CRÍTICA

'Wicked: Parte II' concluye su agridulce canto a la amistad con madurez y emoción desbordante

La segunda entrega de 'Wicked' cierra con épica, mucha emoción y carga política la historia de las brujas de Oz en la gran pantalla.

Por Pedro J. García Más 18 de Noviembre 2025 | 18:00
Redactor y crítico pop. Me apasiona la animación y veo series por encima de mis posibilidades.

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Glinda y Elphaba llegan al fin del camino de baldosas amarillas
Glinda y Elphaba llegan al fin del camino de baldosas amarillas (Universal Pictures)

La adaptación al cine de 'Wicked' es la historia de un éxito histórico contra todo pronóstico. En desarrollo durante muchos años y aplazado en varias ocasiones, el proyecto se dividió en dos partes, decisión que causó bastante revuelo entre los fans y los aficionados al cine. Con varios musicales fracasando en taquilla de manera consecutiva, ¿estaba 'Wicked' condenada a repetir la mala suerte del género en los últimos años?

Jon M. Chu: "Cuando eres director, te sientes muy solo teniendo dos películas en la cabeza"

Pero quizá subestimamos el poder y la magia de las brujas de Oz, porque la primera entrega acabó siendo abrazada a lo grande -gracias en parte a una de las campañas promocionales más intensas y omnipresentes que se recuerdan-, convirtiéndose en la quinta película más taquillera de 2024 con 757,9 millones recaudados en todo el mundo, y un fenómeno cultural en toda regla.

Medio camino de baldosas amarillas ya estaba hecho, y tras lo conseguido con la primera parte del musical, la expectación por la conclusión de la historia no puede estar más alta. Los aficionados a la versión teatral, que lleva dos décadas triunfando en los escenarios, saben lo que ocurre en 'Wicked: Parte II', pero los neófitos (siempre que se hayan logrado mantener a salvo de los spoilers de 20 años) no tienen ni idea de lo que les espera... Y mejor así, porque esta segunda mitad de la relectura/precuela de 'El mago de Oz' es para vivirla lo más a flor de piel que se pueda.

Elphaba y Glinda en 'Wicked: Parte II'
Elphaba y Glinda en 'Wicked: Parte II' (Universal Pictures)

'Wicked: Parte II' retoma la acción un tiempo después de los acontecimientos de la primera para explorar las consecuencias de la deserción de Elphaba, ahora demonizada y temida, tras su enfrentamiento con el Mago y Madame Morrible. Jon M. Chu , director de la adaptación, no solo no huye de la carga política de la historia, sino que la refuerza en este final, donde se sigue configurando a Elphaba como símbolo de la resistencia, al Mago como cabeza de la opresión y a Glinda como herramienta de propaganda del poder fascista.

Así se desarrolla una segunda parte que, pese a rodarse de forma simultánea a la primera, presenta un tono muy diferenciado al de su predecesora, más dramático, más épico, y sobre todo, más oscuro y adulto. Ese es uno de los mayores logros de Chu a la dirección, haber sido capaz de realizar dos películas distintas que forman un todo y rematar con tanta grandiosidad una historia apasionante, la de una preciosa amistad imposible en el marco de una compleja revolución sociopolítica.

Jeff Goldblum y Cynthia Erivo en 'Wicked: Parte II'
Jeff Goldblum y Cynthia Erivo en 'Wicked: Parte II' (Universal Pictures)

El difícil camino a Oz

El enfoque más maduro de 'Wicked: Parte II' es un reflejo del devenir de sus personajes. Si en la anterior entrega conocimos a Elphaba y Glinda como estudiantes, en esta nos reencontramos con ellas mientras navegan el mundo adulto, con todo lo que ello implica (romance, traiciones, responsabilidades, decisiones vitales). Y para ello, Chu se apoya, por supuesto, en el musical de Stephen Schwartz y Winnie Holzman, cuyo segundo acto es conocido por el contraste que supone con respecto al primero, en el que la historia se entrelaza cada vez más con 'El mago de Oz', abocándose irremediablemente hacia el trágico final de la Bruja Malvada del Oeste.

Con 2 horas y 18 minutos, el metraje de 'Wicked: Parte II' equivale casi a la duración total del musical de Broadway, lo que quiere decir que Chu ha seguido ampliando el relato para añadir información y contexto, así como nuevos números, escenas y matices más íntimos y cercanos que tienen mucho más sentido en el cine. La primera película superó ese reto con creces, pero en esta segunda el desafío es mayor, ya que tiene que conjugar más elementos para conectar con 'El mago de Oz', lo cual la convierte en una entrega algo más confusa y atropellada.

Dorothy y sus amigos en 'Wicked'
Dorothy y sus amigos en 'Wicked' (Universal Pictures)

Lo que funciona sobre los escenarios sin que el espectador lo cuestione demasiado, en pantalla exige otro tratamiento, ya que las reglas no son las mismas. De esta manera, Chu peca de abarcar demasiado, tanto que a veces -incluso con todo el tiempo extra añadido- parece que va excesivamente rápido y faltan piezas, sobre todo en lo que se refiere a Dorothy Gale y el impacto de su llegada a Oz en la línea argumental principal.

