Este fin de semana llega a nuestras pantallas 'The american', segunda película del realizador de videos musicales Anton Corbijn, quien saltara en 2007 al género del largometraje con 'Control', filme que giraba en torno a la muerte de Ian Curtis, cantante de Joy Division. Como ya hiciera en su primer trabajo, Corbijn elude en 'The american' los topicismos del formato del video-clip, tan recurrido en los últimos años por propios y extraños, para ofrecernos un film eminentemente noir, con no pocas referencias, tanto estéticas como conceptuales, al cine negro galo de las décadas de los sesenta y setenta, con 'Le samurái' de Melville a la cabeza.
Con ello, Corbijn deconstruye a través de un hierático George Clooney la enigmática figura de un veterano asesino a sueldo oculto en una bucólica localidad italiana, en un filme evocador y elegantemente sobrio, parsimonioso en su ritmo narrativo y frugal, por no decir abiertamente parco, en la acción que desarrolla. De este modo, la carga existencialista del nuevo trabajo de Corbijn en no pocas ocasiones termina por diluirse hasta recaer en una vacuidad en la que sus reitareativos silencios dejan de contener significado alguno, y en el que el espectador, instado hasta el momento a reflexionar, puede comenzar a perder el interés.
Quizá por ello, 'The american' resulta ser una película tremendamente valiente (al igual que, no hace mucho, lo fuera Jim Jarmush con 'The limits of control') en su propuesta, utilizando a toda una estrella mediática como Clooney para narrar una historia eminentemente sinuosa e insinuante, minimalista en una puesta en escena que rehúye –física y argumentalmente- toda tecnología.
La soledad del antihéroe, así como la búsqueda de la redención, se convierten en los estandartes de 'The american', una crónica fatalista notable en líneas generales, aunque algo autocomplaciente en sus formas. A pesar de ello, 'The american' no deja de ser una película de recomendable visionado, una historia mínima más cómoda con la transmisión de sensaciones que con la narración de actos, además de un velado –o no- homenaje al cine polar francés propio de la nouvelle vague.
