirada crítica, de extrañeza hacia la sociedad, en la aparición recurrente aparición de un bus turístico, que como si se tratara de una película de Jacques Tati nos plantea el absurdo del progreso, o con el rastro mitológico, casi primitivo, que deja tras de sí la romería de El Rocío.

Precisamente, esa idea de vincular la cultura andaluza a la de Tartessos está muy presente en 'El mar nos mira de lejos' y se plasma a la perfección mediante el uso diegético del flamenco, con una voz rota, quebrada como la distancia entre ambos tiempos. Pero no es la única imaginativa solución que logra trascender al planteamiento, encontramos la posibilidad de convertir la cámara en un anteojo desde el que no dudar si observamos o estamos siendo observados, su construcción propia del cine experimental al detenerse en la transformación de la arena por la fuerza del viento o esa historia de amor entre un joven pescador y una chica que tanto nos evoca a 'La leyenda del tiempo' de Isaki Lacuesta, pieza clave del documental español contemporáneo. Pero hablando de su componente de ficción, expuesto con sutileza, nos atrapa la particular presencia de un inspector del Parque Nacional, con el que se acabará identificando el espectador, que aunque en un inicio parece llegar a expulsar a estos últimos tartessos, con una inocencia y gestualidad propia del slapstick acabará conquistado por sus costumbres, perdido entre la bruma, sucumbiendo al embrujo indomable del paisaje.

Nota: 8

Lo mejor: Su admirable equilibrio entre todos los elementos y técnicas documentales presentes.

Lo peor: Aunque satisfactorio, que su componente de ficción apenas esté esbozado.

Películas
  • Año: 2017
  • 93 min. España