Sí, todos conocemos la historia de Dorothy y entendemos por qué Chu (al igual que en el material de referencia) opta por mantener en todo momento a la niña de Kansas en segundo plano, alejada de nuestra mirada y sin protagonismo. Pero lo cierto es que su historia tiene mucho peso en la de las brujas, e hilar ambas vertientes resulta en una película menos clara narrativamente que la primera, una en la que los giros no son fluidos, algunos acontecimientos ocurren de forma precipitada y, en general, falta algo de cohesión formal. Que se hubiera podido hacer de otra manera ya es otra cosa.

Ariana Grande frente a la casa de Dorothy en 'Wicked: Parte II'
Ariana Grande frente a la casa de Dorothy en 'Wicked: Parte II' (Universal Pictures)

Lágrimas garantizadas

Ahora bien, esas carencias narrativas, resultado (¿inevitable?) de un proceso de adaptación que planteaba de raíz muchas trampas difíciles de sortear, se compensan con una innegable pasión que salta a la vista en cada escena y de la que es muy difícil no contagiarse. Que 'Wicked' es una obra de amor no lo duda ya nadie, y en esta 'Parte II' queda aún más claro, con una desbordante carga emocional que recorre toda la película y se refleja, principalmente, en la labor de sus dos actrices protagonistas, Cynthia Erivo y Ariana Grande.

En este último año se ha escrito mucho sobre ellas. Las hemos visto darlo todo en la campaña de prensa, demostrando afecto a cada paso, convenciéndonos entre lágrimas, risas y palabras de devoción que su destino era interpretar a Elphaba y Glinda, y que este viaje las ha cambiado, como a las protagonistas, "para siempre".

Una de las amistades más agridulces de la ficción
Una de las amistades más agridulces de la ficción (Universal Pictures)

Pero una buena interpretación no se sustenta solo de pasión y convicción, hace falta talento, y el de Erivo y Grande es incontestable. Pese a rodar las dos partes a la vez, ambas diferencian lo suficiente sus enfoques interpretativos en las distintas etapas de las brujas, transmitiendo con eficacia la madurez en los personajes durante este desenlace, mientras ahondan en la carga sentimental de una hermosa y transformadora amistad que el mundo se empeña en romper.

Erivo sigue navegando con dominio magistral la dualidad entre la fiereza y vulnerabilidad que caracteriza a Elphaba, dotándola de una humanidad conmovedora mientras vuelve a alcanzar notas imposibles como el que estornuda. Y Grande está mejor si cabe que en la primera entrega, elevando su interpretación, tanto en su vertiente cómica como en la dramática, beneficiada por un mayor peso en la historia para Glinda, que es claramente más protagonista en la 'Parte II' (incluso han añadido flashbacks para darle más profundidad y completar su arco desde la infancia).

De resto del reparto hay que destacar a Jeff Goldblum , totalmente en sintonía con esta visión arriesgada del Mago, mientras que Michelle Yeoh no se luce tanto como en la primera como Madame Morrible y Jonathan Bailey queda bastante desdibujado y poco presente como Fiyero. Nada que Erivo y Grande no sepan suplir con su presencia. Y es que cada vez que están juntas, la magia salta de la pantalla y la emoción arrolla. Especialmente durante el número final, 'For Good', un clímax que nos desafía a no llorar. Esa amistad, ese amor por los personajes, por la historia de Oz y su legado en la cultura popular, es lo que convierte a 'Wicked' en el triunfo que es.

Jonathan Bailey y Ariana Grande en 'Wicked: Parte II'
Jonathan Bailey y Ariana Grande en 'Wicked: Parte II' (Universal Pictures)

Una adaptación valiente

Quien conozca el musical sabrá que el segundo acto de 'Wicked' lidia con decisiones polémicas (principalmente, en lo que se refiere al triángulo Elphaba-Fiyero-Glinda) que, afortunadamente, Chu no ha querido ignorar o suavizar. Al contrario. 'Wicked: Parte II' no cae en la complacencia, sino que, en consonancia con el mensaje que la vertebra, se niega a ofrecer una idea plana o simplista de lo que es ser bueno o malo.

Esta película, como la obra (y el libro en el que se basa), existe en los matices, en la escala de grises, en las perspectivas de los personajes: que Elphaba sea incomprendida y víctima de discriminación, pero también haga cosas cuestionables; que Glinda sea una herramienta de la opresión, pero nunca deje de querer a su amiga. Todo eso es lo que convierte esta adaptación en algo mucho más valiente que el blockbuster medio para toda la familia.

