El cine contemporáneo lleva años intentando encontrar su propio lenguaje para hablar del abuso, el consentimiento y el poder. Desde el estallido del movimiento #MeToo, la pantalla se ha convertido en un espejo tenso donde los códigos narrativos tradicionales se resquebrajan. Películas que antes parecían cómodas ahora son revisadas con mirada crítica, mientras los nuevos relatos se esfuerzan por representar la complejidad del deseo, la manipulación y la culpa sin caer en el panfleto ni en la ambigüedad cómplice. Pero ese equilibrio resulta difícil y no todos los cineastas consiguen sostenerlo. La frontera entre la reflexión y la confusión moral sigue siendo difusa.
'Caza de brujas' de Luca Guadagnino arranca con esa ambición: una profesora de filosofía, Alma, cuya vida se ve trastocada cuando su estudiante protegida, Maggie, acusa a Hank, su colega y amigo cercano, de agresión sexual. Alma termina atrapada entre su deber institucional, su pasado privado y su propia concepción de lo que es justo. A este conflicto se suman otros: la protección del prestigio académico, los silencios de la amistad, la duda moral que acompaña al conocimiento de la verdad, lo que se sabe, lo que se presume y lo que se oculta.
Planteamiento de preguntas
Desde estas bases, 'Caza de brujas' tiene muchas virtudes: una premisa potente, actuaciones muy cuidadas, y momentos de tensión real. Pero también numerosos defectos que la alejan de poder sentirse como un ejercicio redondo. Lo primero que molesta es lo diluida que queda la narración cuando lo que se necesita es contundencia. Guadagnino se muestra sorprendentemente convencional en la puesta en escena: no apela a exhibiciones visuales ostentosas, ni a simbolismos exuberantes, sino a una dirección sobria, moderada, casi clínica. Esa contención podría funcionar si el guion ofreciera, en paralelo, una estructura firme, coherente, emocionalmente satisfactoria. No lo hace.

El guion de Nora Garrett presenta diálogos largos, debates morales que se suceden, yuxtaposiciones de opiniones, posiciones enfrentadas... pero con frecuencia sin que haya un peso narrativo o emocional que dé buen soporte al conflicto. Parece que Guadagnino y la película esperan que las preguntas y las ambigüedades por sí solas resulten suficientes para provocar impacto. No lo son. Las dudas terminan siendo confusas, no meditadas; la película promete exploración, pero muchas veces se queda en los planos de reflexión intelectual lejos de la empatía visceral.
Personajes que no llegan
Julia Roberts tiene un papel difícil y lo lleva con entrega: Alma es una figura compleja, herida, dividida, pero también defensiva. Se la ve luchando por reconciliar su vida privada con su reputación pública, por confrontar un pasado que podría invalidar su autoridad moral. Sin embargo, no logra dar el salto a la dimensión más íntima: faltan momentos que hagan que el público crea realmente en su agonía interior, en su contradicción personal. Ayo Edebiri como Maggie funciona bien como catalizadora del conflicto, pero su arco narrativo sufre de resoluciones imprecisas: ciertas motivaciones quedan poco desarrolladas, ciertas reacciones, poco justificadas.
Andrew Garfield, como Hank, queda atrapado entre la acusación y la ambigüedad que el guion propone, pero esa ambigüedad muchas veces se siente más como falta de definición que como matiz. No se sabe con certeza qué tan lejos llega su culpa, qué tan conscientes eran los personajes del poder que ejercían. Eso podría ser deliberado, pero en el resultado suele sentirse como que la película rehuye dar gravedad a ciertas decisiones.

El otro problema grave es el ritmo. La película es larga, cercana a las dos horas y veinte, y la tensión narrativa no se sostiene. Hay momentos —sobre todo en la primera mitad— donde el conflicto fluye con cierta eficacia, pero conforme avanzan los minutos, la película repite ideas, dilata situaciones, añade subtramas que no se resuelven satisfactoriamente o que no aportan nuevo entendimiento. La estructura narrativa se diluye hacia el final, que aunque intenta cerrar con una reflexión o con un giro moral, termina siendo anticlimático.
Buenas intenciones con miedo a explotarlas
Las intenciones políticas y éticas son loables: el retrato de la academia, la presión del prestigio, las diferencias generacionales, el sesgo institucional, el privilegio y el racismo subyacentes. Pero el filme queda a medias en todos esos frentes: ninguno de estos temas queda plenamente explorado, todos quedan en estado de sugerencia. La película parece tener miedo de comprometerse demasiado con alguna posición, quizá para evitar polarizarse, pero ese equilibrio termina por tornarse tibieza.
La contención visual, que podría haber sido una virtud, se convierte en un elemento que distancia al espectador. No hay rupturas formales reseñables, pocas sorpresas visuales, pocas escenas que quiebren el tono. En lugar de eso, Guadagnino mantiene un estilo que podríamos llamar seguro: iluminación sobria, escenarios académicos reconocibles, pocos excesos. Eso tiene el efecto de que el espectador no se sienta del todo implicado, como si estuviera asistiendo a un juicio pero desde la galería, sin entrar en la sala.
El conflicto moral queda expuesto, claro en lo racional, pero débil en lo emocional. Se habla de culpa, de lo que se debe hacer, de lo que cada personaje cree que hizo o no hizo, pero la película no logra generar momentos que recuerden, físicamente, qué significa vivir con esa duda. Eso hace que el drama pese menos de lo que debería.

'Caza de brujas' es una película con mucho de lo que admirar: preguntas necesarias, un reparto competente, situaciones con carga ética real. Pero falla en lo que más cuenta: que esa carga emocione, que duela, que la ambigüedad moral deje heridas. Se queda en la superficie del conflicto, atribuible a su obsesión por la reflexión más que por la confrontación.
Se trata de una película ambiciosa y digna de debate, pero que no consigue hacer justicia a todo el espectro del sufrimiento, la tensión y la responsabilidad que propone. Es cine que se piensa mucho pero se siente poco. Y en un tema tan importante como éste, la distancia emocional es un lujo que acaba pesando.
'Caza de brujas' se estrena en cines el 17 de octubre.
- Año: 2025
- 139 min. EE.UU. Crimen Drama Thriller
- Reparto: Ayo Edebiri Andrew Garfield Julia Roberts Chloë Sevigny Michael Stuhlbarg