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LA ESPIRAL DEL MIEDO

Los 10 mejores momentos de 'Vértigo (De entre los muertos)'

Es el ejemplo perfecto de dominio absoluto de la narrativa y los movimientos de cámara, de lo mejor del maestro del suspense.

Por Mario Álvarez de Luna Costumero 30 de Junio 2018 | 12:57

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'Vértigo' es, para opinadores de postín y catedráticos reputados, una de las mejores películas de todos los tiempos. Sin embargo, no siempre fue así, porque su tremendo fracaso en taquilla vino de la mano de las malas críticas de la industria. Cuando cumple 60 años, se ha convertido en la obra cumbre de un genio, Alfred Hitchcock, en la que se aprecia el dominio absoluto que ejercía el director sobre la narrativa a través de los planos. La cámara, una más, dejaba que la luz traspase la pantalla y se arrojase sobre los detalles escondidos en los gestos de James Stewart, en los labios de Kim Novak, en las lágrimas de Barbara Bel Geddes. En ella se halla todo un universo de giros cósmicos que aspiran al esoterismo como ejercicio filosófico sobre el amor y el autoengaño. No existió término medio en el planteamiento, así como tampoco hubo improvisación para conformar la atmósfera viciada de misterio y simbolismos.

'Vértigo'

Hitchcock se guardó de maltratar a Novak hasta el exceso (aún habiéndola tenido sentada delante de un cuadro durante una semana para conseguir la iluminación perfecta), de tratar a Stewart como si fuese un novato (aunque ya no volvió a trabajar con él, culpa de la tibieza con la que interpretó a Scottie Ferguson). Conviene recordar que consiguió armonizar a sus dos estrellas porque no hizo lo que estaba acostumbrado a hacer: perturbar con sus demonios artísticos a los protagonistas de sus historias. En 'Vértigo' aplicó poesía deslumbrante y sombría con la ya sobrada capacidad de diseñar planos que hablasen con la presencia de pocos, pero muy fuertes estímulos (la espiral, la profundidad de campo en la vista desde lo alto del edificio, esa mano que resbala, la figura de Novak, peluca rubia platino, sobre fondo verde vidrioso, onírico), confeccionando una obra maestra que todavía hoy sigue vigente y que ha alcanzado el estatus de 'película de culto'.

¿Recuerdas la conexión entre el cuadro de Carlotta Valdés y la decisión alocada de Scottie? ¿La pesadilla eterna, el collar y el doppelgänger rubio platino? ¿No? No te preocupes, hemos venido a repasar los mejores momentos para que evoques la espiral y te sumerjas en ella como la primera vez. ¡Allá vamos!

Los 10 mejores momentos de 'Vértigo'

La pesadilla que enciende la mecha

La pesadilla que enciende la mecha

Es uno de los mejores inicios de la historia de la narrativa cinematográfica. Todo, absolutamente todo es maravilloso en la secuencia en la que al personaje de James Stewart se le presentan todos sus miedos (fracasar como detective, no sobreponerse a su enfermedad, caer al vacío existencial, seguir obsesionado con sus demonios románticos). Los sueños se mezclan con la realidad de un hombre que se revela atemorizado ante su propia condición. Con apenas planos y tiempo del relato, el espectador imagina con un porcentaje de acierto altísimo qué atribula a Stewart, quien se especializó en correr delante de su destino con clase y elegancia.

Un abrazo onírico

Un abrazo onírico

Este momento es uno de los más representativos. Cuando Scott y Judy se abrazan tras la aparición de esta entre verdosas bambalinas venidas del mundo de los sueños, se genera un vínculo irrompible entre la sugestión y la realidad. Ni el espectador, ni tampoco un Stewart entre pasional y contrariado, distinguen la atmósfera en la que se desarrolla la secuencia. Ni siquiera sabemos si se trata de Judy o no, de hecho, el propio Hitchcock quiso que fuese así desde el principio. La dicotomía en el rostro de Stewart es de duda, de no saber si realmente está besando a su amada o a un espectro o, directamente, a otra persona.

La espiral del campanario

La espiral del campanario

Ya no sólo es un prodigio del movimiento de la cámara, de esa persecución por las escaleras del campanario, con el efecto en espiral propio de la historia. Es lo que significa para el destino de Madeleine, para la enfermedad y la obsesión de Scottie. En definitiva, para el mensaje que encierra el guion: su idealismo (el de Mr. Ferguson) está por encima de la verdad, la realidad y la integridad de quienes le rodean, pero muy por debajo de lo que supone su enfermedad.

La habilidad de Hitchcock para manejar el zoom y distorsionarlo hasta el punto de la separación física de la realidad, ha convertido esta escena en el emblema de 'Vértigo'.

Cuando aparece el collar que lo cambia todo

Cuando aparece el collar que lo cambia todo

El collar de Carlotta Valdés, bisabuela de Madeleine, se vuelve la pieza clave del rompezacabezas. La obsesión de Scottie con la pintura y con Madeleine, lo lleva a asociarlo con Judy; sin el collar, el protagonista nunca habría logrado descifrar el enigma que se esconde detrás de esta doble identidad y los planes de Elster. A pesar del amor que siente hacia la joven, el detective no logra hacer un lado el enojo y el resentimiento, pues fue partícipe ciego de un homicidio, llegando a la conclusión de que la mujer que ama es una sombra.

