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CRÍTICA

'Un pliegue en el tiempo': Oprah Winfrey lidera un universo caótico y desesperante al que le falta verdadera fantasía

Oprah Winfrey y Reese Witherspoon son las guías de 'Un pliegue en el tiempo', un universo en el que no querrás teseractuar.

Por Sandra Sánchez Guerra 9 de Marzo 2018 | 10:00

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Oprah Winfrey teseractúa, Reese Witherspoon teseractúa,... y al público que se acerque a 'Un pliegue en el tiempo' no le queda más remedio que teseractuar. Si Ava DuVernay, la directora de 'Selma', se puso al frente de la última producción de Disney era porque quería inspirar a los más jóvenes, de 8 a 12 años, o eso explica en un vídeo de presentación de la película. Quiere presentar un mundo de fantasía que anime al público infantil a ser luz, ser buenas personas, a la vez que también envía un mensaje combativo a las minorías, a las mujeres afroamericanas.

Tomando como referencia la novela homónima de Madeleine L'Engle que se publicó en 1962 e inició una saga de libros juveniles de fantasía y ciencia ficción muy populares en Estados Unidos, 'Un pliegue en el tiempo' habla de una preadolescente, Meg Murry (Storm Reid), que busca a su padre a través del tiempo y del espacio. Hija de dos importantes físicos que creían en que el universo contenía mundos sin descubrir a los que se podía viajar sólo con la mente, buscando la frecuencia adecuada, Meg se convierte en una marginada cuando su padre desaparece.

 'Un pliegue en el tiempo'

En una noche de tormenta y pesadillas, se le aparece la Señora Quién (Reese Witherspoon), que le abrirá, desconfiada, las puertas de un mundo al que sólo su padre ha llegado por petición de su hermano adoptivo, Charles Wallace. La perturbación, esa arruga en el tiempo en la que trabajaba su padre, resulta ser real: Meg se entera de que el teseracto existe. Ahí arranca un festival de color, muy lejos de la Tierra, y del que una Oprah Winfrey gigante, con labios llenos de purpurina y pequeños abalorios igual de cegadores en las cejas, posee las llaves de entrada. Con esta historia, la factoría Disney presenta un nuevo país de nunca jamás donde para teseractuar, hay que ser una con el universo y confiar. Ya lo decía Campanilla, si no crees no volarás, y si Meg no encuentra el equilibrio, no se reunirá con su padre.

La Señora Qué y la Señora Quién (Mindy Kaling), comandadas por la Señora Cuál (Oprah Winfrey), guiarán a los hermanos Murry y a Calvin, un compañero de Meg que se une en la búsqueda de Chris Pine, por distintos planetas, descubriéndoles territorios inexplorados y llenos de magia, así como una fuerza maligna que desconocían y condiciona la vida de todos en la Tierra.

El despliegue visual de 'Un pliegue en el tiempo' no llena en ningún momento de verdadera magia esos planetas en los que, en teoría, todo puede pasar y están llenos de sueños. No basta con que las Señoras se cambien de outfit cada vez que nos trasladamos a otro escenario y Oprah luzca pedruscos cada vez más grandes encima de sus ojos. Todo ese desarrollo del viaje, que se supone emocionante e increíble, está vacío, falto de alma, de llenar verdaderamente un terreno desconocido de otras formas de vida fascinantes y de auténticos desafíos. Y, efectivamente, el cómo se cuenta la historia es un lío de tres pares.

 Oprah Winfrey como la Señora Cuál de 'Un pliegue en el tiempo'

El planteamiento de ese otro universo plegado al nuestro se presenta confuso y acaba resultando cansino, por los conceptos tan ingenuos sobre los que se sostiene y por la forma en que se ha rodado y dirigido la película, de lo que hablaremos después. Pero antes, hay que dejar lo suficientemente claro lo absurdo que resulta el personaje de Oprah Winfrey, que en su primera aparición en un nuevo mundo parece, casi, casi, un pokémon salvaje que ha aparecido en el campo. La vemos pasearse en la cinta con sus estilismos imposibles como una diosa que lo controla y dirige todo, pero que a fin de cuentas resulta un personaje bastante innecesario y superficial, presentado simplemente con la magnanimidad de Oprah y una caracterización para destacar.

De esas tres figuras mágicas, de esas hadas madrinas, Reese Witherspoon es la única que consigue rascar algo del espectador con un personaje muy del estilo Johnny Depp. Una señora despreocupada, contradictoria e histriónica, que aporta humor a la trama pero, sobre todo, es un personaje que al menos tiene personalidad y no parece puesto en escena como un pegote. El otro personaje que merece la pena de 'Un pliegue en el tiempo' es Charles Wallace, el hermano pequeño de Meg. Un niño prodigioso, un señor mayor en pequeño, que roba bastante el protagonismo al personaje femenino central y va revelando su importancia a lo largo de la trama. Todo ello a pesar de que se convierta en una especie de tortura escuchar a cada minuto el nombre de Charles Wallace.

Lo que también hace que nos echemos las manos a la cabeza al ver el largometraje es la forma en la que están dirigidas y realizadas las secuencias, con momentos en los que perfectamente te podrías encontrar ante un anuncio de publicidad por el encuadre escogido y los movimientos de cámara. El uso constante de la música como hilo de fondo desde el principio puede aturullar bastante. Lo que debería ser una trama para hacerte soñar resulta más bien caótica y sólo brilla de forma original en un punto concreto de la película, casi en su tercer acto y preparando el terreno para una recta final con ciertos toques curiosos. De todas formas, no hay que olvidar que al público al que va dirigido este filme le puede impresionar fácilmente la historia por su factura visual, pasando inadvertidos sus defectos y carencias.

 'Un pliegue en el tiempo'

Intromisiones en el mensaje

En el primer día de rodaje, Ava Duvernay se dirigió al equipo de 'Un pliegue en el tiempo' para transmitirles que, el que estuviesen haciendo algo en común, ya era bonito. Lo que quería conseguir era un producto que tuviera una resonancia emocional, un calado en el público joven que viese la película, sobre todo en las niñas. Un mensaje interracial y de hermanamiento, de aceptarse tal y como se es y perseguir tus metas. Luchar sin importar lo que ocurra, ser la protagonista de tu propia historia, alzarse cual guerrera.

En ese planteamiento de infundir coraje a esos seres humanos que empiezan a tener consciencia de lo que pasa a su alrededor, no debe pasar desapercibido el que se fomente entre Calvin y Meg el interés romántico. Tratándose de un personaje tan joven y que posee ese espíritu que ha perseguido supuestamente la directora, este tipo de relación no es más que una contradicción, una interferencia en el mensaje.

Nota: 4

Lo mejor: Los momentos en los que hay destellos de originalidad en la trama y los personajes de Reese Witherspoon y Charles Wallace.

Lo peor: El que se regodee tantísimo en la pureza y la buena intención de su mensaje. Muestra mundos que te remueven poco de la mano de personajes que necesitaban algo más que un maquillaje y un vestuario deslumbrantes, sobre todo ese ente superficial al que encarna Oprah Winfrey.