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CRÍTICA

'El león duerme esta noche': La hipótesis del cine

El cineasta japonés Nobuhiro Suwa invita a Jean-Pierre Leáud, mítico rostro de la Nouvelle Vague, a reflexionar sobre el cine y la muerte en 'El león duerme esta noche'

Por Antonio Miguel Arenas Gamarra 27 de Abril 2018 | 09:30

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Algo bello, por insólito, acontece al inicio de 'El león duerme esta noche', último largometraje del cineasta japonés Nobuhiro Suwa. Una bellísima disertación sobre el cine y la muerte que se estrenó mundialmente en el pasado Festival de San Sebastián, desde donde ya apuntamos algunas de sus virtudes, considerándola "profundamente inspiradora. Establece un pacto con el espectador desde el que abordar el cine desde una inusual pedagogía, para así mantener viva en futuras generaciones la ilusión de la imagen (y del león) en movimiento".

El león duerme esta noche

Se trata de un gesto mínimo, fortuito, que puede pasar desapercibido y que quizás tampoco merezca mayor relevancia, al igual que corre el riesgo de suceder con cada aparentemente inocente como profunda decisión de esta memorable película, pero que se mantenga en el metraje final invita desde su inicio a mirar la propuesta con otros ojos. Digamos que la cámara acepta su imperfección e introduce el film con una sobreexposición de la imagen. Un primer plano que ilumina en exceso al inconfundible Jean-Pierre Léaud, el rostro de la Nouvelle Vague. El rostro del cine moderno, en definitiva, al que hemos visto envejecer desde 'Los 400 golpes' y que se resiste a morir en el seno de una ficción metacinematográfica de claro componente testamentario.

'El león duerme esta noche' se invita a leer como un insospechado y vitalista contrapunto a la última gran actuación de Léaud, la del Rey Sol en 'La muerte de Luis XIV', que aguardaba inmóvil a su destino, postrado en una cama que se convertía en sepulcro. De ahí quizás lo del haz de luz que inunda la pantalla y el irónico dilema que origina su planteamiento. Jean-Pierre Leáud encarna a Jean, entre sí mismo y su álter-ego, un actor que durante un rodaje se siente incapaz de morir en escena. Esta imposibilidad de representar la muerte sirve como punto de partida para una disertación que funciona a múltiples niveles, pero lo que es fundamental, sin perder nunca su forma de entender el cine como un juego abierto a la improvisación.

El león duerme esta noche

La idea de la muerte, que el actor asume como un encuentro al que mirar a los ojos, empuja a Jean a volver la vista atrás su pasado. La película emprende así un regreso a un rincón oculto de su memoria, reencontrándose en una mansión del sur de Francia con un antiguo amor del que nunca pudo despedirse. La aparición fantasmal del personaje de Pauline Étienne emerge con naturalidad, en un bellísimo plano que utiliza el espejo como puente que cruza ambos mundos, difuminando la distancia entre los muertos y los vivos, entre el cine y la realidad, barrera que 'El león duerme esta noche' también pretende romper entre el propio autor y los cineastas del futuro.

En el seno de la ficción se involucra a un grupo de niños que ruedan su propia película, invitando al propio Jean a protagonizarla. En este momento en el que el abuso de la nostalgia ha cobrado un nocivo protagonismo en el audiovisual, sería importante observar cómo Suwa filma la infancia y le concede protagonismo, integrando mediante largos planos secuencia sus reacciones y su relación con Jean-Pierre Léaud, que encarna a una figura temible y al mismo tiempo cariñosa en sus gestos, un transmisor de conocimiento entregado en toda su humanidad al acto de hacer de cine. Consciente de la importancia de estrechar ese vínculo, el guion presta especial atención a uno de los niños y a su situación familiar tras la muerte de su padre, un sentimiento de orfandad que la película trata de llenar de forma simbólica por medio del cine y del león de la canción de The Tokens que da título al film.

El león duerme esta noche

Jean-Pierre Leáud y Nobuhiro Suwa se conocieron en el festival de La Roche-sur-Yon en 2012, momento desde el que comenzaron a entablar una posible colaboración juntos. La película, por tanto, nace de ese deseo por encontrarse e intercambiar visiones. En ese sentido, la figura de Léaud simbolizaría a un séptimo arte que se encuentra en su ocaso y que el director de 'Yuki y Nina' pretende transmitir a las nuevas generaciones. Para lograrlo, la operación que entabla Nobuhiro Suwa remite a "La hipótesis del cine" de Alain Bergala, libro capital desde el que entender la pedagogía en el cine, que sitúa al niño como intermediario del proceso cinematográfico, no como un destinatario pasivo. En definitiva, anteponiendo la creatividad a la técnica al proponer una experiencia práctica desde la que integrar el análisis y el conocimiento mediante la participación en todos los procesos.

Algo que Suwa elabora paso a paso, con delicadeza, deteniéndose en cada apartado de la creación de la película dentro de la propia película, desde la localización y el rodaje hasta su proyección, permitiendo que esas imágenes formen parte del resultado final y dialoguen entre sí. De este modo, 'El león duerme esta noche' culmina en una celebración de la vida tanto como una celebración del cine y de la pedagogía, que inculca desde la pasión y la inocencia, con tanta lucidez como sentido lúdico. Un ejemplo de cine dentro de cine, pero también una misteriosa y evocadora película de fantasmas, repleta de cinefilia y vinculada a sus respectivas filmografías, que desde la plenitud de la vida invita a mirar al cine (y a la muerte) a los ojos.

Nota: 9

Lo mejor: La ligereza de su puesta en escena, que hilvana la pedagogía con la cinefilia sin caer en el pedante ejercicio posmoderno.

Lo peor: Que Jean-Pierre Léaud y Nobuhiro Suwa no tengan el predicamento que merecen y su memorable encuentro corra el peligro de pasar desapercibido entre la nutrida oferta de nuestra cartelera.