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CRÍTICA

'Honeyland': El milagro de las abejas

Crítica de 'Honeyland', documental dirigido por Tamara Kotevska y Ljubomir Stefanov. Nominado al Oscar a la mejor película internacional y a la mejor película documental.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 2 de Septiembre 2020 | 09:30
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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'Honeyland': El milagro de las abejas

Puede sonar impetuoso, pero, de tanto en tanto, se producen auténticos milagros cinematográficos. Es el caso de 'Honeyland' (2019), filme documental de los macedonios Tamara Kotevska y Ljubomir Stefano, un proyecto que comenzó siendo un cortometraje financiado por el gobierno de Macedonia del Norte sobre el río Bregalnica y la preservación natural de la región. Finalmente acabó convirtiéndose en una producción con más de 400 horas de metraje, que se rodó durante tres años y que ha terminado siendo un largometraje documental que ha hecho historia al ser el primer título en ser candidato tanto al Oscar al mejor filme internacional y como a la mejor película documental.

Honeyland

La película abre de una forma esplendorosa, con Hatidze, la protagonista de esta historia, caminando en el horizonte, rodeada de un paisaje natural, hermoso, lleno de luz. La mujer llega a una zona rocosa, levanta una piedra y encuentra un panal, del que se lleva solo a la mitad de las abejas. De manera muy cuidadosa, susurrándoles una canción, la fémina regresa a su pueblo, llamado Bekirlija, en el que solamente viven ella y su madre octogenaria, ciega y moribunda.

Hatidze representa una forma de recolectar miel ancestral, la apicultura silvestre, que está en peligro de extinción y cuya principal virtud es recoger una mitad y dejar la otra para evitar la sobreexplotación de las abejas y que, así, puedan tener para ellas y lograr que la colmena siga viva. Ahí está el principal mensaje ecologista del tándem Kotevska-Stefanov, quienes ya habían colaborado anteriormente en el corto 'Lake of Apples' (2017), los cuales abordan esta temática desde una perspectiva completamente diferente, escogiendo los mejores elementos del Fly on the Wall, del cine directo y del cinéma-vérité.

Una mirada concreta sobre la biodiversidad y el desarrollo sostenible

En 'Honeyland' no hay lecciones moralistas, tampoco condescendientes con la vida rural, pero sí una advertencia de los riesgos que conllevan la sobreexplotación de los recursos naturales (cabe recordar que el filme recuerda la gran crisis medioambiental que vive el mundo respecto a la grave disminución de la población de las abejas silvestres, figuras esenciales en la polinización de la flora y en la preservación de la biodiversidad), así como también aboga por utilizar solo lo que se necesita ("la mitad para mí, la mitad para ti").

Honeyland

Los cineastas lo narran desde un enfoque humanista, en el que "el antagonismo" reside en la falta de visión de unos ruidosos vecinos que llegan a la zona y que no saben gestionar sus propias cosechas. De esta forma, Kotevska y Stefanov se centran en lo humano, en las necesidades propias de los protagonistas de esta historia, consiguiendo provocar empatía ante sus situaciones.

Una obra maestra, un documental que rompe con los esquemas tradicionales

Por otro lado, 'Honeyland' es también un retrato de una realidad no escuchada, la de Hatidze, una mujer de la minoría étnica turca que ha sabido encontrar cierto equilibrio y bienestar en su vida. Es una protagonista a la que no se glorifica, todo lo contrario, provocando una mayor asertividad hacia sus acciones. Se percibe una historia marcada por las tradiciones familiares, en la que las hijas pequeñas eran las encargadas de cuidar de los padres hasta su muerte, provocando que no tuviesen vida propia.

Honeyland

Kotevska y Stefanov firman un auténtica joya cinematográfica, alejada de prejuicios y hecha con plena dedicación y esmero. Por otro lado, no descuidan su parte visual, ofreciendo un filme estéticamente bello y espléndido, gracias a una magistral fotografía, obra de Fejmi Daut y Samir Ljuma. Sonoro aplauso también para el montador de la cinta, Atanas Georgiev, que tuvo el inmenso reto de condensar y comprimir 400 horas grabadas y sacar adelante una obra maestra de 85 minutos. Un filme único, que demuestra cómo el poder del documental radica, sobre todo, en las historias que quieren contarse.

9

Lo mejor: Su magistral fotografía, un montaje excelente y, sobre todo, la historia de Hatidze.

Lo peor: Pensar que ha estado a punto de no pasar por salas de cine (aunque sea de forma limitada).

Películas
Honeyland 8,2 Honeyland