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CRÍTICA

'El inocente', la única cara de la verdad

Matthew McConaughey vuelve al drama judicial para ponerse el traje de abogado con las mismas -y escasas- aptitudes que hace quince años.

Por Laura Sande 15 de Mayo 2011 | 20:52

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Matthew McConaughey nunca ha sido un gran actor y tampoco nos engaña intentando serlo. Convertido en todo un galán de la comedia romántica, combina su tirón al lado de chicas como Kate Hudson con proyectos más serios que aspiran sin demasiado acierto a pasar de simple entretenimiento.

'El inocente' supone la nueva incursión del actor en el drama judicial, género que ya conoce tras su paso por 'Tiempo de matar' en 1996. En esta ocasión se pone en la piel de un abogado sin demasiados escrúpulos encargado de defender a un apuesto y adinerado joven acusado de atacar a una prostituta. La adaptación de la novela superventas de Michael Connelly corre a cargo del director Brad Furman, que se pondrá tras las cámaras de 'Cry Macho', la vuelta a la gran pantalla de Arnold Schwarzenegger.

Matthew McConaughey en El inocente

La única cara de la verdad

'El inocente' no tiene una trama sorprendente ni un protagonista especialmente dotado, pero sí secundarios tan destacados como John Leguizamo, William H. Macy o Bryan Cranston. De ahí que Furman sea el único responsable de bajar el nivel de un producto apetecible a primera vista, desperdiciando los mejores talentos de su reparto.

Matthew McConaughey en El inocente
Ryan Phillippe se pone en la piel del playboy que clama su inocencia, papel que inevitablemente nos hace pensar en el sobrecogedor debut en la gran pantalla de Edward Norton con 'Las dos caras de la verdad' y, como no podía ser de otra manera, el primero sale perdiendo. Y aunque el talento interpretativo es algo fundamental en este mundillo, si el responsable del tráiler se hubiera ahorrado el minuto final, quizá podríamos fingir algún signo de sorpresa en una historia tan manida y evidente, cuyos supuestos giros dramáticos parecen producto de nuestra imaginación.

Los millones de copias vendidas en todo el mundo de la novela de Michael Connelly son una sombra alargada, pero eso no justifica la falta de pulso de Brad Furman tras las cámaras. El cineasta se deja llevar por la simpleza y la corrección sin aportar la más mínima tensión a la historia, que sumada a la simpleza de la trama y a la falta de carisma del protagonista, se queda con un aprobado raspado entre las películas de su género.

Si no tenéis demasiadas pretensiones, 'El inocente' es un producto válido para pasar el rato con unas palomitas, pero si queréis una buena dosis de drama judicial mejor quedarse en casa con 'Testigo de cargo' o '12 hombres sin piedad', que por algo llevan la coletilla de clásicos.

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