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CRÍTICA

'El castillo de cristal': La frágil historia de Jeannette Walls, por una dura Brie Larson

Brie Larson interpreta en 'El castillo de cristal' a la hija de Woody Harrelson y Naomi Watts, en un drama demasiado sensacionalista que adapta la historia real de la periodista Jeannette Walls.

Por Sandra Sánchez Guerra 12 de Octubre 2017 | 10:56

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El padre de la periodista Jeannette Walls, Rex, confió su vida y la de su familia en los planos de una residencia de cristal, donde las paredes y toda la estructura de la casa serían de este material. La futura construcción representó los cimientos de los que carecían los hijos de los Walls dentro de una familia nómada guiada por unos progenitores que preferían sentirse "libres" antes que mercantilizar su vida y sus valores.

Esa es la historia de Brie Larson en la película, que encarna a Walls en su etapa universitaria y, también, a la directa y meticulosa columnista de prensa rosa en la que se convertiría años después. En la vida real, porque 'El castillo de cristal' adapta a la gran pantalla el libro homónimo en el que la periodista destapaba a la familia errante y disfuncional que había desterrado en una caja para tener una existencia con la que hasta entonces no había contado.

 'El castillo de cristal'

Woody Harrelson hace el papel de inspiración para la pequeña Jeannette, un padre entusiasta y frenético que tiene siempre los recursos a punto para restaurar la confianza perdida de su hija predilecta con una buena historia. Rex es también el lado oscuro de la historia y el villano que destruye lo que ha avanzado la obra de 'El castillo de Cristal'; mientras que Naomi Watts, el otro peso pesado interpretativo de la trama, queda relegada a un segundo plano, en muchos momentos eclipsada por culpa de un personaje poco agradecido, la madre bohemia que huye de los convencionalismos.

La vida de Jeannette se narra a través de dos líneas temporales: la principal, que sigue a Larson en la actualidad; y una vía secundaria que, cronológicamente, va contando la difícil relación de la niña con su padre y cómo va creciendo y soñando con alejarse de su desestructurada familia. Junto a la pequeña Jeanette, conocemos varias versiones de sus hermanos Lori, Brian y Maureen. Los niños ocupan buena parte de la historia y se enfrentan al grueso del conflicto, con la versión intermedia de los hijos de los Walls saliendo adelante prácticamente solos y cuidándose los unos a los otros.

 'El castillo de cristal'

La vida salvaje

Fabrican un "refugio" en el que resguardarse de la ira y el descontrol de su padre cuando bebe y hacen un pacto para cobijarse juntos, alejados de la inestabilidad de lo que, en un principio, les divertía y parecía un juego. Se educan a sí mismos en un entorno salvaje y fuera de lo común, con las prioridades de los mayores puestas en los "ideales" y los pequeños detalles, más allá de las rectas lecciones que se enseñan en una educación escolarizada. Algo que recuerda, inevitablemente, al argumento de 'Captain Fantastic'.

La narración se toma su tiempo en ellos para saber de dónde vienen los protagonistas y conocer, sobre todo, a Rex y al personaje de Brie Larson. Así, la historia también reconstruye la periferia que gira en torno a esta peculiar familiar, y cae en el error de forzar personajes como el de Erma o David, con una construcción muy poco natural ante la cámara. Todo desemboca en el conflicto que abstrae a la ya periodista Jeanette, que se ha esforzado por ocultar y maquillar sus orígenes, así como a sus padres, tras una fachada de un trabajo y una vida organizada.

 'El castillo de cristal'

La ganadora del Oscar por 'La habitación' y el próximo mentor de Han Solo en el spin-off de 'Star Wars' sobre el cazarrecompensas defienden bien una complicada relación paternofilial de roles intercambiados. Sin embargo, hay un sello sensiblero a favor del drama y de la emotividad contraproducente, tras el que, a pesar de tirar del poder de la nostalgia, interesaría más ver a los personajes reales contar su propia historia en un documental.

Nota: 6

Lo mejor: Cómo maduran los niños y se cuidan entre ellos durante la infancia, con la versión intermedia de Jeannette como cabeza de familia.

Lo peor: El sello sensiblero de la película y una cierta banalización de temas peliagudos con un personaje metido con calzador.