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CRÍTICA

'Sherlock Holmes: Juego de sombras', Guy Ritchie más desfasado de la cuenta

Mucho más espectacular que la primera parte, pero también menos satisfactoria en general, supone un acercamiento aún más profundo a la acción sin control.

Por Jesús Márquez 6 de Enero 2012 | 16:10

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Era 2009 cuando Guy Ritchie sorprendió con su particular adaptación del mito británico. 'Sherlock Holmes' fue, para algunos entendidos en el tema, una de las versiones más fieles de la obra de Arthur Conan Doyle. Esta secuela vuelve a llevar al cine, a su manera, lo que aparecía en las novelas, aunque sustituye con aún más fuerza el aspecto cerebral de los libros por el de la acción.

Sherlock Holmes: Juego de sombras

La primera parte ya pertenecía puramente al género de aventuras, pero al centrarse en un solo caso, en un mismo lugar, la película quedó mucho más compacta como investigación de Sherlock Holmes. Esta segunda se encuentra tremendamente dividida, creando de hecho la sensación de estar viendo una sucesión de escenas "molonas" una detrás de otra, lo cual no es nada bueno para una cinta de la que podamos esperar, como mínimo, un poquito de ejercicio mental. Cada enigma se resuelve en 3 minutos como mucho, sin exagerar.

Guy Ritchie al límite

Ritchie se ha desatado completamente. Para lo bueno y para lo malo. 'Sherlock Holmes: Juego de sombras' lleva sus excesos al máximo, lo que en un principio no rompe con las supuestas máximas de una secuela: más grande y mejor, ya que sus escenas de acción son aún más espectaculares y divertidas que en la primera parte. Sin embargo, esta forma de llevar las cosas hace que la película se mueva por la cuerda floja durante varios momentos de su metraje, dejándola al borde de caer al abismo por darle más importancia a crear situaciones entretenidas que a formar una trama que enganche.

El director se desenvuelve con muchísima agilidad en las escenas de acción, con su particular estilo intercalando fragmentos francamente epilépticos con otros a cámara lenta. Varios momentos dan la sensación de usar esta forma de grabar para hacer una autoparodia, añadiéndole humor a momentos especialmente tensos. Intencionado o no, consigue crear una atmósfera más cercana al entretenimiento que al pretenciosismo, lo que marca la diferencia en la forma de grabar de Ritchie respecto a otros directores como Zack Snyder.

Sherlock Holmes: Juego de sombras

Un Moriarty que resplandece

Aún con todo, 'Juego de sombras' ofrece mucha diversión. Y cuando no está demasiado preocupada intentando orquestar una escena de acción sin práctica repercusión en la trama... se luce. Jared Harris es un gran acierto como profesor James Moriarty, y todas las escenas que comparte con Robert Downey Jr. son un disfrute exquisito. Es ahí cuando la película cobra sentido, en el momento en que Holmes está frente a su némesis, expuesto completamente al caso que nos incumbe.

La relación entre Watson y el detective sigue siendo de un amor-odio de lo más enternecedor, de amistad verdadera. Pero en esta entrega aparecen dos nuevos personajes que entran en su ecuación. La mujer del doctor y la gitana que les acompaña en su viaje. De la primera nada que objetar, sus apariciones no están de más. De la segunda habría que puntualizar que es un personaje realmente prescindible. Noomi Rapace no estorba, pero tampoco hace nada. Se acaba la proyección y sigues preguntándote por qué esta ahí.

Sherlock Holmes: Juego de sombras

De menos a más

La sensación de déjà vu al empezar la película es inevitable. Los primeros minutos repiten el mismo esquema que la cinta de 2009, incluso en la banda sonora, que ofrece muy pocos temas nuevos - aunque todos ellos buenos - respecto a aquel trabajo de Hans Zimmer que consiguió la nominación al Oscar.

Poco a poco va desligándose de su predecesora, sin significar eso una mejora sustancial. Es de la mitad para adelante cuando empieza lo mejor y eso incluye un acto final que es exactamente lo que 'Juego de sombras' llevaba pidiendo desde que empezó: tensión, unida a la gran batalla entre dos impresionantes mentes. ¿Lo ofrece tarde? Igual sí, pero al menos lo ofrece, y hasta entonces es difícil que te hayas aburrido. Y un gran sector de espectadores es lo único que le piden a una sesión de cine.

Entretenimiento podemos encontrar muchísimo, emociones poquitas... pero muy potentes cuando salen a flote. Es por lo tanto una cinta recomendable, aunque mucho más irregular de lo que cabría esperar de Guy Ritchie.