Desde su nacimiento en 1987 con la icónica película de John McTiernan, la saga 'Depredador' ha pasado por muchas fases y muchas manos, redefiniéndose con cada entrega en busca de una exitosa continuidad comercial que nunca ha llegado a alcanzar del todo.
Referente indiscutible del cine de acción adulto, 'Predator' ha ido evolucionando con el tiempo, de metáfora bélica a cine de monstruos con trazas de slasher, incluso cruzándose con otra propiedad de ciencia ficción, 'Alien', haciendo de su búsqueda de identidad propia un camino bastante accidentado e irregular.
Con la compra de 20th Century Fox por parte de Disney, la saga se reinició en 2022 con Dan Trachtenberg a los mandos. La primera película bajo el mandato de la Casa del Ratón, 'Predator: La presa', llegó directamente a streaming, donde también se estrenó la siguiente, 'Predator: Asesino de asesinos', antología animada que expandía los límites de la franquicia abriendo la puerta a mil y una posibilidades dentro de su amplia línea temporal.
Tras esos dos largometrajes, Disney y Trachtenberg pensaron "Este es el camino", y continuaron esa senda con el esperado regreso de la saga a la gran pantalla con 'Predator: Badlands', la primera 'Depredador' que se estrena en cines en siete años. Dejando a un lado el (relativo) minimalismo de 'La presa', Trachtenberg realiza con 'Badlands' un salto enorme hacia la aventura épica espacial en un intento de seguir ampliando (y rompiendo) la idea de lo que debe ser una película de 'Predator'.
En ella, el Depredador se convierte, por primera vez en casi 40 años, en el héroe y protagonista de la historia. Acostumbrados a ver a esta temible y violenta raza alienígena como la fuerza antagónica, el monstruo al que matar antes de ser matado, Trachtenberg redefine a los Yautja construyendo un lore a su alrededor que sirve para recontextualizar la propiedad y hacernos ver a los Predators con otros ojos.
Así, 'Predator: Badlands' se erige como una epopeya espacial de búsqueda y redención en la que un joven Yautja va a parar a un planeta desconocido después de ser repudiado por su propio clan. Allí se topa con una sintética, Thia (interpretada por ElleFanning), con la que establece una improbable alianza para embarcarse juntos en una odisea llena de peligros para localizar y acabar con un enemigo común.
Como ya hemos establecido, 'Badlands' marca un nuevo comienzo, un giro de dirección hacia un cine de aventuras y ciencia ficción que, por primera vez, no se orienta al público mayor de 18 años, sino que busca abrir sus puertas a una audiencia más amplia y familiar. Para ello, Trachtenberg no sacrifica la violencia que caracteriza a la franquicia, pero sí la suaviza mucho, al excluir de la película a los humanos. De esta manera, la brutalidad física que forma parte de su ADN sigue ahí, solo que en vez de sangre roja, es verde, y los desmembramientos no son tan visualmente gore al tratarse de robots.
Es una de las muchas formas en las que Trachtenberg reescribe el manual de 'Predator', siguiendo lo establecido en las dos entregas anteriores. Sin embargo, en esta ocasión es mucho más evidente cómo la saga se ha acogido, ya abierta y enteramente, a la fórmula Disney. Al igual que con la reciente y fallida 'Tron: Ares', 'Predator: Badlands' utiliza el pasado y la historia de la saga para construir algo nuevo, con la intención de continuarlo en nuevas entregas que sigan su hilo. Si bien hasta ahora 'Predator' había tenido un carácter más antológico, ahora queda claro que con 'Badlands', Disney quiere aplicarle el tratamiento 'Star Wars'.
Su prólogo es, de hecho, toda una declaración de intenciones, un inicio que nos sumerge en la mitología Yautja y conduce hacia un planteamiento narrativo que recuerda inevitablemente a la propiedad galáctica creada por George Lucas. En estos (algo plomizos) primeros minutos, asistimos a un enfrentamiento con espadas láser que nos lleva directamente a una galaxia muy, muy lejana, para a continuación dar paso a un desarrollo que a más de uno recordará a 'The Mandalorian' en muchos aspectos.
La ambición de Trachtenberg pasa por hacer de 'Predator' algo más ligero y para todos los públicos, reforzando la aventura, la acción épica y la emoción. Un cóctel en el que el humor también tiene cabida, aunque a veces resulte demasiado forzado y evidente. Y lo mismo se puede decir la incorporación del clásico animalito Disney, una mascota simpática de la escuela Grogu que acompaña a los héroes y apela a los espectadores más jóvenes -o en su defecto, a los que no se pueden resistir a la fuerza arrolladora de un bicho adorable, tengan la edad que tengan. Todo muy de manual.
Historia clásica, acción de primera
A pesar de contar con una historia más bien sencilla (se agradece), 'Predator: Badlands' aumenta la escala de la saga haciéndonos viajar por el espacio para darnos a conocer nuevos mundos y una amplia selección de criaturas alienígenas que componen una llamativa fauna (y flora) galáctica. En ese viaje, la acción y el espectáculo también suben de nivel, con una notable factura visual y excelentes efectos digitales, a lo que se suman unas espléndidas coreografías de acción y set pieces que son sin duda lo mejor de la película.
Por otro lado, que la historia se centre en el viaje de autoconocimiento de Dek y su amistad con Thia (estupendos Fanning y Dimitrius Schuster-Koloamatangi) es todo un acierto por parte de Trachtenberg. El director y su guionista, Patrick Aison, construyen con ella un canto a la familia elegida en oposición a la rigidez de las tradiciones que, por muy cliché que sea y por algo de chispa que le falte, acaba resultando efectivo.
Con todo, 'Predator: Badlands' supone un nuevo capítulo para una saga que se sigue reinventándose con cada entrega, y que ahora parece por fin haber encontrado cómo crecer exponencialmente, de la mano de un cineasta que tiene una visión para ella. Trachtenberg está jugando y experimentando con la propiedad, redirigiéndola hacia algo más "maximalista", y aunque al hacerlo esté borrando algunas de sus señas de identidad y elementos clásicos en favor de una fórmula testada, al menos está creando una dirección clara para ella.