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CRÍTICA

'La mujer que sabía leer': Desde el origen del mundo

Premiada en el Festival de San Sebastián, la ópera prima de Marine Francen observa el despertar de la sexualidad en una Francia matriarcal del siglo XIX.

Por Antonio Miguel Arenas Gamarra 11 de Mayo 2018 | 11:35

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La ópera prima de Marine Francen está libremente inspirada en "L'homme semence" (El hombre semilla), una novela corta escrita por Violette Ailhaud en 1919, cuando contaba con más de 80 años, en la que volvía la vista atrás a su juventud en un pueblo de la alta provenza francesa. Al igual que el relato original, 'La mujer que sabía leer' se detiene con sutileza y mirada atenta en el despertar de la sexualidad y el microcosmos que se genera entre las mujeres que se quedan a cargo de la sociedad en pleno golpe de estado de Napoleón III, cuyas reminiscencias adquieren alcance universal.

La mujer que sabía leer

La película nos sitúa en Francia a mediados de siglo XIX, pero lejos de caer en el melodrama histórico, o al menos tratando de esquivar sus peores vicios y resortes, 'La mujer que sabía leer' apuesta por la sensibilidad y el lirismo visual en lugar de los maniqueísmos y convenciones dramáticas. En primer lugar, destaca el inusual y riguroso empleo de un ratio de imagen en 4/3, que la directora exprime con suma belleza, filmando los bucólicos paisajes en los que se sitúa esta evocadora historia, que en la sencillez de su planteamiento remite a los dilemas más profundos del origen de la humanidad misma.

Separadas de sus maridos e hijos, que fueron considerados muertos o encarcelados por la represión de Napoleón III, las mujeres de una pequeña aldea se organizan en torno a un matriarcado para sacar adelante la cosecha. Resulta apasionante cómo la película desarrolla su dinámica de trabajo y sistema organizativo, eficiente y elevado, pero también repleto de incertidumbres, bajo el temor (y por supuesto el deseo) de la llegada de una presencia masculina que enturbie su tranquilidad. Evidentemente, la trama se desencadenará por culpa de un hombre, sin pasado ni rumbo, al que pese a la desconfianza que genera entre las mujeres del pueblo, deciden dar cobijo y trabajo en la cosecha.

La mujer que sabía leer

Este Adán expulsado de los cielos, interpretado por Alban Lenoir, descubre un nuevo paraíso en el que desplegar su juego de poder, consciente del plan que las mujeres más jóvenes habían tramado antes de su llegada. Como acto de sororidad decidieron compartir al primer hombre que llegara al pueblo, un dilema que centra el metraje y sobre el que se debate su protagonista femenina, Pauline Burlet, la mujer que sabía leer del inexplicable título en España, que en su pulsión maternal comparte la misma aspiración por la belleza y lo trascendental de las imágenes de esta delicada historia, que contiene toda la fuerza telúrica de la naturaleza, de la vida que se genera y brota irrefrenable a su paso.

Nota: 7

Lo mejor: La deslumbrante puesta en escena, impropia de una debutante.

Lo peor: Su título en España.