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CRÍTICA

'Un asunto de familia': El cariño a contraluz

Crítica de 'Un asunto de familia', dirigida y escrita por Hirokazu Kore-eda. Ganadora de la Palma de Oro en el 71º Festival de Cannes, seleccionada por Japón para representar al país en los 91º Premios Oscar.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 21 de Diciembre 2018 | 09:40
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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El escrito ruso León Tolstói dijo que "las familias felices se parecen unas a otras; mas cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada". Hirokazu Kore-eda es un experto a la hora de retratar las relaciones familiares, como bien demostró en 'Still Walking', 'Kiseki (Milagro)' o 'Nuestra hermana pequeña'. Sin embargo, con 'Un asunto de familia', ganadora de la Palma de Oro del 71º Festival de Cannes, el cineasta japonés reformula el fiero espíritu de su gran obra maestra, 'Nadie sabe', al traer, sin duda, la que es una de las mejores películas del año.

Un asunto de familia

Osamu se gana la vida trabajando como obrero en la construcción. Sin embargo, su sueldo apenas da para cubrir gastos, lo que provoca que haga pequeños hurtos son su hijo Shota. Un día de noche, Osamu y Shota encuentran a Yuri, la hija pequeña de una vecina de la zona, que vive bajos los malos tratos de su madre. Osamu decide acogerla en su casa, una vivienda vieja destartalada que pertenece a Hatsue, su anciana suegra, con la que viven Osamu, Shota, su esposa Nobuyo y su cuñada Aki. Aunque la familia tiene pocos recursos, parecen felices y Yuri siente que ha encontrado a gente que la quiere. Sin embargo, tras un accidente imprevisto, saldrán a la luz secretos del pasado que harán que la relación familiar se vea de otra forma.

Lo entrañable del cariño que va más allá de los lazos familiares. Lo perturbador que se esconde tras la verdad

Kore-eda empieza de forma similar a sus anteriores películas, mostrando una realidad muy palpable, evocando a la felicidad del día. La gran diferencia, es que sus protagonistas no son de clase media, como los de 'De tal padre, tal hijo' o 'Después de la tormenta', sino una familia de clase baja y pobre. Ya en el inicio, Kore-eda apuesta por mostrar una realidad diferente, evocando ese canto a lo cotidiano, desdramatizando una situación de exclusión social en la que, pese a todo, existe felicidad, amor y cariño. Interesante retrato, al ser las familias y los niños en riesgo de exclusión social pocas veces mostrados en el cine japonés.

Un asunto de familia

Aunque el director empieza de esa forma, el público verá cómo Kore-eda, que escribe también el guion, va dejando varias perlas que invitan a la reflexión, especialmente a lo que se refiere a los códigos morales y si es legítimo cometer pequeños hurtos para vivir y enseñar ese modo de vida a los descendientes. Mención especial para los niños protagonistas, Kairi Jô y Miyu Sasaki, cuyas reacciones tan espontáneas van de la mano de las buenas interpretaciones de Lily Franky, Sakura Ando, Mayu Matsuoka y la gran Kirin Kiki, que dejaba de una de sus últimas actuaciones en la gran pantalla.

Pero, claro está, Kore-eda no pretende mostrar una felicidad cotidiana realmente, como ya hizo con sus anteriores películas, todas ellas muy notables y cercanas. No, el director da un giro radical, creando una auténtica punzada en el corazón del público, especialmente al mostrar una sorpresa desagradable que hace que ese entorno amable se torne inhóspito y recuerde más a 'Nadie sabe', narrando un drama con una realidad desoladora y que va más allá sobre las relaciones familiares, mostrando las caras dobles del amor y del cariño, poniendo en un verdadero dilema los vínculos familiares.

La gran obra maestra de Hirokazu Kore-eda

Kore-eda plantea estas reflexiones poniendo varios dilemas morales complejos y de difícil resolución. Quizás haya quien vea en ello un planteamiento retorcido, pero, nada más lejos de la realidad, el cineasta teje una película en la que la trastienda de las relaciones familiares sale a contraluz, en la que las zonas opacas se asemejan a los obras del gran Chéjov. El realizador deja esos planteamientos sin contemplaciones, siendo esa punzada en el corazón la que convierte a 'Un asunto de familia' en una auténtica obra maestra y si película más ambiciosa y compleja hasta la fecha.

Un asunto de familia

Si con 'El tercer asesinato', Kore-eda salía de su zona de confort, con 'Un asunto de familia' el director da un paso más allá llevando las relaciones familiares, aquellas de las que al cineasta tanto le gusta reflexionar, a un planteamiento inquietante que deja un largo poso en la mente del espectador. Una de las películas más complejas y redondas de este año, capaz de mostrar una mirada amable y cariñosa, como también una turbadora y despiadada. Certero golpe de drama social, que la convierte en la gran obra maestra de Kore-eda.

Nota: 9

Lo mejor: La sorpresa que se muestra después de crear empatía hacia los protagonistas.

Lo peor: Pretender verla como una película feel-good.

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