En una era donde el género de terror está dominado por las grandes sagas de estudio como 'Scream', 'Saw' o 'Expediente Warren', así como las alambicadas metáforas del denominado "terror elevado" -elitista término- en cuyo paraguas se acuña el cine de Robert Eggers, Ari Aster o NWR; se quedó un territorio desierto entre las producciones blockbuster de terror y los autores con intenciones de usar el medio para hablar sobre las problemáticas del ser humano contemporáneo.
Ese espacio consiste en un lugar donde habita un cine de horror más directo, lúdico y entretenido bajo la marca personal de un autor, combinado elementos de ambos mundos y con brotes en películas como 'Smile', 'Háblame' o 'Barbarian'.
Esta última la firmaba Zach Cregger, en un filme cuyo ritmo era una montaña rusa de entretenimiento que, con una peculiar narrativa, entraba en la temática de los Airbnb para derivar en un túnel de horrores con laberintos, flashbacks inquietantes y una persecución final histriónica.
De título 'Weapons' -por ahí va la cosa- la nueva cinta de Cregger se presenta como un retrato pueblerino que deriva en una fantasía sobrenatural donde los intereses de su director, la disección de una historia en distintos puntos de vista, se multiplican por mil a partir de la desaparición de toda una clase de niños. Todos, menos uno.

Múltiples puntos de vista
La construcción narrativa del filme da un salto hacia adelante, además con triple tirabuzón. Si en 'Barbarian' a mitad película se efectuaba un cambio en el punto de vista, descolocando la narración y plegándola sobre sí misma, en 'Weapons' esto se multiplica extensivamente a todo el compendio de personajes, cada uno con su respectivo momento para monitorear la visión de la película.
Lo más interesante de este gesto es cómo todos los personajes: niño, padre, policía, profesora, director; se enfrentan al horror de lo desconocido con sus propios medios, conocimientos y situación personal, lo que permite un amplio y detallado retrato de las personas que aparecen en pantalla sin renunciar en ninguno de los relatos a la violencia, la locura y los jumpscares propios del terror..

Aunque en ningún caso su anterior película era un ejemplo de sutileza y ocultismo, ni mucho menos -eso es lo que la hacía tan divertida-, 'Weapons' sí quiere alcanzar en algún momento una condición más compleja que no acaba por funcionar, siendo lo único que lastra la cinta el hecho de querer abarcar más de lo que aprieta, siendo normal que algo no funcione del todo cuando tienes tantos frentes abiertos.
Un terror muy frontal
Cogiendo el precepto de 'Barbarian' con su poderosa imagen frontal de lo monstruoso -esa mujer gigantesca llena de arrugas y pústulas es difícil de olvidar-, el director vuelve a abrir en su cinta una puerta hacia el horror más visceral, quizás recurriendo en demasiadas ocasiones al jumpscare, ese que hace diagnóstico del síntoma del terror mainstream donde el recurso se utiliza demasiado. Cuando explora otras formas de abordar el terror -el brillante plano de la mujer que sale de la casa- y su alargamiento en el tiempo lo que mejor le funciona a Cregger.

En este sentido y sin revelar lo que ocurre exactamente en el final, el director decide seguir divirtiéndose con los tropos del género que aborda, siendo capaz de no tomarse demasiado en serio a sí misma, a pesar de correr el riesgo de desestabilizar el tono de la misma, abraza por completo la locura y el lado más lúdico y divertido del terror con toda la extravagancia del mismo.
Pese a no servir como un relato de algo más grande, el retrato comunitario es algo pobre y no le da tiempo a desarrollarlo del todo en la serialización de la película; Cregger sigue demostrando entender perfectamente el género al mismo tiempo que se lo pasa en grande jugando con la estructura, proporcionando un entretenimiento que, si bien es mucho más enrevesado que 'Barbarian', acaba por funcionar en ese amor por lo bizarro.
Se estrena el 8 de agosto en cines.