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CRÍTICA

'Cariño, yo soy tú': Una infidelidad de locos

Bruno Chiche dirige y coescribe 'Cariño, yo soy tú', protagonizada por Stéphane de Groodt, Louise Bourgoin, Aure Atika y Pierre-François Martin-Laval.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 13 de Abril 2018 | 13:38
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Sin duda es de agradecer que vayan llegando cada vez más comedias francesas, en detrimento de las típicas comedias estadounidenses. Eso incluye desde comedias feel-good clásicas, elegantes y agradables de ver, como el caso de 'Barbacoa de amigos', 'Vuelta a casa de mi madre' o 'C'est la vie!' a películas de humor más fácil y tramas mucho más simplificadas, en esa línea entraría 'Cariño, yo soy tú', que parece seguir los pasos de la fallida 'Con los brazos abiertos'.

Cariño, yo soy tú

Pierre y Aimée son amigos de Éric y Pénélope desde hace cuatro años. Las dos parejas organizan cenas a cuatro y reuniones típicas de matrimonios, aunque Éric y Pénélope aún no están casados. Sin embargo, lo que Aimée y Éric desconocen, es que sus respectivas parejas son amantes. Pierre y Pénélope se desean con locura aunque el peso de la culpa ronda por sus cabezas. Decididos a romper su aventura, optan por tener una última noche apasionada antes de dejarse de ver. Sin embargo, parece que el destino es caprichoso, porque son produce un extraño suceso. Pierre se despierta en el cuerpo de Pénélope y ella en el cuerpo de él. Desde ese momento, los dos tendrán que aprender a convivir no solo en el cuerpo del otro, sino también con la pareja traicionada.

Un 'Ponte en mi lugar' culebronesco

Esta comedia de Bruno Chiche utiliza "el intercambio de cuerpos" para crear escenas rocambolescas y llenos de un humor bastante fácil. Es más, los chistes sobre los prejuicios entre hombres y mujeres son excesivamente predecibles, causando poco más que una mueca de sonrisa. En ese primer punto, la película pincha al traer un humor bastante casposo y propio de principios de los 90. Sin embargo, pese a ello, la química entre los dos protagonistas logra sostener buena parte de la duración de la trama, sobre todo porque Pierre, interpretado por Stéphane De Groodt, empieza a desarrollar una interesante atracción por Éric, interpretado por Pierre-François Martin-Laval.

Cariño, yo soy tú

Quizás eso sea lo más interesante de la película, porque, realmente, Bruno Chiche, que dirige la cinta y también firma el guion junto con Nicolas Mercier y Fabrice Roger-Lacan, no sabe realmente qué quiere contar y el sentido de ese intercambio de roles. Que solo sirva para crear momentos de humor rancio y sin gracia, provoca que se sienta que se está ante una cinta más propia de verse en la sobremesa televisiva, junto con los preciosistas telefilmes alemanes, que en una sala de cine.

Una comedia romántica ideal para las sobremesas televisivas

Ni siquiera sus actores la salvan... y eso que están más que acertados. Tanto Stéphane De Groodt como Louise Bourgoin han mostrado más que solvencia para la comedia. Es más, son ellos los que logran darle un poco de sentido al filme, pero por su química, puesto que sus deseos amorosos y sexuales quedan bastante difusos. No se sabe si Chice busca que empaticen mejor entre ellos, si desea hacer una película de amores fluidos o, simplemente, quería ver a Bourgoin comportándose como un hombre maduro con crisis de edad y a De Groodt con un papel femenino que, realmente, ya tuvo de una forma algo similar en 'No molestar' como vecino molesto de Christian Clavier.

Cariño, yo soy tú

Quizás si la hubiera dirigido Dany Boon, 'Cariño, yo soy tú' hubiera funcionado algo mejor, en lo referente al humor. Pero nada, se trata de una propuesta llena de desfasados clichés que, poco aporta al género de la comedia francesa. Eso sí, los franceses también tienen derecho a distribuir internacionalmente cine de rápido consumo, no todo puede ser cine feel-good de calidad.

Nota: 5

Lo mejor: El momento en la sauna de Stéphane de Groodt con Pierre-François Martin-Laval.

Lo peor: ¿Qué sentido tiene el intercambio de cuerpos realmente?