Elphaba y Fiyero
Elphaba y Fiyero (Universal Pictures)

Eso y la mencionada alegoría política, aquí reforzada por una de las dos nuevas canciones que Stephen Schwartz ha compuesto especialmente para la película. La primera de ellas, 'No Place Like Home', se sitúa en el camino de baldosas amarillas y nos descubre un túnel subterráneo que los animales utilizan para huir de la persecución en Oz. Más claro imposible, pero por si acaso, Elphaba asegura en la canción que "Oz también os pertenece", dirigiéndose a los animales, pero también a todos aquellos en la diana del poder autoritario en nuestro mundo, al otro lado del arcoíris.

El mensaje no puede ser más oportuno al abordar qué es el hogar, la pertenencia, el derecho de todos a formar parte de una nación sin importar si su origen, identidad o naturaleza, ideas que conectan con la lucha actual de varios colectivos (inmigrantes, comunidad LGBTQ+...) en Estados Unidos y otros países. Que entre la fantasía, música y aventura, una pieza de entretenimiento tan mainstream y familiar como esta acentúe tanto ese discurso anti-fascista y anti-propaganda, sobre todo en momentos como este, es digno de aplauso.

Elphaba, símbolo anti-opresión
Elphaba, símbolo anti-opresión (Universal Pictures)

La canción de Glinda, 'The Girl in the Bubble', es menos himno político y más balada introspectiva, y al contrario que 'No Place Like Home', no aporta tanto, más allá de darle a Grande su (más que merecido) número en solitario. Ninguna de las dos, eso sí, mejora demasiado el repertorio de la segunda parte, que aún siendo sólido, abunda en reprises y no tiene tantos momentos memorables como la primera, siendo 'No Good Deed' y 'For Good' los indudables highlights. Como reflejo de 'Defying Gravity', esta última funciona como final mucho más íntimo y relativamente pequeño, pero igualmente emocionante, una despedida tan bonita como agridulce que pone el mejor broche final posible a esta deslumbrante adaptación.

Que no estalle la burbuja

Si en lo narrativo flojea más que en la primera película, en el apartado técnico y visual, 'Wicked: Parte II' supone un palpable salto de calidad. Parece que las críticas recibidas por la fotografía y el uso del color en 'Wicked' han servido para que en este final se hagan unos cuantos ajustes para reforzar la paleta cromática y presentar un acabado más pulido que ejerza como puente hacia el Technicolor de 'El mago de Oz' (aunque siga quedándose muy lejos de aquella maravilla).

Las brujas y el mago
Las brujas y el mago (Universal Pictures)

Los efectos digitales también son excelentes, ya sea en las escenas de vuelo, en los entornos o en las criaturas CGI, donde vuelve a quedar patente el cuantioso desembolso que Universal Pictures ha llevado a cabo para realizar las dos películas. Sin olvidar, por supuesto, su lujoso diseño de producción, escenografía y vestuario, de nuevo impresionantes. Pero además, 'Wicked: Parte II' destaca por un aumento general en escala y ambición, más en sintonía con el cine épico de fantasía en la línea de El Señor de los Anillos , con acción más abundante y grandiosa.

Por todo ello, 'Wicked: Parte II' es un film con entidad propia, distintivo en tono y enfoque, a pesar de ser una mitad, una continuación donde Chu se permite incluso coquetear con el terror (para todos los públicos) y elevar la temperatura en alguna que otra escena. Todo sin perder de vista en ningún momento el centro de la historia, la amistad entre Elphaba y Glinda (ambas simbolizando a esa persona que pasa por tu vida, cambia su rumbo y te redefine antes de marcharse para siempre, y ¿quién no ha tenido a alguien así?); así como el humor, la ternura, la fantasía y el corazón musical que definen esta querida propiedad.

Cynthia y Ariana, Elphaba y Glinda
Cynthia y Ariana, Elphaba y Glinda (Universal Pictures)

Si bien la adaptación pone de manifiesto, e incluso acentúa, algunos de los defectos del musical, este espectáculo en dos partes acaba llegando a buen puerto gracias a la pasión y el compromiso de un equipo que, por muy cursi que suene, creyó en un sueño, y lo cumplió. En otras palabras, aunque tropiece un par de veces en el camino, es a grandes rasgos un buen final.

'Wicked' siempre ha conectado tanto con el público porque le ha ofrecido algo más que una historia irresistible que reescribe lo conocido, canciones inolvidables y un espectáculo de fantasía al que apetece volver constantemente: nos ha dado un espejo, o una burbuja, en la que, además de vernos reflejados, seamos capaces de mirar a través de los ojos de los demás en busca de algo que nos haga mejores.

8
Lo mejor: Erivo y Grande subiendo el nivel con sus interpretaciones. Las mejoras en lo visual. Su desbordante emoción. La escena de 'For Good' (preparad Kleenex).
Lo peor: Un guión que falla a la hora de conectar 'Wicked' y 'El mago de Oz'. Las dos nuevas canciones no son gran cosa. Una Michelle Yeoh deslucida y un Jonathan Bailey bastante ausente.