Los cambios generaciones en España pueden medirse perfectamente a través de sus ficciones juveniles. Probablemente ya te estén empezando a salir canas si a finales de los 90 recorriste los pasillos del Colegio Azcona con Quimi (Antonio Hortelano) y Valle (Eva Santolaria) en 'Compañeros'. Acabando la primera década de los 2000 irrumpió 'Física o química' con un Colegio Zurbarán más atrevido de la mano de Yoli (Andrea Duro) y Fer (Javier Calvo). Todos ellos angelitos si los comparamos con los que llegaron después.
En 2018 Netflix supo dar con la tecla de las series adolescentes con 'Élite' sumando a la ecuación unos cuantos millones que permitió situar la historia en un entorno de lujo como el centro privado Las Encinas. Agregando componentes de thriller con un misterio o crimen por temporada y altas dosis de morbo con muchas fiestas y sexo, el éxito internacional fue rotundo. Tras tres temporada buenas, el desgaste fue inevitable aunque logró aguantar ocho tandas hasta despedirse en 2024. No ha pasado mucho, pero la plataforma en streaming ya ha dado con su repuesto.
Bienvenidos al CAR
Cuando se anunció 'Olympo', también a cargo de Zeta Studios, las comparaciones fueron inevitables si bien esta se aleja de lo estudiantil para centrarse en lo deportivo al saltar de un instituto a un Centro de Alto Rendimiento (CAR). Hasta allí llega Zoe Moral (Nira Osahia) con una beca para ingresa en el equipo de heptatlón. Conocerá entonces a un nutrido grupo de jóvenes cuyo mayor deseo es conseguir el patrocinio de la marca que da nombre a la serie.

Este punto de partida sirve para explorar los límites de sus protagonistas cuando Amaia Olaberria (Clara Galle), capitana del equipo de natación artística comienza a sospechar de la presencia de dopaje en el CAR cuando su mejor amiga Nuria Bórges (María Romanillos) empieza a superar sus marcas de una forma inexplicable tras haberse ausentado una semana. A partir de ahí, las rivalidades y las pasiones se entremezclan entre entrenamientos, torneos, partidos y sexo.
¿La nueva 'Élite'?
Netflix no solo no ha ocultado las comparaciones con 'Élite', sino que además las ha alimentado con una promoción altamente erótica. Es cierto que bebe de aquella tomando elementos prestados, aunque ciertamente el componente sexual es bastante menor, el misterio no gira en torno a un crimen y las fiestas entre excesos apenas tienen presencia. Aún así no oculta su interés en mostrar cuerpos esculturales (esquivando, además, el debate sobre la hegemonía de cuerpos normativos al ser todos deportistas de élite) recreándose en el deseo a través de sugerentes coreografías y cámara lenta en escenas de sexo.
'Olympo' se centra en tres deportes minoritarios que no gozan de tanta popularidad entre el gran público, lo que sirve para plantear la precarización de quienes se dedican a estas disciplinas, siendo así un añadido a la hora de desarrollar la competitividad que se alimenta en cada capítulo. Lo mismo sucede con la presión desmedida, en ocasiones autoimpuesta y en otras por parte del entorno incluso familiar, que los empuja a replantearse ciertas cuestiones éticas y morales.

La otra pata sobre la que camina 'Olympo' es la homofobia en el deporte. Para ello se nos presenta a Roque Pérez (Agustín Della Corte), capitán del equipo de rugby y abiertamente homosexual que tendrá que lidiar con esta lacra. Si bien no se inventa la rueda con esta trama, es una realidad que es uno de los grandes tabúes en el deporte masculino, por lo que la serie trata de aportar capas a través de compañeros de equipo que esconden su odio detrás de aparente camaradería o incluso de la mercantilización de lo LGTBIQ+ por meros intereses comerciales.
Luces y sombras
Aún y con todo, 'Olympo' deja tramas desaprovechadas mientras que recorre solo la superficie la gran mayoría. El personaje de Osahia llega con un secreto, algo que apenas se desarrolla y que no logra captar la atención del espectador. Lo mismo sucede con la relación entre Cristian Delallave (Nuno Gallego), novio de Amaia y miembro del equipo de rugby, y su hermano. ¿De dónde viene esa competitividad insana? ¿Es solo una simple rivalidad de machitos como se desprende? Más duele el caso de Renata Aguilera (Andy Duato), estrella de heptatlón, cuya historia resulta de lo más valiente pero apenas pasa de enunciarse.
A nivel técnico 'Olympo' resulta del todo atractiva gracias especialmente al escenario en el que se desarrolla pues el El Balneario de Panticosa, con su arquitectura limpia y paisajes alpinos, se convierte en en el CAR Pirineos. Con una fotografía muy cuidada, la ficción también destaca en la dirección de los momentos de competición, si bien se sacrifica cierto realismo en favor de la espectacularidad, como pasa en multitud de series y películas. En lo interpretativo Clara Galle se lleva todos los aplausos dotando a su Amaia de fuerza, vulnerabilidad y contradicciones. Con Della Corte y Duato (por favor, necesitamos más de su personaje) a la altura, Osahia se queda bastante atrás y no consigue salir del arquetipo.

Existen muchos prejuicios en torno a este tipo de ficciones juveniles, las cuales tiende a juzgarse como si se tratasen de producciones de autor a pesar de que nadie espera eso de ellas. 'Olympo' da lo que promete aunque no por ello hay que dejar de señalar que cae en los mismos vicios ya repetidísimos pecando de superficialidad o requiriendo de saltos de fe para aceptar que la trama avance. La serie creada por Jan Matheu, Laia Foguet e Ibai Abad cumple en el entretenimiento aunque no llegue a subirnos las pulsaciones.
'Olympo' se estrena en Netflix el 20 de junio.