El cine y el teatro españoles despiden a uno de esos intérpretes imprescindibles que nunca necesitaron el primer plano para dejar huella. Celso Bugallo ha fallecido este sábado 20 en Pontevedra, a punto de cumplir 79 años. Nacido en Vilalonga, en el municipio de Sanxenxo, construyó una carrera tardía en el audiovisual que terminó siendo tan sólida como reconocible, siempre ligada a personajes ásperos, silenciosos y profundamente humanos.
Su vocación fue temprana, pero el reconocimiento llegó tarde. Bugallo se formó y desarrolló durante décadas una intensa trayectoria teatral antes de debutar en el cine con 52 años, cuando José Luis Cuerda lo incorporó a 'La lengua de las mariposas'. A partir de ese momento inició una carrera imparable que se cerró con más de medio centenar de títulos entre películas y series, con trabajos recientes como la miniserie 'El caso Asunta' o el largometraje de terror 'Estación Rocafort'.
Pronto se convirtió en uno de los secundarios más fiables del cine español contemporáneo. Fernando León de Aranoa fue clave en esa consolidación, especialmente gracias a 'Los lunes al sol', donde Bugallo dio vida a Amador, un personaje contenido y devastado que conectó de forma inmediata con el público. Con León volvería a colaborar en varias ocasiones, como 'Amador' o 'El buen patrón', que le valió una nueva nominación al Goya décadas después de su irrupción en el cine.
El gran punto de inflexión de su carrera llegó con Alejandro Amenábar. En 'Mar adentro', Bugallo interpretó a José Sampedro, el hermano incapaz de comprender la decisión de Ramón de poner fin a su vida. Su trabajo le valió el Goya a mejor actor de reparto, en una película que además acabaría ganando el Oscar a mejor película internacional, llevando su interpretación mucho más allá de las fronteras españolas.
Gallego de oro
Su físico, su voz y su manera de habitar el silencio hicieron de Bugallo un actor especialmente vinculado a personajes del norte, marcados por la dureza de la vida y un pasado cargado de heridas. Ese perfil tan gallego, lejos de encasillarlo, le permitió trabajar tanto en producciones rodadas en su tierra, como 'El lápiz del carpintero', como en otros escenarios del norte peninsular, caso de 'La vida que te espera', de Manuel Gutiérrez Aragón.
La biografía de Bugallo explica en parte esa mirada. Nacido en 1947 hijo de un mecánico encarcelado durante el franquismo, emigró con su familia a Bilbao en los años cincuenta y más tarde a Logroño. Fue allí donde, tras ver 'Rebelde sin causa', decidió dedicarse a la interpretación, fascinado por James Dean. Su carrera se forjó sobre las tablas y, tras regresar a Galicia en 1978, fundó la compañía teatral Olimpo, manteniendo siempre un fuerte compromiso con la escena.
El salto al cine llegó casi por azar, como él mismo recordaba en una entrevista en 2020, cuando José Luis Cuerda lo localizó mientras estaba en Ámsterdam. Aquel encuentro fue el inicio de una segunda vida profesional que le permitió trabajar con directores como Manuel Martín Cuenca, Jaime Rosales, Agustí Villaronga o Benito Zambrano, y dejar títulos tan diversos como 'Salvador (Puig Antich)', 'La noche de los girasoles', 'Palmeras en la nieve' o 'Loli tormenta'.
Además de su extensa filmografía, Bugallo deja una huella profunda en el ámbito formativo. A mediados de los noventa fundó el Aula de Formación de Actores de Pontevedra, desde donde impulsó numerosos montajes teatrales, en su mayoría en gallego. En televisión participó en series como 'Periodistas', 'Los hombres de Paco' o 'Fariña'. Actor tardío en el cine, pero esencial, Celso Bugallo se marcha como vivió y trabajó: sin estridencias, pero con una verdad que pocos supieron sostener durante tanto tiempo.
