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CRÍTICA

'Amor a medianoche': Bella Thorne y Patrick Schwarzenegger se enamoran en un filtro de Instagram

La ex chica Disney y el hijo de Arnold Schwarzenegger protagonizan 'Amor a medianoche', un drama romántico bastante bobalicón.

Por Sandra Sánchez Guerra 4 de Mayo 2018 | 09:40

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Es como volver a 'Camp Rock', al momento en que una despavorida Demi Lovato quiere reservarse su voz y no ser escuchada por un Don Juan que, casualmente, pasaba por ahí. Y, ya que estamos, ¿por qué no incluir algo estilo 'Crepúsculo', sólo que en vez de brillar el cuerpo de la piel pálida que no puede exponerse al sol, la chica en cuestión se enfrenta a un riesgo de muerte que no implica ninguna mordedura? Locamente ambiciosa es esta historia de amor adolescente que abarca los polos descritos como parte del contexto que nos muestra el verano en que Bella Thorne y el hijo de Arnold Schwarzenegger, Patrick, se enamoraron en la ficción.

La trama de 'Amor a medianoche' intenta emular el estilo de 'Bajo la misma estrella' pero sin mucha gracia, construyendo un romance supuestamente entrañable que tiene todas las papeletas de acabar mal por el papel que una enfermedad juega entre los enamorados. Hay un cierto velo transcendental y existencialista que rodea todo lo que vive la pareja en ese verano de amor a la vez que se defiende la historia desde un tono muy adolescente, muy liviano, muy feng shui, sin pensar en demasía en salirse del manual y complicarse la vida.

 Bella Thorne y Patrick Schwarzenegger en 'Amor a medianoche'

Érase una vez una chica, Katie (Bella Thorne), con una enfermedad rara, que sólo afecta a una persona entre un millón. De exponerse al sol, puede perder movilidad motora y deterioro de las funciones cerebrales. Vaya drama, ¿eh? Menos mal que a tanta tensión le quita hierro un padre que, según la protagonista, es el mejor del mundo. La música, tocar la guitarra y componer canciones son su otra vía de escape, en la que invierte la mayor parte de las noches ya que, contradiciendo a la saga 'Crepúsculo', la vampira Thorne duerme por el día y 'resucita' por las noches.

Como cuando Gin recogía en su diario todo lo que hacía Hache en 'Tengo ganas de ti', Katie se topa en una salida nocturna con su crush, el típico deportista del instituto al que lleva viendo pasar por delante de su ventana durante años. Con Charlie, se abre el mundo de la chica normal, sin preocupaciones ni etiquetas: un camino de paladas y paladas de momentos empalagosos que no consigue enamorarnos. Queda bien clara cuál era la intención con tanto rayo de sol y narrativa de videoclip, lo malo es que al final se traduce en un reír por no llorar, en el peor sentido que podría adquirir tal expresión en este género.

 Bella Thorne en 'Amor a medianoche'

La concepción de la historia, la realización y la interpretación de los actores deja muchísimo que desear y resulta bastante mediocre. Es inviable creerse a Bella Thorne como adolescente de instituto y mucho menos como actriz. La interpretación de Patrick Schwarzenegger no resulta tan molesta pues se atiene a la cero expresividad de un personaje que le viene al pego. Sí, ambos son guapísimos y perfectos para la postal de filtro de Instagram y efecto de cámara lenta. De ahí, muy a pesar del equipo responsable de 'Amor a medianoche', no se saca alma y se fracasa en el intento de 'ahogar' al espectador en lágrimas con una potencial película de amor adolescente de calado.

Es rara hasta la forma en que ha copiado y pegado los arquetipos del género. Por ahí, pululando, se dejan un intento de 'mean girl', la mala de la película, sin desarrollar. ¿Para qué aparece en un par de escenas soltando una coletilla mortífera si no se traduce en nada su personaje? También tenemos a la amiga alternativa que se atreve con todo y asiste a la protagonista dándole un empujón, al nerd en su momento fulgurante, al padre que se cree que puede tapar el sol con un dedo... La cinta no se detiene a pensar en cómo personificar esos arquetipos, apuntando a un supuesto acierto asegurado cuando se produce todo lo contrario, un efecto bobalicón.

Ahora sí está afinado

Lo más pasable, aunque haya una nula naturalidad en las escenas musicales que tienen mayor peso en la película, es escuchar a la que fuera chica Disney interpretar las canciones de 'Amor a medianoche'. Letras aparte, que van en sintonía con la simplicidad condensada de la trama, Bella Thorne sí es un acierto en lo que a talento vocal se refiere. Relacionado con esto, no hay que obviar que la cinta utiliza, de manera un tanto insoportable por la repetición, un montaje y una estética que simula el videoclip para dar un hilo conductor a aquellas escenas felicísimas de la pareja. Pero lo peor es que el clímax también se cuente así, después de ralentizar la imagen a cámara lenta, otro recurso que tampoco le sienta bien a la película.

 'Amor a medianoche'

Llegados a este punto y para concluir la escabechina, es también muy 'curioso', por decir algo, ver cómo la historia se pasa por el forro sus propias leyes en el punto álgido de la trama. Lo tira todo por la borda de manera consciente pero provocando, por la forma en que se ataja la escena, que te cuestiones el factor peligro que hasta ahora se ha impuesto. No es el único tropiezo ilógico relacionado con la enfermedad que tiene 'Amor a medianoche'. Esa costumbre de mostrar a un personaje enfermo con un lustre y un físico estupendo para, en el momento del revés, maquillarle con unas ojeras hasta el suelo y agrietarle los labios en su máxima expresión, es un tanto malsana.

Nota: 3

Lo mejor: La voz de Bella Thorne al servicio de la película y esos momentillos graciosos que tiene su personaje, a pesar de la propia torpeza de la actriz.

Lo peor: No es, para nada, una película de amor adolescente destacable. Muy, muy prescindible.