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CRÍTICA

'El color del cielo': Viaje al lago de Lucerna

Crítica de 'El color del cielo', ópera prima de Joan-Marc Zapata, escrita por Zapata y Lluís Van Eeckhout. Protagonizada por Marta Etura y Francesc Garrido. Sección Made in Spain en el 70 Zinemaldia.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 21 de Octubre 2022 | 08:15
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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'El color del cielo': Viaje al lago de Lucerna

El reconocido cantautor y compositor Léo Ferré, en uno de los grandes temas, 'Avec le temps', a la hora de cantar sobre el desamor, dejó una serie de estrofas que, en el fondo, describen muy bien a 'El color del cielo', ópera prima de Joan-Marc Zapata: "Con el tiempo, sí, todo se va. Se olvida el rostro, se olvida la voz. Cuando el corazón ya no late, no vale la pena ir a buscar más lejos. Hay que dejar las cosas como son y están muy bien". Inspirándose, tal vez, en su cortometraje 'Bright Side in D minor', el realizador regresa a los serenos espacios naturales de Suiza para narrar la historia de un tímido reencuentro.

El color del cielo

En el elegante hotel Waldstätterhof, situado cerca de la ribera del lago de los Cuatro Cantones, conocido también como el de Lucerna, se hospedan dos antiguos amantes. Uno de ellos es Olivia Brontë, otrora actriz de teatro con una prometedora carrera sobre las tablas de Madrid que ha terminado convirtiéndose en una reconocida estrella de Hollywood. El otro es Tristán del Val, un reputado catedrático y filósofo que pasó de ser un aspirante a profesor en la capital española a dar clases en la Universidad de Nueva York. Ella acude por una sesión fotográfica, él por una conferencia y su reencuentro hará revivir el antiguo amor que se profesaron 17 años atrás.

Zapata configura un escenario entre elegante, fantasmagórico, decadente y banal. Elementos que convierten, precisamente, un lujoso hotel suizo rodeado del verdor natural en un escenario ideal para un reencuentro. El director, quien firma el guion junto con Lluís van Eeckhout, va, poco a poco, abriendo el corazón de dos almas cuyas soledades terminan convergiendo. Para ello, pone una capa de cinismo en su protagonista masculino, quien parece aceptar con resignación ser un espíritu vetusto en una sociedad excesivamente entregada a lo inmediato. En el caso de la protagonista femenina, Zapata crea lo opuesto, un personaje luminoso, aunque no por ello deja de transmitir cierta sensación de amargura, pues para llegar a la cúspide de la fama ha pagado un precio muy alto.

El color del cielo

Es la manera en la que el cineasta va acercando a sus protagonistas lo que va conquistando poco a poco al espectador. Para ello, configura toda una puesta en escena que evoca al cine clásico, con un formato de imagen de 4:3, lo que compacta a los personajes y la trama y consigue crear un efecto claustrofóbico a pesar de tener de escenario las amplias instalaciones del hotel, el lago, el balneario o la propia magia de la ciudad de Lucerna. A ello se suma una cuidadísima fotografía, obra de Alex Pizzigallo, que envuelve en cierta aura de melancolía a una obra que sirve para cicatrizar heridas del pasado.

Un largometraje exquisito que desprende belleza en cada escena

Con un apartado técnico exquisito y una música espléndida, con Wagner como principal compositor de fondo, 'El color del cielo' se convierte en un drama de desencuentros y reconciliaciones, con el que Zapata juega con cada escena y cada diálogo, inicialmente algo pedantes (muy propio de un filósofo), pero que se van tornando en declaraciones personales que terminan desnudando emocionalmente a la pareja protagonista, al cual bien podría ser heredera tanto de títulos contemporáneos como 'El tiempo de los amantes' de Jérôme Bonnell o 'Deseando amar' de Wong Kar Wai a otros más antiguos, como 'Breve encuentro' de David Lean, bañados en cierta atmósfera decadente que provoca que se venga a la mente 'Muerte en Venecia' de Luchino Visconti.

El color del cielo

En ese encuentro del desamor, en el que los antiguos amantes terminan diciéndose las verdades tras haber tenido un momento cordial que pasó a uno amargo por los reproches de antaño, Zapata muestra un cuidado y una delicadeza extraordinaria, especialmente por tratarse de un debutante. Por otro lado, sorprende el tono con el que narra este relato, más cercano al drama europeo, bien podría estar firmada por Olivier Assayas o Mia Hansen-Løve, que al visto en largometrajes españoles. Zapata, de 33 años, muestra un estilo que trae lo clásico y lo combina con las virtudes y defectos de la generación actual, provocando la extraña convivencia en citas de Habermas que se entremezclan con emisiones en directos de una influencer en redes sociales.

El color del cielo

Aunque Zapata filme una obra con pedigrí y aroma a añejo, nada de esto hubiera sido posible sin su dupla protagonista. Marta Etura y Francesc Garrido derrochan química y pasión contenida, en un filme en el que saben transmitir esa sensación de deseo que es imposible de cumplir, dadas las consecuencias que pueden tener en sus vidas. Ya lo dice el refrán, "agua pasada no mueve molinos". Aunque queden todavía ascuas de la llama del amor, ambos saben que es imposible revivirlo con la misma intensidad, que ese vínculo forma parte del pasado y de la caricia que da el propio recuerdo.

'El color de la piel' es un ejercicio cinematográfico exquisito, grácil y con una solemnidad extraordinaria. Con un tándem protagónico fascinante, solo queda dejarse llevar por ese ritmo otoñal, propio del paso del tiempo. Un largometraje fascinante y hermosamente bello, de esos que rara vez se ve en la gran pantalla. Se está ante el surgimiento de un director cuya sensibilidad es única. Sin duda, se está ante uno de los títulos imprescindibles del cine español de este año.

Nota: 8

Lo mejor: Su cuidada fotografía, sus bellos escenarios y la delicadeza que transmiten Marta Etura y Francesc Garrido

Lo peor: Le cuesta arrancar al principio y tiene ciertos momentos en los que peca de engolado.

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