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CRÍTICA

'Arrugas': Emocionante animación española para adultos

Ignacio Ferreras dirige la adaptación al cine de 'Arrugas', un alabado cómic de Paco Roca que aborda la vejez con sensibilidad y sentido del humor.

Por Jorge R. Tadeo 2 de Febrero 2012 | 10:30

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La animación española atraviesa en la actualidad un periodo dulce. Al notable éxito de público más allá de nuestras fronteras de la ambiciosa 'Planet 51', habría que añadir entre otros hitos el cortometraje 'La dama y la muerte' de Kandor Moon, nominado al Oscar en 2010, algo que ha conseguido este mismo año en la categoría de largometraje 'Chico y Rita'.

'Arrugas' no le va a la zaga en reconocimientos, si bien se ha quedado finalmente fuera de las cinco candidatas al premio de la Academia, había sido previamente preseleccionada para el Oscar, e incluída entre las mejores cintas extranjeras en los 'Annie Awards'. Es además la gran favorita a alzarse con el Goya a la mejor película animada este año, en el que ha logrado otra nominación para su guion adaptado.

 Los protagonistas de 'Arrugas'

Y es que 'Arrugas' se basa en un aclamado cómic (o novela gráfica, dicen algunos) del valenciano Paco Roca, que lanzó la editorial francesa Delcourt en 2007 bajo el título de 'Rides' con gran éxito. En España llegó de la mano de Astiberri recibiendo en 2008 numerosos reconocimientos incluído el Premio Nacional de Cómic, superando la nada desdeñable cifra para este formato, de 20.000 ejemplares vendidos. Con todo esto, el cómic no tardó en despertar el interés de llevar la historia a la gran pantalla del productor Manuel Cristóbal y su productora gallega 'Perro Verde Films' que ya había albergado otro importante proyecto de animación como 'El Lince Perdido' en coproducción con la andaluza Kandor Moon.

Estrenada en la sección Zabaltegi del Festival de San Sebastián y proyectada también en el FICXixón, 'Arrugas' narra -apoyada en una animación en 2D sobria pero efectiva- una emocionante historia sobre la vejez y sus estragos, a través de la amistad entre Emilio y Miguel, dos ancianos que residen en un geriátrico. Emilio, un director de banco jubilado aquejado de Alzheimer, es un recién llegado a la residencia que encontrará apoyo en su compañero de habitación, Miguel, un gallego emigrado a Sudamérica en su juventud. Juntos trazan un plan para ocultar el avance de la enfermedad de Emilio y evitar su traslado a una temida planta superior donde los médicos albergan a los ancianos en peor estado.

 La residencia en la que se desarrolla la historia de 'Arrugas'

Regresión a la infancia

El planteamiento del film, retrata sagazmente la vejez como una especie de regresión a la infancia. Las actitudes, las tretas y las relaciones entre personajes, hacen que (más allá de los achaques propios de la edad avanzada) se difuminen las diferencias entre el geriátrico en el que se desarrolla la trama y una escuela infantil. Y esa jovialidad se transmite a la pantalla, haciendo que un argumento que podría resultar en exceso duro o deprimente, llegue al espectador con excelente humor y ternura (sin caer en blandenguerías), con la necesaria sensibilidad para evitar ser frívolo y sin perder en ningún momento la voluntad de reclamar atención hacia nuestros mayores.

De este modo, se siguen con una reflexiva sonrisa las andanzas de un grupo de ancianos y sus cuidadores, que dejan tiempo para el humor (los momentos con la monitora de gimnasia, los descuidos de uno de los ancianos con su perro), el drama (la magnífica escena de la piscina), la intriga (la trama del posible robo), el surrealismo (las visiones alienígenas de una de las ancianas), incluso la aventura (esa delirante y deliciosa fuga final de tres de los personajes). Y también hay tiempo para ciertos flashbacks -hábilmente colocados para evadir al espectador por unos instantes de la monotonía del geriátrico- que nos muestran emotivas evocaciones de ciertos pasajes de infancia y juventud que explican detalles del momento actual como si de 'Perdidos' se tratase.

 Uno de los flashbacks de infancia 'Arrugas'

En definitiva, la película que dirige Ignacio Ferreras (que colaboró recientemente en la francesa 'El ilusionista', e incluye a Sylvain Chomet como una evidente referencia), es un excelente film de animación cuya gravedad argumental resulta hábilmente aliviada por su extraordinario sentido del humor y por un perfecto tono entre lo nostálgico y lo tierno, que huye de golpes de efecto melodramáticos, sin dejar por ello de impactar emocionalmente, al poner al espectador frente a una situación que cualquiera conoce en un familiar cercano y al que la mayoría parecemos abocados a enfrentarnos en el futuro.

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