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CRÍTICA

¿Podrás perdonarme algún día... que me quede con Richard E. Grant? Su interpretación es brutal

La Academia también ha nominado a Melissa McCarthy y el guion de esta adaptación, pero todo pierde un poco de fuerza al lado del trabajo de E. Grant que es insuperable.

Berta F. Del Castillo
Por Berta F. Del Castillo Más 22 de Febrero 2019 | 09:58
Creadora de contenido digital y periodista especializada en cine y series. Fan de 'Star Wars'.

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Rodeada por la pesadumbre contemporánea y segura en el talento indiscutible de su elenco, '¿Podrás perdonarme algún día?' tiene algo en común con sus rivales en esta temporada de premios: sus interpretaciones destacan muy por encima de todo lo demás. Melissa McCarthy hace un trabajo digno de la nominación en la categoría de Mejor Actriz que se ha llevado de cara a los Oscars, y Richard E. Grant más de lo mismo pero mejor. De hecho no voy a pretender que recordaré esta película por otra cosa que no sea el primer plano lleno hasta los topes con su mirada triste que me ha hecho llorar irremediablemente. El trabajo de este intérprete es tan abrumador que sorprende que tenga rivales en su categoría, la de Mejor Actor Secundario. Nada puede competir con el trabajo que hace Grant, ni siquiera la labor de su compañera de reparto. McCarthy está magnífica, piropo que cobra aún más valor si se considera la soledad de su personaje: prácticamente todo el peso de la película recae sobre sus hombros. Quizá por este motivo Grant llega y arrasa. Su papel aporta algo diferente, muy refrescante y atractivo en ese océano de planos bastante cerraditos al ceño siempre fruncido de Israel, personaje tan arisco como la propia escritora.

 Melissa McCarthy en '¿Podrás perdonarme algún día?'

Lee Israel, novelista especializada en biografías, mujer excelsa en eso de hacer brillar la historia de otros a los que considera mejores, creativa que desaparece detrás de los personajes que se convierten en objeto de su mirada... Está hasta el mismísimo moño de que le exijan una vida que no va con ella, de esas normas sociales (qué pesaos con las normas) que una mujer se puede saltar mucho menos que un hombre... Que pase por el aro, le dice su editora. No hay otra. Pues a la porra el aro y todos vosotros claro que si, me voy a poner a falsificar cartas de figuras inolvidables del Hollywood dorado para no ahogarme en la indigencia. Decisión extraña a la par que completamente lógica esta de Israel, figura descrita en Wikipedida como una "alcohólica con una personalidad que algunos consideraron difícil". Vaya. Lo mejor de la narrativa de esta película entonces es que deja claro que esa "personalidad difícil" no era más que alergia a la arrogancia y la tontería tan extendidas en el mundo literario (y en el audiovisual, y en el periodístico... ¿Sigo?). De hecho yo elijo creer que de ahí viene la nominación al Oscar al Mejor Guion Adaptado para Nicole Holofcener y Jeff Whitty, de la humanización de una figura cuya historia se ha diluido en el tiempo hasta quedarse solo en la punta del iceberg. Aunque siendo sincera ese reconocimiento lo merecen ya por dos líneas de diálogo que se plantean tal que así:

- Pensé que iba a ser algo más.

- Eso es que no bebes lo suficiente.

El despertar en ese futuro que no encaja con lo que habías imaginado y el no saber qué hacer con ello hasta darte a la bebida, en este caso trágicamente porque Israel terminó cayendo en el alcoholismo; representa de manera excelsa el interior de una mujer que vive pegada al aislamiento autoimpuesto y falsifica cartas de las que se siente orgullosa porque son agudas y están brillantemente escritas. El mencionado dialogo es tan representativo porque viene con un lado muy duro pero a la vez es tan hilarante y verdadero como para marcarse en la memoria como una pequeña pildorita que esconde todo lo demás. Y así pasa con la mayoría de las conversaciones, lo único que le quita lustre es que hablamos de un biopic de casi dos horas centrado en una mujer a la que le cuesta compartir espacio con otros seres humanos. Eso y que la dirección no aporta el dinamismo que se echa de menos en ciertos momentos.

Los planos cortos no dejan de sucederse como elemento más llamativo del trabajo de Marielle Heller que, muy en la línea de Israel, oculta su propio estilo para resaltar a la figura que está retratando. Es encomiable pero un poco torpe si se considera el personaje del que hablamos, una mujer que brilla gracias a McCarthy a pesar de ese estatismo.

 Richard E. Grant y Christian Navarro en '¿Podrás perdonarme algún día?'

Estrellas que eclipsan

Al final la sensación de que las interpretaciones son más notables que todo lo demás es inevitable, pero es que hablamos de un nivel muy impresionante, sobre todo en el caso de E. Grant. Ojalá una película de la vida de Jack Hock, recorriendo Manhattan de cama en cama, huyendo de esas consecuencias destinadas a alcanzarle. Todo en su personaje es tan sutil que encandila, incluyendo la manera en la que se sugiere que su situación es bastante más cruda de lo que parece. Además el personaje de McCarthy gana muchísimo cuando se está reflejando en Jack, o riéndose con él, abriéndose un poquito con todo y a pesar de todo. Porque al final Lee anhela ser comprendida y es en esos momentos en los que se tienden la mano mutuamente, cuándo descubres que en parte la vida ha ido arrinconando a Lee muy a su pesar.

'¿Podrás perdonarme algún día?' es aguda cuando la dejan pero paga con creces la soledad de Israel. Quizá algún que otro recuerdo que nos diese pistas de cómo llegó a ese punto de derrota social le habría dado algo más de vida. Ojo, la manera en que se plantea la motivación del personaje es perfecta, la sugerencia viene más por esa inmovilidad que transmite cuando no está compartiendo espacio con nadie más. Aún así cómo juega con todo eso que sienten aquellos que se mueven por los márgenes sociales, es absolutamente encomiable.

Nota: 7

Lo mejor: Un Richard E. Grant absolutamente insuperable.

Lo peor: Una dirección demasiado estática para un personaje igualmente pegado a la inmovilidad.