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CRÍTICA

'Marguerite Duras. París 1944': Palabras desde el dolor

Se estrena la adaptación de la novela autobiográfica de Marguerite Duras en la que relata su experiencia durante la Francia ocupada por los nazis.

Por Antonio Miguel Arenas Gamarra 8 de Junio 2018 | 11:40

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"He encontrado este diario en dos cuadernos de los armarios. No guardo ningún recuerdo de haberlo escrito. Sé que lo he hecho, que soy yo quien lo ha escrito, reconozco mi letra y el detalle de lo que cuento, pero no me veo escribiendo en este diario. ¿Cuándo lo escribí, en qué año, a qué horas del día, en qué casa? No sé nada". Así comienza 'El dolor', la novela autobiográfica que Marguerite Duras publicó en 1985 tras recopilar una serie de diarios en los que plasmó su experiencia durante la ocupación nazi de Francia, marcada por el vacío que dejó a su paso la captura de su marido, deportado a un campo de concentración. Adaptar un texto tan íntimo y desnudo en lo narrativo es un reto que Emmanuel Finkiel supera con creces, desplegando un magnífico ejercicio de estilo sacudido de emoción, con el que trasciende a las rígidas convenciones del biopic.

'Marguerite Duras. París 1944'

Para apuntar las claves de esta adaptación resulta preciso volver a las palabras que tan cuidadosamente escribió Marguerite Duras al descubrir los diarios, dado que han pesado en las decisiones estéticas y de puesta en escena de Finkiel. "No me veo escribiendo en este diario", decía Duras. Aunque el uso de la voz en off en primera persona sea una constante durante el metraje, hay un extrañamiento en el punto de vista que el director de 'Je ne suis pas un salaud' consigue duplicando en ocasiones la presencia de su protagonista dentro de cuadro, pero especialmente a través del juego con las ópticas y la profundidad de campo. El desenfoque extremo de las siluetas de las personas situadas al fondo de la imagen, y por ende del contexto histórico, refuerzan su distanciamiento con la realidad y consigo misma.

Disfrazándose de thriller político, 'Marguerite Duras. París 1944' nos sitúa en las últimas fechas de la ocupación nazi en Paris. Durante los primeros compases el guion plantea la convulsa relación de Duras con un agente de la Gestapo, que se enamora de ella y le filtra información de su marido y el resto de presos, mientras sigue siendo parte activa de la resistencia que lideró François Mitterrand. Pero en una arriesgada decisión narrativa, Finkiel resuelve esta subtrama a mitad de metraje desplegando un sublime ejercicio melodramático en el interior de una cafetería.

'Marguerite Duras. París 1944'

Una decisión, la de romper con toda narrativa clásica para dejarnos a solas con el texto, con la que abraza su vocación poética y se aproxima al ensayo cinematográfico, logrando sus mejores momentos por medio del uso de la voz en off. Para ello la puesta en escena recurre a múltiples soluciones visuales que la alejan de la ambientación de época, con un minimalismo académico, un sentimiento trágico y un gusto por el detalle que recuerdan al cineasta alemán Christian Petzold, que tiene pendiente de estreno 'En tránsito'. En cualquier caso, el mayor logro del film no reside en su fidelidad al texto original, del que cita numerosos pasajes y traslada su desesperación, sino en trasladar un estado mental, el del dolor con el que fue escrito.

Nota: 7

Lo mejor: Es un virtuoso ejercicio de estilo que la interpretación de Mélanie Thierry sostiene de principio a fin.

Lo peor: Alcanza su climax narrativo a mitad del metraje y eso puede jugar en su contra, volviéndola monótona.