Si hay alguien que sabe de cine y por supuesto de la saga Avatar , ese es James Cameron. No es casualidad que en sus recientes entrevistas, incluida la rueda de prensa a la que pudimos asistir, no haya parado de repetir que 'Avatar: Fuego y ceniza' está concebida como una segunda parte de 'Avatar: El sentido del agua' y que las dos forman un gran ente. Tal es así que incluso tuvo problemas con el estudio, que quería hacer una sola película y no partirla en dos.
Al ver 'Fuego y ceniza' nos recorre una duda que nunca pensábamos tener que plantearnos: ¿y si el estudio tenía razón? Habitualmente son los directivos los que quieren explotar un fenómeno y sacar películas de donde no hay (imposible olvidar la trilogía de El Hobbit basada en un libro de apenas 300 páginas).
Curiosamente, aquí ha sido al revés. Disney ha cedido a las demandas de Cameron para alargar la trama y contarla en dos películas. Es lo que tiene haberles hecho ganar miles de millones de dólares, que tiene vía libre para hacer lo que le dé la gana. Sin embargo, 'Fuego y ceniza' no tiene tanto nuevo que contar como para que la experiencia sea tan satisfactoria como 'El sentido del agua'. Más que la tercera parte de la saga parece la 2,5. Una 2,5 que dura 3 horas y cuarto.
Un evento sin igual
Tiene un mérito increíble, eso sí, no aburrirte en 195 minutos cuando el guion no tiene la suficiente fuerza. El apartado visual y técnico es tan espectacular, con el 3D todavía más mejorado y perfeccionado, que ya solo por eso vale la pena la entrada. No hay una película que ofrezca una experiencia similar a lo que ofrece 'Fuego y ceniza', que aprovecha mejor que nunca su tecnología y, además de adentrarte en la belleza de Pandora, te permite vivir por momentos la acción en primera persona como si de un videojuego futurista de VR se tratase.
En un momento tan complicado para las salas, con un futuro todavía más oscuro dadas las recientes noticias, 'Avatar' sigue siendo el faro de luz que nos mantiene firmes en la creencia de que no hay nada como ver una película en el cine. Pero la franquicia siempre ha buscado ser más que un envoltorio bonito, con una historia de emergencia climática, colonialismo y refugiados que se asemeja más de lo que nos gustaría a lo que sucede en nuestro planeta hoy en día. Y es aquí, en el guion, donde 'Fuego y ceniza' flaquea.
Los problemas de Avatar
El exceso de tramas abiertas le juega una mala pasada a la tercera parte, que comienza con la idea clara de tratar el duelo por la pérdida de un ser querido, Neytiram, el hijo de Jake Sully y Neytiri, así como la amenaza de un nuevo clan que ha dejado de creer en Eywa, la gran deidad de Pandora. No obstante, con el paso de los minutos (y las horas) se entrecruzan más y más líneas narrativas, perdiendo el foco en lo principal.
Algunas de estas líneas narrativas, como los poderes de Kiri, se retoman con éxito de 'El sentido del agua', mientras que otras, como el destierro de Payakan por los tulkun, no deberían haber sido reabiertas y parecen más un refrito innecesario que algo novedoso y realmente relevante a estas alturas. Llegados a este punto, es hora de hablar de Spider.
El personaje interpretado por Jack Champion es el que experimenta una mayor evolución en 'Fuego y ceniza' junto a Kiri, es el que da sentido a que el avatar de Miles Quaritch siga siendo relevante en la historia, y su forma de adaptación al ecosistema de Pandora puede marcar lo que queda de saga. Si lo sumamos todo, quizás sea demasiado peso para un personaje que ni siquiera es de los que más cariño despierta entre los fans.
Forma parte del propio ciclo vital que Jake y Neytiri pasen de luchar por Pandora en 'Avatar' a hacerlo para no perder a más miembros de la familia. Mientras que Kiri y Spider caminan en un excitante sendero hacia descubrir el máximo de su potencial, los padres adoptivos surcan la tumultuosa senda del duelo, con todos los desvíos que ello implica: del odio de ella a la resignación de él por no poder frenar el ciclo de la violencia a su alrededor. "Justo cuando pensaba que estaba fuera, vuelven a involucrarme", que diría Michael Corleone.
Son tantos los desvíos que ellos mismos se sienten algo perdidos en su forma de pensar y actuar. Nosotros también lo notamos: su trascendencia en el desarrollo de la trama es cada vez menor, a pesar de que los momentos más épicos siguen siendo suyos. Ya no es la historia de Jake y Neytiri sino la de los Sully, pero en ocasiones se echa de menos la simpleza de antaño.
Especialmente preocupante es el rumbo de Neytiri. Zoe Saldaña vuelve a sacarle todo el jugo a un personaje al que se le ha despojado de buena parte de su esencia de antaño. Es como si la Perfidia Beverly Hills de Teyana Taylor se hubiera quedado a cuidar de su hija en 'Una batalla tras otra'. En esta tercera entrega tenían una oportunidad de oro para centrar de nuevo el foco en ella y confrontar su ferviente fe en Eywa con el paganismo de Varang, pero el conflicto teológico se quedó en la superficie.
Varang en sí va de más a menos. El Clan de la Ceniza liderado por ella irrumpe con fuerza con una estética que parece sacada de Mad Max. Su necesidad imperiosa por ver el mundo arder nos despierta el mismo interés que el de los grandes villanos del cine en la primera mitad de la cinta. Por desgracia, su presencia y amenaza se disuelve como un azucarillo según avanza la película, para terminar convirtiéndose en una mera muleta de Quaritch.
Varang es un ejemplo más de lo que pudo ser y no fue 'Avatar: Fuego y ceniza' por culpa de un último acto demasiado 'family friendly' que apenas innova lo visto en 'El sentido del agua', y donde el riesgo creativo para crear puntos de inflexión para la saga brilla por su ausencia. Si 'Avatar' quiere desligarse de ser considerada solo una franquicia espectacular en lo visual y lo técnico, más vale que 'Avatar 4' corrija todos estos errores. Saldremos de dudas en 2029.
- Año: 2025
- 192 min. EE.UU. Aventura Acción Fantasía
- Reparto: Kate Winslet Zoe Saldaña Stephen Lang Giovanni Ribisi David Thewlis