Elster desvela sus intenciones

Elster desvela sus intenciones

Gavin Elster contrata a Scottie para que siga a su esposa porque no se fía de ella. Ambos mantienen una conversación en la que el interesado le explica al detective que un hombre de su talla no puede tolerar que esa mujer le sea infiel. Y bien, esta argucia de guion no consigue si no tamizar lo que verdaderamente esconde Elster: el crimen contra Madeleine. En el diálogo donde se atisba el plan que urdió este para matar a su mujer y heredar toda su fortuna, se despiertan los demonios de Scottie hasta que descubre la implicación de Judy. Las líneas de diálogo que intercambian los dos caballeros son oro puro.

Scottie se enamora de Madeleine

Scottie se enamora de Madeleine

Ya no sólo por marcar la figura de Madeleine en los ojos de Scottie, sino por el juego que desarrolla Hitchcock con la cámara durante toda la secuencia, esta merece darle de comer a parte. El genio del suspense siempre ha considerado que la vista del espectador (a través de sus planos) es tan importante como la propia historia que está viendo. Por ese motivo, le infundía a sus operadores la idea de que la cámara (allá por los lejanos años 50) fuese una más en el set, un punto de vista subjetivo, sin serlo realmente, que aportase una dimensión extra al relato.

Aquí, entre la entrada, la cena y la salida de Madeleine del restaurante, y las constantes miradas de Scottie desde la barra, podemos intuir la pesada carga que se ha instalado en el detective, contrariado por perseguir a una mujer tan bella, tan tribulada a la vez, que más que acercarse a ella para descubrir una posible infidelidad, lo hace para prendarse hasta la médula.

Hablamos de los símbolos de Hitchcock, y durante esta secuencia tienen lugar cantidad de ellos: la presencia casi sobrenatural de Madeleine, claramente por encima del entorno; el pelo rubio hecho un moño; el vestido verde; el collar de Carlotta Valdés; la última mirada que cruzan; y el rojo del salón, mezcla de pasión, amor y muerte. Todo guarda un significado en el cine de Hitchcock y esta escena es paradigmática.

Nuestro Golden Gate

Nuestro Golden Gate

La secuencia del Golden Gate es una de las más sorprendentes de 'Vértigo'. En este juego de identidades en el que llegamos a perder la noción de la realidad (Judy-Madeleine; Madeleine-Judy), el personaje de Kim Novak se lanza a la bahía de San Francisco por culpa de los demonios que la persiguen. Su gigantesca melancolía la impulsan a tomar el camino del suicidio como única vía para curar sus recurrentes pesadillas.

Una visita al museo

Una visita al museo

Una semana tuvo que estar sentada Kim Novak delante del cuadro de Carlotta Valdés en el Palacio de la Legión de Honor. Así lo quiso Hitchcock con el único objetivo de alcanzar una iluminación perfecta. A día de hoy, no sabemos si ese esfuerzo buscando la excelencia intervino en lo que despierta la secuencia en el espectador, pero lo que sí es cierto es que provoca una inquietud terrible imagen de Madeleine visualizando el cuadro de su bisabuela, la persona que, teóricamente, la ha poseído y es culpable de su melancolía.

Hitchcock fue un director que depositaba en los detalles una carga grandísima de simbolismos que guardaban la relación entre lo que sucedía y lo que estaba por venir. El cuadro es la pista definitiva para entender el proceso psicológico de Scottie cuando Madeleine Elster "muere" y aparece Judy.

Doppelgänger en la obsesión de Scottie

Doppelgänger en la obsesión de Scottie

Fruto de la idealización con la que Hitchcock diseñó a John Ferguson, este traza un puente entre su amada Madeleine y Judy, hasta el punto de vestirla con idéntica indumentaria, obligarla a peinarse del mismo modo e, incluso, decorarse el cuello con el collar de la difunta. Scottie termina por representar físicamente la obsesión y la enfermedad que lleva por dentro, instando a Judy a convertirse en todo lo que él amó.

Existen teorías que rondan la figura de Hitchcock que afirman que esta secuencia es una de las señas de identidad de la película porque plasman a la perfección la intención del director: dar vida, en una obra que roza constantemente la línea del engaño, a su forma de tratar a las mujeres. No aceptarlas como son, sino convertirlas en lo que él deseaba. Por tanto, Judy no era del deseo de Scottie, pero podía alcanzar tal condición si accedía a ser una copia casi idéntica del espectro que le enamoró.

Cuando Scottie conoció a Madeleine

Cuando Scottie conoció a Madeleine

Después de perseguirla en coche durante largo rato, Scottie simula una situación con el pretexto de acercarse a Madeleine Elster. En esas primeras miradas se forja el vínculo romántico entre ambos y se capta cómo el detective ha vuelto a sobrevivir a sus pesadillas gracias a la nueva misión que le han encomendado. Por entonces, él no sabe que va a terminar preso de esa propia libertad que tanto ansía, porque a fuerza de vigilar a la escurridiza esposa de un farsante que sólo quiere su dinero, terminará sintiendo que es lo único que le une con el mundo.

La relación personal entre Stewart y Novak comenzó a intensificarse a través de este romance casi enfermizo.