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CRÍTICA

'En el centro de la tormenta', asesinatos en el pantano

Bertrand Tavernier no logra conquistarnos con este thriller de buena factura pero ritmo tan constante que se empantana en su propia historia.

Por Laura Sande 10 de Marzo 2011 | 22:21

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Bertrand Tavernier es uno de los grandes nombres del cine francés. En sus casi 50 años tras las cámaras ha dirigido más de 30 largometrajes, cortos y documentales, pero su carrera no ha sido demasiado equilibrada. Entre sus trabajos más destacados podemos resaltar 'Alrededor de medianoche', de 1986, drama sobre un músico de jazz; 'La carnaza', ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín de 1995, donde tres amigos deciden matar a sangre fría a dos hombres para hacerse con 10 millones de dólares; o 'Hoy empieza todo', la emotiva historia de un profesor en un pueblo consumido por el paro en la minería.

'En el centro de la tormenta', asesinatos en el pantano

Este fin de semana Tavernier llega a nuestras pantallas con 'En el centro de la tormenta', drama criminal que adapta 'In the Electric Mist with Confederate Dead' de James Lee Burke. El director se traslada a Estados Unidos para situarnos en Nueva Iberia, una pequeña ciudad de Luisiana, tras el paso del huracán Katrina.Tommy Lee Jones se pone en la piel del detective Dave Robicheaux, que busca a un asesino en serie especializado en chicas jóvenes. El crimen se cruzará con otro de su pasado cuando la estrella de cine Elrod Sykes, que rueda una cinta en el lugar, encuentra los huesos de un hombre en un pantano.

La sordidez de los pantanos

La cinta nos transporta al denso ambiente del lugar, donde la humedad consigue filtrarse a través de la pantalla. Los pantanos se convierten en las escenarios más destacables de la película, lugares idóneos para sórdidos crímenes y que logran dar el toque de intriga necesario incluso a las historias más insulsas, como sucedió en 'Premonición' de Sam Raimi.

'En el centro de la tormenta', asesinatos en el pantano
Los principales personajes de la cinta tienen sus propias historias personales y los esfuerzos de los actores por mantenerse enigmáticos en todo momento acaban por echar por tierra el trabajo técnico del equipo de Tavernier. La cuidada fotografía es una de las principales bazas del trabajo, que no sólo retrata un atractivo clima, sino que representa con acierto la atmósfera de un pueblo cercano a Nueva Orleans, donde blancos y negros todavía no parecen convivir como iguales.

El crimen actual llevará a Jones a desenterrar una historia que lo dejó marcado en su pasado de la mano de un solvente Peter Sarsgaard, que interpreta a un famoso y alcohólico actor de Hollywood que rueda en la zona con la producción de Julie 'Baby Feet' Balboni, un mafioso local reconvertido en empresario cinematográfico.

El cruce de historias y el buen ritmo de Tavernier deberían asegurar un producto medianamente homogéneo pero es precisamente esa falta de subidas y bajadas de intriga la que mantiene distante al espectador, cuya tensión nunca logra ponerse a flor de piel. El resultado es que la aventura americana del director se sitúa en el limbo del entretenimiento, sin brillar especialmente en ningún otro apartado.