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PRECRÍTICA

'La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina', telefilm de domingo por la tarde

La segunda entrega de 'Millenium' se encuentra más próxima al formato televisivo que a una producción con perspectivas internacionales.

Por Óscar Martínez 19 de Octubre 2009 | 20:24

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Este fin de semana llega a nuestras pantallas 'La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina', segunda entrega de la trilogía -si bien su autor pretendía alcanzar la decena de títulos- Millenium, escrita por el fallecido escritor sueco Stieg Larsson.

'La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina', telefilm de domingo por la tarde

A pesar de sus posibles virtudes, huelga decir que 'Los hombres que no amaban a las mujeres' era un claro 'bestiario' de handycaps de porqué algunas novelas no deberían ser trasladadas al celuloide, premisa que lamentablemente 'La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina' no hace más que constatar y reafirmar. La película firmada en esta ocasión por Daniel Alfredson, vuelve a recaer en los mismos clichés y errores que su antecesora, ofreciéndonos un producto apresurado, protocolario y carente de una estética propia que, lamentablemente, la acerca más al formato televisivo que a una producción con perspectivas internacionales.

Extremadamente compleja de seguir para todo aquel neófito al original impreso, el espectador tiene la constante sensación de que su director se ha limitado a omitir y simplificar la obra de Larsson de manera harto arbitraria, obviando presumibles cuestiones básicas de fondo y haciendo especial hincapié en ciertos sucesos menos relevantes en beneficio de manidos golpes de efecto. Con ello, nos encontramos ante un film denso y espeso, excesivo en cuanto a información se refiere pero exiguo en tensión e interés, en el que sus personajes toman el rol de peones inanimados en un tablero marcado por las circunstancias.

'La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina', telefilm de domingo por la tarde

De este modo, esta segunda adaptación de la saga 'Millenium' se nos presenta como una aséptica concatenación de hechos episódicos, un thriller trasnochado y carente de ingenio, desprovisto de esa sordidez ambiental que el film de Niels Arden Oplev sí lograba reflejar en algunos de los pasajes de la primera entrega, sobretodo a través del personaje de una Lisbeth Salander, que, a pesar de que en esta nueva entrega asume el papel protagónico, se nos presenta más desdibujada que nunca.