En los últimos meses, 'Marty Supreme' se ha convertido en uno de los proyectos más comentados del circuito festivalero, y no solo por el regreso de Joshua Safdie a la dirección en solitario. La película recupera una página poco explorada de la historia del deporte y la envuelve en un retrato de ambición, ego y espectáculo ambientado en la escena del tenis de mesa de los años cincuenta. Un universo que, lejos del imaginario glamuroso del deporte profesional, el cineasta presenta como refugio de personajes excéntricos, inconformistas y obsesivos.
El eje del filme es Marty Mauser, interpretado por Timothée Chalamet, un joven campeón tan carismático como arrogante que salta de Nueva York a Tokio mientras persigue fama y reconocimiento. Safdie y su equipo reconstruyen con detalle el circuito internacional de la época y lo pueblan de figuras que orbitan alrededor del protagonista, desde la estrella de cine Kay Stone, encarnada por Gwyneth Paltrow, hasta el despiadado marido de esta, al que da vida el empresario televisivo Kevin O'Leary.
Esa minuciosidad no es casual. El propio Safdie ha reconocido en el material de prensa que conoce bien ese mundo —ya exploró un local de ping pong en Chinatown en su película de 2008— y que le interesaba especialmente el perfil de quienes triunfaban en él: personas que, según explica, no terminaban de encajar en otros espacios y encontraban en el tenis de mesa un territorio donde canalizar sus obsesiones.
Para construir el contexto histórico, el equipo contó con el asesoramiento de especialistas como Steve Grant, editor de Table Tennis History, quien señala que Marty Mauser está inspirado de manera libre en el jugador real Marty Reisman, figura mítica del circuito en los años cincuenta y fallecido en 2012. Reisman, apodado "el mayor tahúr del juego" por Sports Illustrated, destacó tanto por su talento como por su habilidad para vender su propia leyenda, algo que la película refleja en paralelo a su protagonista.
Realidad y cine
Grant matiza, no obstante, que muchas de las hazañas atribuidas a Reisman —y recreadas en la película con cierto aire de fábula— formaban parte de un relato que él mismo tendía a exagerar. Aun así, el jugador fue conocido por su teatralidad y por números de exhibición que lo llevaron de gira junto a los Harlem Globetrotters, mezclando humor y destreza con palas improvisadas y retos imposibles, una faceta que Safdie incorpora como parte del ADN del personaje.
El director explica que la chispa del proyecto surgió al descubrir un viejo ejemplar del libro autobiográfico 'The Money Player', donde se describía un momento en el que el tenis de mesa llenaba estadios en Europa y el Reino Unido. Para Safdie, esa ambición de convertir el juego en una vía de acceso a la fama resultaba verosímil para un joven en 1952 y era el punto de partida ideal para explorar hasta dónde puede estirarse un sueño cuando se mezcla con ego y astucia.
Aunque muchos personajes secundarios del filme son ficticios, la historia se apoya en anclajes reales, como el rival japonés inspirado en Hiroji Satoh —interpretado por la campeona Koto Kawaguchi— o la referencia a figuras históricas del circuito neoyorquino. Safdie completa ese mosaico con cameos y conexiones culturales —entre ellas la del dramaturgo David Mamet y su pasado como jugador y habitual de los locales de Reisman— para trazar un retrato de época que combina memoria deportiva, crónica urbana y el pulso nervioso tan característico del cineasta.
