'Strangers: Capítulo 2': Qué hay debajo de la máscara

Desde su estreno en 2008, 'Los extraños' se convirtió en un referente del cine de terror moderno gracias a su atmósfera claustrofóbica y a la inquietante premisa de un ataque sin motivo aparente. Su influencia fue tal que el título marcó un punto de inflexión en el subgénero del home invasion y dio pie, más de una década después, a la construcción de una trilogía que busca reinterpretar aquel impacto para una nueva generación.

Poco más de un año después de la primera cinta, 'Strangers: Capítulo 2' llega como el eslabón intermedio de una apuesta que busca dar respuesta al origen de los sádicos enmascarados. De nuevo bajo la dirección de Renny Harlin, esta segunda entrega funciona como puente dentro de la nueva trilogía y, aunque mejora algunos aspectos de su predecesora, también arrastra fallos estructurales que la alejan de la contundencia que el género exige.

Más allá del home invasion

El primer cambio evidente respecto a 'Strangers: Capítulo 1' es el tono. Si la anterior se acusaba de plana y demasiado ceñida al esquema del home invasion, esta película expande horizontes hacia un survival horror más dinámico. La acción se traslada a diferentes escenarios y las persecuciones imprimen un pulso que mantiene la atención del espectador casi sin respiro.

La tensión, en efecto, se convierte en el gran motor de la propuesta. El filme sabe explotar la paranoia que generan los antagonistas enmascarados y consigue transmitir la sensación de que en cualquier esquina acecha la amenaza. En este terreno, la dirección gana en eficacia y encuentra un equilibrio entre lo atmosférico y lo visceral.

Como estrella indiscutible nos reencontramos con Madelaine Petsch tras haber sobrevivido a los acontecimientos de la primera. Su interpretación aporta credibilidad física y emocional a su Maya, a la que suma una desconfianza nerviosa tras el trauma vivido y logra sostener la narración incluso en los pasajes más inverosímiles. Su entrega le da un núcleo sólido a la experiencia.

¿Quién es Tamara?

Sin embargo, 'Strangers: Capítulo 2' tropieza cuando intenta explicar demasiado. El mayor acierto de la película original de 2008 fue el misterio: la violencia sin razón, el terror que no necesitaba motivaciones. Al desvelar parte de la procedencia de los villanos, esta secuela resta fuerza al enigma y convierte lo perturbador en algo más convencional. No obstante, esto es algo que ya sabíamos cuando se anunció la nueva trilogía, por lo que es hora de conocer quién es Tamara, aunque la respuesta no sea tan satisfactoria como el misterio.

Los problemas de guion refuerzan esa debilidad. Varias escenas resultan poco coherentes y algunas decisiones narrativas parecen rozar lo absurdo, como la irrupción de un jabalí digital que quiebra el clima de tensión provocando más bochorno que tensión dramática. Estos deslices erosionan la credibilidad y exponen una falta de control sobre el tono. También somos testigos de cómo la protagonista toma decisiones tan erráticas que nos hacen preguntarnos si de verdad quiere salvar su vida.

El carácter de capítulo intermedio también pesa en el balance final. La película transmite más la sensación de un eslabón en la cadena que la de una obra autónoma. Se percibe que su misión principal es preparar el terreno para la conclusión, lo que le resta contundencia narrativa y deja al público a medio camino. Por suerte este se hace entretenido gracias a su duración de poco más de hora y media.

La comparación con la primera 'Los extraños' sigue siendo inevitable y no del todo favorable. La cinta original destacaba por su atmósfera angustiante y su capacidad de incomodar con lo mínimo. Esta secuela, en cambio, apuesta por la expansión y la espectacularidad, sacrificando buena parte del poder sugestivo que hizo célebre a la saga.

'Strangers: Capítulo 2', en el marco de la nueva trilogía es una secuela irregular: más vibrante que su predecesora, pero menos perturbadora que la obra original. Cumple como entretenimiento de género, con escenas de tensión logradas y una protagonista entregada, aunque se ve lastrada por incoherencias, explicaciones innecesarias y un marcado carácter transitorio.

Lo que queda ahora es la expectativa hacia el tercer capítulo. Si la saga consigue reconciliar la tensión original con la expansión narrativa, quizá logre cerrar esta nueva trilogía con la contundencia que de momento sigue en deuda. No nos falles, Tamara.