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CRÍTICA

'La princesa Mononoke': El desgarrador grito del espíritu del bosque

Crítica de 'La princesa Mononoke', dirigida y escrita por Hayao Miyazaki. Ganadora del premio a la mejor película en los Premios de la Academia de Cine Japonesa, seleccionada por Japón para los Oscar 1998.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 23 de Julio 2022 | 16:11
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Imagen de 'La princesa Mononoke'
Imagen de 'La princesa Mononoke' (Vértigo Films)

Vértigo Films prosigue con su cuidado respeto a la distribución de títulos de Studio Ghibli. Tras el lanzamiento en DVD y Blu-ray de esas dos joyas costumbristas que son 'Recuerdos del ayer' y 'Puedo escuchar el mar', la distribuidora relanza en cines 'La princesa Mononoke'. La obra maestra de Hayao Miyazaki vuelve a las salas para celebrar su 25 aniversario, un reestreno que sigue la línea de otros reencuentros de filmes de la factoría con el público en la gran pantalla tras los que realizó la distribuidora con 'Mi vecino Totoro' y 'El viaje de Chihiro'.

La princesa Mononoke

'La princesa Mononoke' es la gran gesta de Hayao Miyazaki, el largometraje que aspiraba desde sus inicios en convertirse en su cénit como cineasta. El realizador venía de haber dirigido la que significaba su elegía a sus ideales del pasado, la melancólica 'Porco Rosso'. La sensación de enfrentarse al final de un momento vital impulsó a Miyazaki a convertir su siguiente proyecto en una auténtica despedida, algo que vino reforzado cuando en plena producción del filme, Yoshifumi Kondô, director de 'Susurros del corazón' y considerado el sucesor natural tanto de Miyazaki como de Isao Takahata, muriese a los 47 años, víctima de un aneurisma, el cual se considera que fue provocado por el nivel de estrés al que llegó.

Precisamente esa muerte afectó a Miyazaki, quien ya comenzó a planearse su retiro. Es más, 'La princesa Mononoke' le llevó al límite de sus energías, al ser esa gesta épica con la que Miyazaki aspiraba a consagrarse como uno de los cineastas más importantes tanto del cine de animación japonés como del cine en general. Aunque años después llegó la que sería otra de sus obras cumbre, 'El viaje de Chihiro', es esencial valorar a 'La princesa Mononoke' como ese título definitivo dentro de la propia filmografía del cineasta, pues Miyazaki no ha vuelto a realizar un largometraje con semejante ambición artística, propia del cine de época, enlazando su propuesta con el cine de grandes como Akira Kurosawa.

La princesa Mononoke

Frente a la guerra y el horror, la concordia y la esperanza

Ambientada en el convulso período Muromachi del Japón feudal, que comenzó en 1336 y finalizó en 1573, 'La princesa Mononoke' narra la epopeya de un príncipe maldito, miembro de una tribu Emishi, el cual decide buscar el origen de su maleficio, provocado por un dios jabalí convertido en demonio, lo que le lleva a la Ciudad del Hierro, donde conocerá a su gobernadora, Lady Eboshi, quien mantiene una guerra con el bosque que rodea a la villa y sus espíritus, entre los que está la diosa loba Moro, quien adoptó a San, una joven a la que llaman la princesa Mononoke, por su naturaleza híbrida, al ser humana pero también habitante de la espesura.

La princesa Mononoke

Miyazaki expone un momento histórico de guerras civiles y luchas internas entre caciques de regiones y pueblos, a ello se le suma el conflicto del progreso y cómo este devora sin control la naturaleza. El cineasta, quien siempre ha defendido el ecologismo, expone de manera frontal esta problemática, evidenciando que todas las partes tienen razón, al ser un relato épico sin buenos ni malos claros. Ashitaka y San conforman un tándem protagónico contrapuesto, que sirve para manifestar los conflictos internos del propio ser humano, animal cuya racionalidad le ha otorgado el destino de progresar hacia delante, pero no por ello tenga que destruir todo lo que toca.

El cineasta muestra un mensaje conciliador, evitando caer en cualquier convencionalismo propio del cine histórico nipón. Es más, incluso a la hora de perfilar el destino del villano principal, Miyazaki se muestra magnánimo, exponiendo que 'La princesa Mononoke' es la evolución natural de lo que fue la piedra angular de Studio Ghibli, 'Nausicaä del Valle del Viento', en la que ya expuso los problemas del hombre por encontrar el equilibrio entre progreso y cuidado del medio ambiente, en un mundo posapocalíptico devorado por las luchas entre reinos y la contaminación.

La epopeya de Miyazaki, un largometraje excepcional y único

En el caso de 'La princesa Mononoke', Miyazaki cambia el futuro por el pasado y el escenario es el Japón medieval, envuelto en un mundo de dioses ancestrales, seres mitológicos, bosques cuyo desgarrador grito de desesperación es posible oír entre los murmullos de los árboles, pueblos en guerra y maldiciones. Si en 'Nausicaä', el ser humano desafía a la fatalidad del destino, en 'La princesa Mononoke' es el enfrentamiento de los humanos frente a los dioses, una parábola en la que se muestra también el carácter antibelicista del cineasta, quien vivió en carne propia los últimos años de la Segunda Guerra Mundial y la posterior posguerra. No obstante, como se ha comentado antes, en esta batalla, el realizador apuesta por la concordia como único camino a la esperanza.

La princesa Mononoke

Por otro lado, 'Nausicaä del Valle del Viento', la cual fue la que sentó las bases de lo que sería posteriormente Ghibli, era ya un ejemplo de excelencia, a pesar de sus limitaciones; eso hace que 'La princesa Mononoke' la supere y sea uno de los mejores exponentes del máximo virtuosismo del cineasta. No solo por estar ante un relato digno de ser una leyenda, sino por el cuidado por cada detalle en su animación y demás apartado técnico. Joe Hisaishi, compositor de toda la filmografía de Miyazaki dentro de Ghibli, firma una de las mejores bandas sonoras que tiene la factoría, de espíritu único, capaz de llevar al público a esa guerra medieval. Una fotografía magistral, obra de Atsushi Okui; sin olvidar que contó con las primeras espadas de la animación del estudio, al contar con figuras como Masashi Andô, Kitarô Kôsaka, el desaparecido Yoshifumi Kondô y Hitomi Tateno; además de un innumerable personal de dirección de arte, supervisión de color y animación, mostrando la plena excelencia de uno de los filmes más extraordinarios tanto en la filmografía de Miyazaki como del propio Studio Ghibli.

Es imposible negar el mismo grado de virtuosismo a 'El viaje de Chihiro', pero 'La princesa Mononoke' es esa otra gran obra definitiva del cineasta, aquella que le terminó consagrando como uno de los grandes cineastas japoneses de los últimos años y el mejor exponente en la innovación de la animación como medio de realizar séptimo arte. Más allá de la anécdota de que en Japón el filme logró desbancar a 'Titanic' como película más taquillera de la historia (título que perdió frente al mencionado filme de Miyazaki que obtuvo el Oso de Oro de Berlín y el Oscar); su reestreno en cines permite al público reencontrarse con una obra única, a la que estos 25 años solo han hecho que su legado y fama se agranden, como única obra maestra que es. Un auténtico deleite para el paladar, una hazaña única.

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Lo mejor: La vigencia de su mensaje, su máximo cuidado visual, el que siga siendo una obra maestra y un título imprescindible.
Lo peor: No aprovechar esta oportunidad para disfrutarla en su hábitat natural, una sala de cine.
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